16 agosto 2007

2002-2007: Galicia ha perdido una media anual de 13.800 trabajadores jóvenes

El fenómeno se debe a los bajos salarios, la casi nula creación de empleo y el empresariado que busca beneficio rápido

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Durante el último lustro (2002-2007) la población gallega de jóvenes productivos o que están a punto de serlo (15-29 años de edad) ha perdido 68.955 individuos. Por ende, la mayoría de ese capital humano dilapidado está formado por universitarios y por trabajadores con buena formación profesional y/o con experiencia laboral.
La emigración gallega actual es radicalmente distinta de la vivida durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 del siglo pasado. Hoy --recurriendo a una generalización pero sin menoscabo de otras explicaciones de alcance menor--, quienes abandonan Galicia lo hacen por legítimas aspiraciones personales, pero empujados por las características de la economía y del mercado de trabajo autóctonos.
En la Galicia actual no hay más miseria ni tendría porque haber menos oportunidades de trabajo que en Madrid, Catalunya o Euskadi; pero las ofertas gallegas, además de escasas, acusan dos condicionantes: Primero, los salarios acostumbran a ser sensiblemente más bajos que en otras geografías; y segundo, los empleos mejor pagados, que requieren elevada formación o sólida capacitación, son excepcionales.
Los bajos salarios provocan que miles de jóvenes que ejercen diferentes oficios se marchen a comunidades donde el trabajo está más valorado, y la escasa oferta de empleos cualificados motiva que cientos de diplomados y licenciados busquen salidas profesionales --también mejores sueldos-- en Catalunya, Madrid, Euskadi, Aragón e incluso en Portugal.
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Responsabilidades muy repartidas

La emigración gallega de los siglos XIX y gran parte del XX estuvo motivada por cuestiones socio-económicas de calado histórico, aparte de los exiliados que provocaron la Guerra Civil y las persecuciones políticas posteriores. En tanto que la emigración de la década de 1990 y de lo que va del siglo XXI obedece a razones de origen reciente e hijas de una situación económica, social y política que acusa dos rémoras.
En primer término, la ausencia de planificación y estrategia por parte de los poderes públicos, pues sucesivos gobiernos autonómicos no han buscado respuesta a la pregunta fundamental: ¿Qué sectores de la actividad interesan o tienen más futuro para el bienestar y la estabilidad de la sociedad gallega? Y en segundo lugar, el mercado de trabajo gallego y por tanto la población activa --sobre todo la más joven-- es víctima de la aplicación casi generalizada de criterios excesivamente tácticos; simplificando: demasiados empresarios aplican la consigna de obtener máximo beneficio lo más rápido posible (es decir, coge el dinero y corre).
No obstante, sería injusto satanizar a todos los dirigentes políticos y económicos, pues ha habido y hay gestores de lo público y emprendedores que han asumido y asumen el reto de hacer país; por emplear una expresión útil para resumir lo esencial del problema y de la solución.
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Inmigración escasa y condicionada

Los efectos de que en cinco años se hayan marchado 68.955 jóvenes han sido atemperados por la llegada de inmigrantes. De hecho, estas incorporaciones y el ligero repunte de los natalicios explican que en los cinco años de referencia Galicia haya aumentado su población, aunque en grado inferior al resto de comunidades autónomas, exceptuada Asturias, que es otro paradigma de envejecimiento poblacional.
Sin embargo, tal como han subrayado economistas y demógrafos de distintas escuelas y signos ideológicos, el grueso de la inmigración accede a empleos de baja cualificación y en su mayoría cubren servicios (hogar, hostelería) o retos productivos tácticos (construcción); lo cual, desde un punto de vista exclusivamente económico, confirma la urgencia de diseñar un modelo de desarrollo autóctono de alcance estratégico [con futuro].
A mayores, el vaciado de jóvenes debilita el sustrato socio-cultural del país, factor que a medio y largo plazo siempre tiene secuelas económicas.
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También hay emigrantes de más de 30 años

A los males económicos que implica la pérdida de trabajadores jóvenes se suma la marcha de profesionales ya experimentados con edades comprendidas entre los 30 y los 50 años. Este fenómeno no alcanza las proporciones ni las cifras del éxodo juvenil pero confirma la existencia de problemas socio-económicos de hondo calado.
El cuadro con datos demográficos que acompaña este texto indica que la población gallega con edades entre los 30 y los 64 años ha aumentado notablemente en estos cinco años; un incremento que es lógico por razones cronológicas, pues en esa amplia franja de edades todavía tiene efecto el bum demográfico de las décadas de 1950 y 1960.
En paralelo, las cifras del Instituto Nacional de Estadística indican que el mayor aumento poblacional entre los adultos maduros lo han protagonizado los mayores de 54 años, con un alza que supone más de la mitad de la correspondiente a la franja de los 30-64 años. Por último, es obligado resaltar la caída de la población infantil: descenso de 6.892 niños o adolescentes durante el último lustro.
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Texto publicado en Mercados, suplemento de economía de La voz de Galicia.

