01 septiembre 2007

Primer portazo al presidente "quedabien" de la Xunta

El responsable de las relaciones exteriores de la Xunta, Santiago Gómez-Reino Lecoq, ha dimitido. Es el primer alto cargo nombrado por el presidente Pérez Touriño que da un portazo, aunque suave y sin levantar la voz. Su marcha era casi inevitable.
¿Por qué?
Entre otras cosas, porque Pérez Touriño se educó políticamente en los rifirrafes intrapartidarios que marcaron a toda una generación de dirigentes del PSOE, convencidos de que ellos solitos pueden cambiar todo sin molestar a nadie y dejando que el fruto caiga maduro... pero no cae.
Yerran los analistas y cronistas que sitúan el epicentro de las discrepancias entre uno y otro en que Badajoz haya sido la ciudad elegida por el Gobierno central como sede del organismo transfronterizo España-Portugal en detrimento de Vigo. Influyó, pero no fue el único agujero.
Gómez-Reino comprobó en varias ocasiones que Pérez Touriño es otro buenista, sobre todo cuando el presidente decidió echar tierra sobre el expediente abierto por Bruselas por el desastre medioambiental de la ría de Vigo, donde la contaminación por fecales bate marcas y a pesar de ello se sigue extrayendo mejillón sin rubor alguno.
Progre no es sinónimo de socialdemócrata 
Pérez Touriño es administrativamente una especie de Fraga progre. Aplica con maestría dos mandamientos fraguistas: no decir casi nunca lo que rumia y desconfiar mucho.
Los silencios de Pérez Touriño son muy comentados, no porque constituyan un gesto de carácter o de genio, sino porque su autor sigue aplicando la táctica de las asambleas de los bachilleres de los años 70: hablar el último para aprovechar lo que han dicho otros y construir su discurso en función del lado que más llueve.
Las gestiones de Gómez-Reino para que Vigo fuera sede del ente hispano-portugués no fracasaron, sino que habían sido previamente laminadas, pues Pérez Touriño jamás planta cara a sus superiores [léase la dirección central del PSOE]. Este es el secreto de la supervivencia política de quien hace ya muchos años fue alto cargo de Obras Públicas logrando que nadie criticara ni apoyara su labor.
Con Gómez-Reino se pierde a un técnico que no es simpático, pero sí efectivo, y que aportaba racionalidad y conocimiento, valores ambos que en la Galicia xunteira --la presida un fraga o un touriño-- están mal vistos. ¿Pruebas? ¡Hay tantas!
Ya cansa hablar de la pirámide de Keops-Fraga o de la prima de 15.000 euros que Pérez Touriño ha decidido dar a más de 2.000 altos cargos de la Administración, incluidos políticos, ¡hasta que se jubilen!, con el único requisito de que hayan ostentado un cargo durante 24 meses consecutivos o 36 alternos.
Lo raro es que sólo dimita Gómez-Reino y, más raro todavía esque el BNG siga respaldando a un presidente que ha demostrado ser un quedabien, empeñado en dorar la píldora a cuantos pueda y se dejen, lo que conlleva quedar mal con quienes votan.
¡La suerte electoral está del lado del PP gallego! Tiempo al tiempo.

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