08 July 2025

La Noche de los Cuchillos Largos: Hitler ordenó purgar las SA y el partido nazi

La Noche de los Cuchillos Largos [en alemán, Nacht der langen Messer, que oficialmente se denominó Operación Kolibrí] tuvo lugar en Alemania entre el 30 de junio y el 1 de julio de 1934, cuando el régimen dirigido por Adolf Hitler llevó a cabo una serie de asesinatos políticos.
Fue la acción que culminó el proceso iniciado un año antes por ePartido NAZIonalsocialista Obrero Alemán para apoderarse de todas las estructuras de poder del Estado. 

[Durante el régimen nazi, la mayoría de los alemanes usaron el término ''anti golpe de Röhm" para describir el vasto operativo organizado contra las SA, a la vez que servía para indicar que los asesinados mererecían ser eliminados para evitar un golpe de Estado]

La mayoría de los fusilados esa noche y en días sucesivos pertenecían a las SturmAbteilung [literalmente, Sección(es) de asalto, pluralizada(s) como las SA, organización paramilitar nazi que en 1934 sumaba casi 4 millones de afiliados]. Hitler se opuso a las SA y a su líder, Ernst Röhm [antiguo oficial del ejército imperial y superior de Hitler durante la Primera Guerra Mundial], porque percibía la independencia de las SA y la inclinación de sus miembros hacia la violencia callejera como una amenaza contra su poder. 
Hitler, además, quería y necesitaba el apoyo de los jefes de la ReichsWehr [literalmente, Defensa imperial; la organización militar oficial de Alemania que era de marcado carácter gremialista], pues temían a la vez que despreciaban a las SA y, en particular, al ambicioso Röhm, quien pretendía que las SA absorbieran a la ReichsWehr bajo su liderazgo. 
Hitler también usó la purga de las SA para atacar o eliminar a los críticos con su régimen, en especial contra aquellos leales al líder conservador y vicecanciller Franz von Papen, y para vengarse de antiguos ex camaradas a los que consideraba enemigos. 
Las SturmAbteilung promovían actos de violencia callejera contra los judíos, los comunistas (DKP), los socialdemocratas (SPD) y el resto de formaciones demócratas, que todavia eran apoyadas por buena parte de la población. 
Oficialmente, la purga sirvió para matar a 85 traidores, aunque en realidad el número de fallecidos ascendió a unos 150 o 200, si bien hay fuentes que elevan la cifra a más de 500. De los oficialmente 85 fusilados sin ningún procedimiento legal contra ellos, 50 eran líderes locales de las SA. Según reseña Kershaw en la página 515 de su monumental biografía titulada ''Hitler'' (1999), el número 2 del régimen, Herman Göring, ordenó arrestar a un millar de supuestos traidores. 
El presidente de Alemania, Paul von Hindenburg, nombró canciller a Hitler el 30 de enero de 1933, que desde el minuto 1 se dedicó a instaurar el régimen nazi. La política de la cancillería se orientó a congraciarse con los industriales y los militares con el fin de consolidar un régimen que, aun gozando de un gran apoyo popular, no había obtenido la mayoría absoluta en las últimas elecciones, las de 1932. 
Durante la llamada Gleichschaltung [palabra alemana usada en un sentido político para edescribir el proceso mediante el cual la Alemania nazi estableció un sistema de control totalitario], en los primeros seis meses --o sea, en el verano de 1933--, el país se había convertido en un Estado de partido único, el NAZIonalsocialista Obrero Alemán.
Sin embargo, pese a la rápida consolidación de su autoridad política, Hitler no ejercía el poder absoluto. Como canciller, no lideraba el ReichsWehr --el ejército--, que estaba subordinado a Paul von Hindenburg, el muy respetado mariscal que se encontraba débil y senil. Aunque muchos militares estaban impresionados por las promesas de Hitler sobre un ejército mayor y mejor y una política exterior más agresiva, el ejército se mantuvo independiente durante los primeros años del régimen nazi, igual que las SA, pero estas ya fueron purgadas en 1934 para que Hitler amigara con el ReichsWehr...     
La autonomía de las SA se mantuvo durante años porque se constituyeron con el movimiento de los FreiKorps [litertalmente, Cuerpos libres] surgidos tras la Primera Guerra Mundial. Esas organizaciones del periodo de entreguerras del siglo XX se caracterizaban por su ultranacionalismo y su anticomunismo. Durante la República de Weimar colaboraron con el gobierno en la represión del movimiento obrero y organizaciones izquierdistas, destacaron en la represión del Levantamiento Espartaquista y del Levantamiento del Ruhr, además de participar en el fallido Golpe de Estado de Kapp contra la República de Weimar. FreiKorps eran una organización ultranacionalista compuesta por veteranos alemanes desencantados y enfadados, creían que su gobierno había traicionado a Alemania y los había vendido a los países enemigos al rendirse y aceptar los humillantes términos del Tratado de Versalles 1919.


