21 enero 2019

Me incomoda que mi bofetada sea más punible que la de ella, pero...

...la equidad legal sólo es posible entre iguales y ellas y nosotros,
no nos engañemos, vivimos instalados en la desigualdad

En teoría, prescindiendo de la realidad, la tesis de que la ley contra la violencia de género es inconstitucional podría colar porque es simple como una berza: es inconstitucional porque castiga con pena mayor la bofetada masculina propinada a una mujer que las bofetadas en general. Pero la cosa no es tan sencilla como algunos y algunas pretenden.
Resumiendo, el Código Penal (la ley) no solo sirve para castigar acciones que la sociedad (el derecho consuetudinario) considera contrarias a los derechos y libertades individuales y/o colectivas, sino que también tiene la función de corregir y amenazar. Sí, amenazar; si ese verbo le suena mal, sustitúyalo por advertir y añádale prevenir.
En la primera línea, amable lector/a, he subrayado prescindiendo de la realidad. ¿Por qué? La respuesta, al igual que la tesis de la inconstitucionalidad de la ley de violencia de género, es simple pero en este caso no es como las berzas y los berzotas, sino como los hechos, que son lineales: sólo prescindiendo de la realidad es posible concluir que la ley de marras es inconstitucional. 
Una de las funciones básicas que justifican la existencia del Estado moderno radica en que los poderes públicos (en este caso el legislativo) no sólo deben cumplir y hacer cumplir la ley sino que también deben promulgar normas que corrijan o ayuden a corregir los problemas graves y las aberraciones, sean nuevas o viejas, que afecten al conjunto de la sociedad.
Sólo prescindiendo de la realidad es posible concluir que la relación hombre-mujer es histórica, humana y éticamente la correcta.

Las tradiciones "históricas" son casi siempre
religiosas, maniqueas y/o perversas
Resumiendo mucho: tanto en el primer como en el segundo, el tercer y el cuarto mundos la relación hombre-mujer es radicalmente injusta, ellas son por lo general explotadas laboralmente, tanto en el hogar como en la empresa (licenciadas incluidas); en numerosas ocasiones son explotadas o utilizadas sexualmente (también en el seno del matrimonio, máxime si está "bendecido" por una religión); por lo general son infravaloradas como personas y como profesionales, sufren constantes desprecios, agresiones verbales, físicas e incluso son asesinadas por ser mujeres y peor todavía, pues por el simple hecho de ser mujeres hay países donde son asesinadas legalmente [en el reino de los Saud una esposa infiel puede ser ejecutada pero no así un esposo infiel; en Derecho, lo más relevante no es que pueda ser condenada a muerte, sino que la pena capital se le aplique solo a ella por ser mujer].
Ignoro si a usted también, me refiero a los lectores varones, pero a mí jurídicamente me incomoda pensar y saber que si propino una bofetada a mi compañera mi acción podría ser castigada con el doble o el triple de rigor legal que si fuera ella la agresora, pero lo acepto porque lo considero racional y aplaudiré esa "discriminación" legal en tanto las mujeres sigan siendo machacadas; sí, los varones, en especial los más machos, estamos machacando, abusando o cuando menos aprovechándonos de las mujeres en virtud de usos y costumbres que, no nos engañemos, nos favorecen sobremanera.
En fin, la equidad legal sólo es posible entre iguales y negar la realidad sólo es posible si uno se lo propone, sea cual sea el motivo.
Recuerde, amable lector --me dirijo a los varones-- que pensar es gratis: antes de hacer suyo lo que dicen otras voxes, aunque sean populares, mire la realidad y piense.

NOTA: Conste que no soy feministo ni me parece adecuado actuar como tal, en ese aspecto mis esfuerzos están centrados en ser lo menos machista posible. Y conste también para seguir mirando la realidad de frente y sin gafas de sol, que quien "mejor" me enseñó a ser "muy masculino" o "un hombre de verdad" fue mi mamá, como tantas otras a tantos otros.

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