09 January 2008

La independencia de los bancos centrales... ¡ja, ja!

«Uno de los fraudes teóricos intelectuales más grandes de los últimos decenios es la idea de que los bancos centrales no hacen política, sino que se limitan a adoptar medidas técnicas sobre el conjunto de los mercados», enuncian Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa en un didáctico texto de AlterEconomía, una de esas ePáginas que conviene visitar regularmente para comprobar que en Economía 2+2 siguen siendo 4 y no 3 ni 7 como pretenden los ministerios de economía.
El apoliticismo de los bancos centrales es «completamente absurdo, además de cínico y perverso: ¡Con qué fundamento se puede hacer creer que no son políticas las decisiones que afectan al bolsillo de la gente, a sus ingresos o patrimonio!»
El análisis de los autores del texto no es flor de un día ni una ocurrencia singular, lo que ocurre es que la generalidad de los medios acostumbran a seguir la corriente --¿o debería decir la cuenta corriente?--, y ya se sabe que una mentira acaba pareciendo verdad a fuerza de repetirla.
Tal como recuerda el texto de AlterEconomía, James Tobin, premio Nobel de Economía en 1981, ya dijo en su día lo siguiente:
«La idea de que el dinero y los precios pueden separarse y delegarse al banco central mientras que el Congreso y el Ejecutivo se ocupan por su cuenta del presupuesto, los impuestos, el empleo y la producción, es el tipo de falacia que se pone en las preguntas de los exámenes de introducción a la Economía, una falacia elevada hoy a doctrina presidencial».
Para más inri, en el caso del banco central de Estados Unidos mantener la falacia de que es una institución políticamente aséptica es insultante si se tiene en cuenta que el accionariado de la Reserva Federal está en manos de tres grandes bancos privados.
La lectura reposada de La fraudulenta independencia de los bancos centrales sólo requiere tres minutos. Vale la pena.

2 comments:

  1. Siempre me ha preocupado que aún hoy se sostenga que economía y Estado son una dicotomía, están divididos, y que para la correcta marcha de los temas económicos el Estado debe mantenerse lo más al margen posible. El capitalismo, en un principio, y el liberalismo a continuación lograron crear esta falsa idea generando una ley, la de la oferta y la demanda, que solo sería posible de aplicar en un mercado perfecto, operado por seres perfectos, pero no en los mercados actuales operados por hombres normales.

    La característica más común de todos los órganos de poder político y/o económico es su separación del ciudadano. Al estilo de lo expresado por Kafka en "El Castillo", para un ciudadano corriente acceder a una entrevista con el presidente de cualquier nación o con el director general de los bancos centrales es una tarea imposible. Lisa y llanamente, no puede acceder a ellos en el 99% de los casos.

    Por otra parte, los representantes de los grandes grupos financieros o poseedores de inmensas fortunas si pueden acceder a estos puntos de poder. Por lo tanto podríamos muy bien suponer que poseen la posibilidad de influir en sus decisiones, de promover sus intereses dentro del estado a través de su actividad individual o nucleados en lobbies.

    De esta manera se advierte una desvirtualización de los contenidos filosóficos de la idea de la democracia, en la cual unos pocos tienen el poder de imponer sus deseos y necesidades sobre otros muchos. Los bancos centrales, los ministerios de economía, de hacienda, la presidencia, el senado, etc., quedan entonces transformados en posibilitadores para estos grupos de poder y son premiados o castigados por los mismos de acuerdo a su accesibilidad y servicio.

    Un abrazo.

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  2. Lo que existe es la Ley de la Economía de Mercado manipulada para que las fortunas multimillonarias crezcan en los jardines de los más poderosos.

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