El lider de los FreiKorps en Baviera, que se opusieron a la República de Weimar, era Ernst Röhm, que recibió el sobrenombre de Rey de las metralletas porque era el responsable de almacenar y repartir metralletas ilegales a las unidades de los Freikorps, y al paso de los añoa se convirtió en jefe de las SA. Durante las décadas de 1920 y 1930, las SA funcionaron como una milicia privada que Hitler usaba contra reuniones del Partido Comunista. Conocidos como los Camisas pardas, los miembros de las SA se hicieron muy notables por sus batallas callejeras contra los comunistas. Las confrontaciones entre los dos grupos contribuyeron a la desestabilización del experimento democrático de la Alemania  de entreguerras, conocida como República de Weimar. En junio de 1932, uno de los peores meses de violencia política, hubo más de 400 altercados callejeros, con 82 muertos. Esa desestabilización fue crucial en el ascenso de Hitler al poder, sobre todo porque aseguró que si llegaba a la Cancillería, acabaría con la violencia... El nombramiento de Hitler como canciller, seguido de la supresión de todos los partidos políticos menos el nazi, redujo, aunque no terminó, la violencia de los Camisas pardas, que desprovistos de mítines comunistas que interrumpir y acostumbrados a la violencia, a menudo protagonizaron altercados callejeros. Golpeaban a los viandantes y se enfrentaban a los policías que acudían a terminar con los altercados.
En 1933 hubo numerosas quejas del comportamiento de los miembros de las SA; incluso el Ministerio de Exteriores alemán se quejó de los ataques a diplomáticos extranjeros, así lo reseña Kershaw en la página 502 de su biografía de ''Hitler". Ese comportamiento molestaba a los elementos más conservadores de la sociedad, como los militares del ReichsWehr.
El siguiente movimiento de Hitler fue reforzar su posición con respecto al ejército enfrentándose a sus enemigos, las SA. El 6 de julio de 1933, ante un grupo de oficiales nazis de alto rango, Hitler declaró que, tras el triunfo del Nazismo, en Alemania debía consolidarse el poder del Ejército. En ese discurso afirmó que "la corriente revolucionaria no se ha detenido, pero debe ser canalizada en el seguro curso de la evolución". 
El discurso de Hitler señaló su intención de frenar a las SA, cuyo poder había crecido rápidamente durante el trienio 1930-1932. El objetivo de Hitler no era fácil, pues las SA habían aportado muchos de los votos que había recibido el partido nazi. Las SA registraron un gran crecimiento durante la Gran Depresión, cuando muchos alemanes perdieron la fe en las instituciones tradicionales y habían conseguido llenar de fervor ultranacionalista y solidario a la clase media proletarizada. La tesis más generalizada, conforme el nazismo era una revolución de la clase media baja, es defendible pero inadecuada. Numerosos miembros del partido mazi y de las SA creían en las promesas de Hitler y esperaban que el régimen tomase medidas económicas más radicales, tales como acabar con las grandes fincas de la aristocracia.
El hecho de que el gobierno no llevase a cabo tales reformas desilusionó a aquellos que esperan una revolución económica ligada a la política. Pero en origen, el nazi era un partido anticapitalista y esa parte del programa nazi no fue tomada en serio por muchos miembros del partido pese a que tuvo gran importancia durante la depresión económica. La seriedad con la que se tomó Heinrich Himmler el supuesto carácter socialista del NAZIonalsocialismo fue la principal causa de desacuerdo y división dentro del partido hasta el verano de 1934.