6 comentarios:

  1. Curiosamente nosotros vivimos desde hace pocos meses en Vigo porque a mi pareja le ofrecieron un buen puesto de trabajo como Director en un astillero; el tema es que ahora no encuentran personal cualificado para el tipo de barcos que desean producir... Los gallegos se van pero, por lo que parece, luego aquí falta mano de obra cualificada.
    En cuanto a que en Barcelona se cobra más... sí, pero sólo en vivienda se te va más de medio sueldo... No sé, no sé...
    Llevo demasiado poco tiempo aquí para juzgarlo pero quizás el hecho de que se vayan los jóvenes es por un cúmulo de condicionantes, entre los que se podría destacar una cierta falta de estímulos sociales y/o culturales... Pero puedo estar equivocada.

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  2. El fenómeno que describes, más agudo en Galicia, se ha generalizado por toda España. Lejos de la grandilocuencia macroeconómica tan querida por todos los gobiernos sin excepción, quedan la realidades que apuntas: no se generan puestos de trabajo cualificados, los que hay entran en el áspero territorio de los infrasalarios ( los doctorandos de la Universidad de Barcelona, cobran 1100 euros mensuales sin derecho a paro, sin cotizar como trabajadores activos en la Seguridad Social, sin nada a lo que deberían tener derecho como los que realmente son: trabajadores)
    Nos convertimos en un país de servicios por obra y gracia de la incompetencia de una clase política mediocre, y la voluntad francogermana.

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  3. A todo lo que señalas añadiría algo que me parece importante y a lo que Viguetana se me adelantó en parte: la falta de estímulos, sí, pero también de expectativas, así como la escasez de promoción interna y de incentivos profesionales o económicos. Por ejemplo: ¿qué posibilidades tiene un redactor de ser jefe de sección? ¿Y un jefe de sección, qué probabilidades de llegar a redactor jefe? Podemos seguir todo lo que se quiera en cualquier sector profesional. Nos hemos quedado viejos, obsoletos, anquilosados, hastiados. Saludos.

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  4. Lo que decís tiene lógica, pero en algunos aspectos la lógica también pude conducir a la impresión, no a la evidencia irrefutable.
    Viguetana dice que a su pareja --ambos vivían en Cataluña-- le ofrecieron un cargo de responsabilidad en Vigo... ¿No había nadie en Vigo --fuera o no vigués-- que pudiera desempeñar ese puesto?
    Y MigraMundo comenta que apenas hay posibilidades de promocionar en numerosas empresas, pero ocurre es que promocionan --aunque no siempre-- los mejor "colocados" o "relacionados", en vez de los más capaces o eficientes. Pero el asunto-raíz --sin menoscabo de que el sistema de promoción sea habitualmente voomitivo-- consiste en preguntar lo siguiente: ¿Acaso todos los peones pueden ser oficiales de 3ª y luego de 2ª y finalmente gerentes de la empresa?
    La "elite" pensante del sistema ha creado la convicción --¡verdad falsa!-- de que todo el mundo puede ser "jefe", millonario, figura, príncipe de su oficio o de su barrio y lo queráis añadir; pero esa convicción es una trampa "útil" cuyo principal objetivo es enajenar; es decir, negar o tapar la realidad.
    La felicidad o la satisfacción de vivir --también en lo laboral-- no está en promocionar económica y socialmente. Hay valores y calidades ninguneadas. El objetivo, ansia o anhelo central --aunque a veces escondido-- de una paersona sensata y que sea fiel a su condición humana no es buscar a costa de lo que sea la promoción económica (poseer), social (política) y laboral (base de la riqueza, dicen...), sino ser persona e intentar ser feliz.
    Pero es más rentable hacernos creer que quien no promociona es un fracasado, un heterodoxo o lo que sea que quieran llamarle.
    Es todo muy complejo pero, a la vez, simple.
    El texto que he publicado sólo toca a vuela pluma un fenómeno que esconde o refleja situaciones de difícil resumen pero que, en esencia, revelan que en Galicia fallan demasiados resortes de esa sociedad aparentemente estructurada y capaz de evitar, entre otras cosas, que las gentes tengan que emigrar para que se valore su trabajo y, sobre todo, se valore su existencia.
    En todo caso, los datos indican que el futuro humano de Galicia no es halagüeño y que nuestros hijos lo tienen crudo, salvo que apeemos del poder a los ineficientes charlatanes que administran las cosas públicas.

