16 octubre 2006

Si el BNG no existiera habría que inventarlo

Sabido es que las clases dirigentes de Galicia han dado la espalda a su país de forma casi sistemática y durante varios siglos. Salvo excepciones, la mayoría de los dirigentes políticos, sociales, económicos y culturales han eludido sus responsabilidades, frustrando la posibilidad de que Galicia, al igual que otras naciones de las Españas, tuviera el sentido de colectividad suficiente para que, llegado el momento, la sociedad civil afrontara grandes y pequeños retos.
El atroz individualismo que por lo general caracteriza a los gallegos tiene raíces antropológicas (económicas, culturales, geográficas, ecológicas...), pero también hay base socio-política muy cercana en el tiempo.
El primer intento moderno de cohesionar el país data de la II República, lo que en gran medida fue propiciado por el renacimiento cultural (Rexurdimento) habido en el siglo XIX, movimiento que poco a poco fue más allá de la cultura. Pero Rodríguez Castelao y sus coetáneos vieron frustrado su proyecto debido al golpe de Estado del 18 de julio de 1936.
El segundo de los intentos de crear sentido de colectividad (incluido el amor propio) se gestó a partir de la segunda mitad de la década de 1960 bajo la férrea dirección de la Unión do Povo Galego (UPG), que fue el armazón organizativo que permitió poner en marcha el proyecto que hoy encabeza el Bloque Nacionalista Galego (BNG).
Todo ello sin menoscabo de las aportaciones de personas y colectivos que tanto durante la dictadura y la llamada Transición han contribuido a construir la todavía insuficiente cohesión social que posee la Galicia del nuevo milenio.
En todo caso, la creación del galleguismo político actual es obra del BNG, fundamentalmente.
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Xosé Manuel Beiras
Una opción positiva
Hay, pues, motivos para que tanto gallegos nacionalistas como no nacionalistas sigan con atención la marcha del Bloque y sus varias veces anunciada conversión en una alternativa más pragmática. Para muchos, los criterios del economista Xosé Manuel Beiras --de corte socialista-- y la comunista UPG constituyen, a falta de otros referentes con apoyo social real, el armazón fundamental de una opción de gobierno galleguista es el BNG, que con independencia de opiniones personales sería positiva para Galicia pues ayudaría de equilibrar el mapa geopolítico del mosaico estatal.
Al actual portavoz del BNG, Anxo Quintana --o quien tome el relevo si es sustituido en el congreso del Bloque ya convocado--, le corresponderá la compleja tarea de reforzar los lazos entre las distintas familias que componen el frente (el BNG no es un partido), al tiempo que consolidar su base electoral.
Por mucho que el españolismo --que a fecha de hoy es el nacionalismo más desestabilizador de los existentes en la Península-- se empeñe en cerrar los ojos, los debates que auspician partidos como PNV, Coalición Canaria, Eusko Alkartasuna, ERC, Chunta Aragonesista, CiU, Partido Andalucista y demás formaciones de ámbito no estatal juegan un papel fundamental como cohesionadores del complejo fenómeno que es España.
Sin embargo, los cortoplacistas quieran analizar el presente y el futuro sin perspectiva histórica y, a lo peor, prescinden de que la cohesión exige hacer compatibles las discrepancias, pues sólo es posible convivir cuando los diferentes se reconocen entre sí como tales, pero con los mismos derechos.
Pues bien, el BNG afronta el reto de mantenerse tal cual o refundarse y bueno será que los gallegos en general --sobre todo los que son más conscientes de que el país no está para cainismos-- respeten los esfuerzos del que a fecha de hoy supone el más serio intento de consolidar el galleguismo político, sin menoscabo de otros proyectos (Nós-UP, FPG o el refundado Partido Galeguista).
Hoy por hoy y en el actual escenario, el BNG es necesario para el país gallego y, al mismo tiempo, es necesario para el juego de equilibrios que hace posible la convivencia en un mosaico que numerosos intelectuales de la II República rebautizaron, con razón, las Españas.

2 comentarios:

  1. Lo de "otros proyectos igual de respetables" ¿Está dicho con ironía? Porque unos de los emncionados coquetean con el terrorismo y los otros son un grupo de señorones de cierta burguesía en declive que juegan a la política.

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  2. A mi parecer, todos los proyectos políticos que cito son respetables. La posibilidad de que miembros de un grupo (sea político, social o económico) coquetee con la delincuencia (sea la violencia, el cohecho o el robo de fondos públicos, por poner sólo tres ejemplos de criminalidad) es sólo eso: una posibilidad, no una certidumbre. Las eventualidades, los futuribles o las sospechas no deben ser considerados elementos de un análisis racional. Por cierto, conozco a dirigentes de Nós y de FPG y ninguna de estas dos formaciones justifica la delincuencia.
    Por último, un detalle: los factores que más están degradando la vida política son la corrupción y el simplismo. La violencia --la palabra terrorismo a estas alturas no quiere decir nada-- más que degradar la vida política destruye la convivencia, lo cual es más grave.

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