Conflicto entre el ejército y las SA

La voz más disconforme con la situación y quien pedía con insistencia la continuación de la revolución alemana era el líder de las SA, Röhm. Como uno de los primeros miembros del partido nazi, Röhm había participado en el Putsch de Múnich, el fallido intento de Hitler de alcanzar el poder por la fuerza en 1923. Era un veterano de la Priimera Guerra Mundial que alardeaba de que ejecutaría a doce hombres por cada Camisa parda asesinado.
Röhm defendía la tesis de que la violencia era un medio legítimo para alcanzar fines políticos, por lo que pedía a Hitler y al resto de los líderes del partido que iniciasen una reforma a gran escala y con uso de la violencia en toda Alemania.
No contento con la simple dirección de las SA, Röhm presionó al canciller alemán para que lo nombrase ministro de Defensa, cargo que ejercía el general Werner von Blomberg.
Aunque algunos críticos lo apodaban el León de goma por su devoción a Hitler, Blomberg no era nazi y, por tanto, representaba el nexo de unión entre el ejército y el partido. Blomberg y muchos de sus oficiales fueron reclutados entre la nobleza prusiana y consideraban que los miembros de las SA eran plebeyos que amenazaban el tradicional alto estatus del que gozaban los miembros del ejército en la sociedad alemana.
Ernst Röhm fue el dirigente de las SA cuyas ambiciones políticas y el recelo que inspiraba en los líderes nazis fueron uno de los principales motivos que llevaron a que el Gobierno pergeñara y ejecutara la Operación Kolibrí: la Noche de los Cuchillos Largos.
Si el ejército regular mostraba desagrado por las masas que pertenecían a las SA, muchos Camisas pardas sentían la misma aprensión hacia el ejército, al que no veían comprometido con la revolución nazi.
Max Heydebreck, líder de las SA en Rummelsburg, localidad vecina de Berlín, denunció al ejército ante sus compañeros, diciéndoles que "algunos de los oficiales del ejército son unos cerdos. La mayoría de los oficiales son demasiado viejos y necesitan ser reemplazados por jóvenes. Queremos esperar hasta que Papá Hindenburg muera, entonces las SA marcharán contra el ejército".
Pese a la hostilidad entre los Camisas pardas y el ejército, Blomberg y otros militares veían las SA como una fuente de reclutas para un mayor y revitalizado ejército. Röhm, sin embargo, quería eliminar a los aristócratas prusianos de los altos mandos, siendo las SA el centro del nuevo ejército. Limitado por el Tratado de Versalles a 100.000 soldados, los jefes del ejército observaban nerviosos cómo los miembros de las SA sobrepasaban los tres y hasta los cuatro millones de hombres a principios de 1934. En enero de ese año, Röhm presentó un memorando a Blomberg en el que pedía que las SA reemplazasen al ejército regular como fuerza nacional y que la ReichsWehr se convirtiese en parte de las SA.
En respuesta, Hitler se encontró con Blomberg y los jefes de las SA y las SS el 28 de febrero y 
bajo la presión del canciller, Röhm firma regañadientes un documento según el cual reconocía y acataba la supremacía de la Reichswehr sobre las SA. Hitler anunció a los presentes que las SA actuarían como fuerza auxiliar del ejército y no al contrario. 
Después de que Hitler y la mayor parte de los oficiales del ejército hubieran abandonado la sala, Röhm afirmó que no aceptaría órdenes de "ese ridículo cabo", en referencia a Hitler. Aunque Hitler no tomó ninguna acción inmediata contra Röhm por su estallido impertinente, este suceso ahondó la brecha.