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  5. Un comentario que profundiza como un bisturí en una herida. Magníficos, no encuentro otra palabra, los comentarios de Migramundo y Félix Soria. La situación es similar en Asturias, donde suben de categoría 'los mejor colocados o mejor relacionados', dicho con mucha elegancia por Félix Soria. Entiendo lo de que es más rentable hacernos creer que quien no promociona es un fracasado. Y si es evidente entre los españoles, imagínense cómo será entre los inmigrantes, aún a los que tienen papeles en España.

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  6. "La "elite" pensante del sistema ha creado la convicción --¡verdad falsa!-- de que todo el mundo puede ser "jefe", millonario, figura, príncipe de su oficio o de su barrio "...

    Este párrafo que extraje de tu comentario, Félix, es también una opinión que compartimos. Siempre he pensado cuando hablan de "igualdad de oportunidades", etc., en la zanahoria atada a un palo delante del burro, para obligarlo a tirar y tirar sin descanso y sin que jamás alcance la zanahoria.

    Si observáramos este gráfico de la distribución de la riqueza mundial, veríamos la increíble distorsión a la que se ha llegado ( http://www.fp-es.org/images/arwork_3rd_10_2.gif ), distorsión que no es producto, como suele suponerse, de una conspiración internacional sino de algo más... "inocente" que es conocido desde hace muchísimo tiempo: El dinero atrae al dinero.

    El impuesto sobre la renta o ganancia era la herramienta utilizada por el estado para contener esta brecha cada vez más creciente. Sin embargo el neoliberalismo da una vuelta de tuerca sobre las funciones del estado, busca favorecer la actividad de los holdings o corporaciones empresariales privadas mientras se procura limitar los derechos sociales lo que produce un efecto negativo o "estado de malestar".

    Es decir que para el estado neoliberal sus ciudadanos o las economías regionales no son objeto de especial atención, se trabaja sobre el supuesto que favoreciendo la actividad de las grandes corporaciones se favorecerá al conjunto de la población. Por esta causa y para no gravar las ganancias de las grandes empresas se crean y aumentan una maraña de pequeños impuestos para el sostenimiento de su operatoria, pequeños impuestos que no están destinados a evitar se profundize la brecha en la distribución de la riqueza sino a favorecerla.

    Pero, por otra parte, el estado si busca utilizar la economía como arma política dado que quiénes gobiernan en un estado democrático han de asegurarse, en lo posible, su reelección. Esto es lo que provoca se ideen y pongan en práctica distintos planes de desarrollo que, invariablemente, buscan favorecer a la actividad empresarial. Entre estos planes son acostumbrados los subsidios, la desgravación impositiva, créditos blandos a la actividad empresaria, etc. buscando que estas grandes empresas se instalen en una región específica para proveer empleos y bienestar a quienes habitan en ella. Pero la lenta desaparición de los derechos sociales favorecida por la existencia de países con mano de obra esclava hace que el bienestar de la población como producto de la actividad empresarial sea cada vez más lejana.

    De esto que se pueda concluir que de no existir en Galicia un programa de desgravación impositiva u otro estímulo económico y una limitación de los derechos laborales en cuanto al valor de la hora de trabajo o de la duración de la jornada la gran empresa no verá como favorable establecerse en el lugar y sus jóvenes seguirán migrando, aumentando la proporción de la migración cualificada en relación a la no cualificada. Dicho programa solo sería impulsado por el gobierno si percibe la necesidad política de mejorar las condiciones en la región (no manejaré opciones acerca de que es lo que despertaría esa percepción), lo que implica considerar que mientras la ciudadanía de la región se mantenga dentro de los cauces normales de conducta no existirá la probabilidad de un cambio al corto plazo.

    O con otras palabras, como decía el tango Cambalache: El que no llora no mama.

    Un abrazo.

    "Y nuevamente perdón por la extensión".

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