09 July 2011

La desidia de la Iglesia Católica ha facilitado el robo del "Códice calixtino"

La curia incumple sus obligaciones legales en la custodia
de los bienes artísticos históricos que el Estado,
personas físicas y jurídicas le han donado o financiado
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Las incalculables propiedades de la Iglesia Católica española --que es una entidad privada dependiente ideológica, administrativa y económicamente de una autoridad extranjera, el Estado del Vaticano-- tienen básicamente dos procedencias:
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1. El diezmo
Resumiendo, las catedrales, templos de todo tipo y edificios eclesiásticos fueron construidos gracias a las donaciones y el diezmo [el antiguo y el moderno], impuesto que cobraban antiguamente los administradores de la Iglesia Católica con el respaldo de los señores feudales o de los reyes y que luego fue sustituido por aportaciones y exenciones fiscales del Estado [que siguen vigentes].
El importe del diezmo, por lo general, ascendía al 10 % del valor o de los bienes producidos por los agricultores, ganaderos, artesanos, artistas y manufactureros que trabajaban en el territorio de una diócesis o en el ámbito que tuviera adscrito o poseyera una orden religiosa.
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[Una variante del diezmo consistía en imponer el pago de una cantidad fija: bien en monedas o bien en kilos de cereal, cabezas de ganado, piezas de caza o productos de la familia que poseía o explotaba la granja o la huerta, (huevos, frutas, incluso objetos artesanos, ropa, etcétera)]
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Según la versión oficial que todavía hoy sigue ofreciéndose en numerosos colegios, institutos y universidades, el abono del diezmo se hacía ¡por amor a Dios!...
Lo cierto es que quienes no satisfacían las exigencias de la Iglesia Católica sufrían castigo inmediato, y el más doloroso y temido no era la excomunión, sino la sistemática violencia económica y física con la que los obispos y sus emisarios (siempre armados) defendían los derechos de los representantes de Dios en la Tierra.
Para cobrar lo que pertenecía a la curia, sus enviados o huestes armadas se apoderaban de cosechas, ganado o bien recurrían a otro tipo de expropiaciones, además de ser frecuentes el extrañamiento, los castigos físicos, el encarcelamiento e incluso la muerte.
Así amasaron El Vaticano y sus filiales gran parte de sus actuales fortunas y casi todos los históricos inmuebles que poseen.
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2. Las donaciones
Numerosas edificaciones, obras de arte y bienes de la Iglesia Católica fueron donados por aristócratas, monarcas y más recientemente por grandes, medianos y pequeños empresarios, creyentes del común y gobiernos; de modo que el origen económico de tan luenga fortuna radica en el trabajo y en los gravámenes que abonaban los súbditos de otrora y los impuestos de los ciudadanos actuales.
Capítulo aparte merecen las donaciones privadas por la vía de las herencias, entre las que durante el siglo XX y todavía hoy es obligado destacar por su inmoralidad las realizadas en centros geriátricos administrados por la curia.
Es evidente que si la Iglesia Católica hispana es propietaria, administradora y única beneficiaria de todo ese inmenso caudal de bienes y sinecuras --cuyo mantenimiento es cofinanciado o costeado con dinero público-- se debe a que el Estado español todavía impone a sus ciudadanos el pago de una especie de diezmo extraído vía IRPF.
Si se analiza sin prejuicios ni clichés la desaparición del Códice calixtino y la retahíla de despropósitos previos y ulteriores constituyen un sainete y una demostración que no sólo prueban sin sombra de duda que el arzobispado santiagués custodia bienes culturales de alto valor con rigor equiparable al de un ricachón idiota, sino que además --para colmo-- los contribuyentes costeamos un dispositivo policial, técnico y administrativo de elevado coste para recuperar un bien privado que --¡tiempo al tiempo!-- será entregado a quienes lo obtuvieron mediante "coacción legal" y lo custodian con desidia certificada por los hechos.
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INFORMACIONES puntuales sobre el episodio, en El correo gallego, El diario montañésEl país y Faro de Vigo

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