08 enero 2015

Ignominia en construcción: Quienes satirizaron a Mahoma son corresponsables de la matanza de Charlie Hebdo

¡Impresionante! Es impresionante adonde pueden llegar quienes buscan cinco pies al gato... Un tuit que ha rodado durante varias horas por la Red resume con inevitable estilo telegráfico pero con acierto una de las visceralidades y perversiones a las que me refiero: en Francia la mayoría de las frases referidas a la matanza de #CharlieHebdo van acompañadas de la etiqueta #IslamNonCoupable, en tanto que en España la más utilizada es #StopIslam.
Con todo, desde una óptica periodística la reacción y perversión que más me ha sorprendido a la vez que inquietado no es la propia de la "nacional" visceralidad española, sino las que han tenido algunos estamentos del mundo de la información que habitualmente son racionales, así como las reacciones de ciertos profesionales de los medios y empresas del sector que han dado alas a la tesis de que los viñetistas del semanario francés tendrían cierta cuota de responsabilidad en el crimen:
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Recorte capturado en Ética segura. Red de ética y periodismo
Los hechos, los mil debates celebrados sobre el asunto, así como la abundante literatura existente y la propia historia de la comunicación demuestran que el concepto «libertad de expresión» no es uniforme, sea por motivos culturales, ideológicos u otros.
En los países más desarrollados --máxime en Europa--, donde la inteligentsia dispone de más tiempo y mayores posibilidades materiales para reflexionar y profundizar en todos los asuntos (incluso de forma obsesiva), se alcanzó el consenso y nadie duda de que la libertad de expresión lleva aparejado el derecho a la sátira, incluso mordaz, sea para relativizar dogmas o para criticar y poner en su sitio a personajes de la vida pública, estén vivos o sean historia.
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La sátira es consustancial a la libertad de expresión 
La sátira, como la crítica política, deportiva o cinematográfica, la narración de hechos, la difusión de documentos de interés público y otras acciones informativas, formativas o de puro entretenimiento son consustanciales a la libertad de expresión.
Para colmo, sea oral, se haga mediante una representación teatral o por la vía de la viñeta la sátira es con ventaja la más elemental y también la más clásica de las críticas. La sátira vuela con el motor de una sonrisa, viaja acompañada de un gesto que desmiente toda agresión, o toma forma en un dibujo de corte jocoso, tragicómico, irónico...
Sin embargo, de un tiempo acá cada vez son más quienes por motivos ignotos o con fines perfectamente identificados quieren romper el consenso de mínimos para imponer limitaciones a la sátira, a la crítica y por tanto, a la libertad de expresión.
Esa ofensiva contra una de las libertades fundamentales de la democracia es evidente por parte de partidos políticos como el que actualmente tiene mayoría en las Cortes españolas; pero más inquietantes que esa y otras iniciativas partidistas son las formuladas desde el propio cuerpo social, máxime cuando la proposición se viste de reflexión y parte de entidades que crean la cultura "informativa" que beben los profesionales actuales y futuros.
Plantear o insinuar que las víctimas de la matanza de París podrían tener cierta cuota de responsabilidad por haber dibujado una viñeta satirizando a un profeta o a un dios es una ignominia. Peor aún, esa tesis repetida una y otra vez construye la base social en la que se apoyarán los partidarios del dominio y del control social para recortar las libertades otro centímetro mal medido... tan mal medido que se alargará medio metro, ¡o más!
Si la matanza de Charlie Hebdo propicia el recorte de la libertad de expresión o refuerza la auto-censura preventiva, los fanáticos poseedores de la verdad habrán triunfado y los partidarios del dominio y del control social, también.
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«Charlie Hebdo antes del 7 de enero», en la bitácora de Silvia Cobo.

2 comentarios:

  1. Sólo a alguien muy extraviado se le puede ocurrir que las víctimas tengan responsabilidad en el ataque que han sufrido. Los únicos responsables son los que han disparado y los que se lo han ordenado, si los hay.

    Pero dejado esto claro, es más que probable que un cierto velo de PRUDENCIA, más o menos subjetiva, más o menos tácita o declarada, termine por extenderse sobre los medios. El derecho a la crítica, incluso mordaz, es indiscutible. Pero cuando el crítico sabe que es el blanco -literal- de la cólera de fanáticos que pueden llegar a auto-inmolarse, el miedo no es fácil de contener. La heroicidad se puede ofrecer libremente, pero no se puede exigir.

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    1. Los "muy extraviados" abundan más de lo que parece.
      Ya suman decenas los medios (sobre todo en EE UU) que evitan reproducir viñetas de Charli Hebdo o que las editan pixeladas.
      El miedo es libre, sin duda, tienes razón; pero no es el principal acicate para evitar esas reproducciones. Sin olvidar que una cosa es el miedo físico y otra el "miedo ideológico", ¡y no me refiero al miedo que en estos casos suscitan los fanatismos!, sino el miedo a la libertad y sobre todo el miedo a defenderla sin matices.

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