25 junio 2008

Transgénicos: Industria pujante y muy bien promocionada

Las especies vegetales artificiales o genéticamente modificadas, más conocidas popularmente como transgénicas, suscitan desconfianza, pero no tanto por cuestiones vinculadas a la salud y al equilibrio ecológico --males potenciales todavía no comprobados-- como por motivos económicos.
Estos días ha causado cierto revuelo --también en ámbitos científicos-- el contenido del reportaje Monsanto, transgénicos a la carta publicado en El país, en el que se hace una defensa inteligente de los transgénicos.
Pero al margen de cuestiones científicas que exigen información rigurosa y huir de generalizaciones que pueden ser interesadas, el aumento de la superficie cultivada con especies artificiales similares al maíz y a la soja --que son las que han obtenido mayor éxito comercial-- ya tiene destructivas consecuencias económicas y sociales en países como Argentina.
Por mucho que algunos lo pinten con colores atractivos el objetivo de las compañías dedicadas a promover el cultivo de especies genéticamente modificadas va más allá de aumentar la producción de alimentos, sino que se trata de vender semillas que colocan al agricultor en situación de dependencia frente al propietario de la semilla patentada.
No hay ninguna prueba que vincule la plantación de especies transgénica y la erradicación del hambre en el mundo y, en paralelo, afirmar que los cultivos transgénicos son más eficientes es todavía dudoso.
Para colmo, en el reportaje de El País antes citado se llega a asegurar que las especies artificiales carecen de efectos para la salud, lo cual, insisto, todavía no está descartado ni comprobado al 100 %.
No obstante, el maíz BT 176 ha sido retirado porque según un estudio --aunque no es concluyente-- podría generar resistencia a los antibióticos y el MON 810, por motivos similares; en ambos casos esa medida preventiva ha sido adoptada en nueve países de la Unión Europea --el Gobierno español figura entre los que han pospuesto la decisión por motivos que no ha precisado.
 
MÁS DETALLES sobre el polémico reportaje, en EL OBSERVADOR.

1 comentario:

  1. Durante un par de años recopilé información sobre MONSANTO, en realidad la culpa la tuvo el príncipe Carlos de Inglaterra que un día de extraña lucidez arremetió contra esta empresa de destrucción agrícola y sanitaria masiva.
    Ahora estoy en el curro y no puedo extenderme más, pero mi conclusión sobre MONSANTO es tan terrible como inquietante el futuro de sus semilas. Un horror, un espanto.

    Kisses nada transgénicos

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