Pese al acuerdo con Hitler, Röhm seguía albergando la idea de un nuevo ejército alemán dirigido por las SA. En la primavera de 1934, esta idea entró en conflicto directo con el plan de Hitler de consolidar su poder y ampliar la Reichswehr. Debido a que sus respectivos planes eran contradictorios, Röhm solo podría tener éxito a expensas de Hitler. Como resultado, se produjo una disputa dentro del partido entre Röhm y los más cercanos al canciller, incluidos el líder prusiano y número 2 del régimen, Hermann Göring, el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, el jefe de las SS, Heinrich Himmler y el ayudante personal de Hitler, Rudolf Hess.
Todos estos hombres eran veteranos del movimiento nazi y apoyaban a Hitler su líder. Sin embargo, Röhm continuó mostrando su independencia y su poca lealtad al canciller. La irritación de Röhm por la burocracia del partido molestaba a Hess. La violencia de las SA en el Estado Libre de Prusia preocupaba en gran medida al prusiano Göring. Para aislar a Röhm, el 20 de abril de 1934, Göring transfirió el control de la policía política de Prusia a Himmler, quien, según creía Göring, sería un buen apoyo contra Röhm. Himmler envidiaba la independencia y el poder de las SA, aunque él mismo a la vez había comenzado la reconversión de las Schutzstaffel [literalmente, Escuadrón(es) de protección: las SS], desde un grupo de guardaespaldas de los líderes nazis a un cuerpo de élite leal a él y a Hitler. Esa lealtad se mostró muy útil cuando la cúpula nazi decidió actuar contra Röhm y las SA.
El ala más conservadora del ejército, la industria y el partido pusieron a Hitler bajo presión para que redujese la influencia de las SA y actuase contra Röhm. Lo que más les preocupaba de Röhm eran sus ambiciones políticas, incluso más que su homosexualidad, algo conflictivo para los nazis.
El 17 de junio de 1934, Franz von Papen encabezó esas demandas en un discurso en la Universidad de Marburgo, al avisar del peligro de una segunda revolución. Von Papen, un aristócrata católico con lazos con la industria y el ejército, amenazó en privado con dimitir si Hitler no actuaba contra las SA, aunque su dimisión como vicecanciller no amenazaba la posición de Hitler, sería, sin embargo, una vergonzosa muestra de discrepancias entre el Gobierno y el partido.
En respuesta a la presión conservadora, Hitler partió hacia Neudeck para reunirse con Hindenburg. Blomberg, quien se encontraba con el presidente, reprochó a Hitler no haber actuado antes contra Röhm. Le dijo al canciller que Hindenburg se estaba planteando declarar la ley marcial y ceder el gobierno al ejército si Hitler no actuaba contra los Camisas pardas.
Hitler llevaba meses dudando si enfrentarse o no a Röhm, debido al gran poder de este último como líder de una milicia con millones de afliados. Sin embargo, la amenaza de Hindenburg, la única persona en Alemania con autoridad para deponerlo, de declarar la ley marcial fue crucial para que se decidiese. Abandonó Neudeck con la intención de destruir a Röhm y arreglar cuentas pendientes con antiguos enemigos
Durante la preparación de la purga, tanto Himmler como su ayudante Reinhard Heydrich, jefe del Servicio de Seguridad de las SS, redactaron un expediente con pruebas de que Röhm había recibido de la Tercera República Francesa doce millones de marcos para derrocar a Hitler. Los principales oficiales de las SS recibieron el 24 de junio de 1934 el expediente en el que se demostraba cómo pretendía usar Röhm a las SA contra el gobierno, lo que pasó a conocerse como el Röhm-Putsch. Mientras, Göring, Himmler, Heydrich y Victor Lutze --por órdenes de Hitler-- crearon listas de personas pertenecientes y sin vinculación a las SA que querían asesinar
A las cuatro y media de la mañana del 30 de junio de 1934, Hitler y su entorno volaron a Múnich y desde el aeropuerto se trasladaron al Ministerio del Interior de Baviera, donde se reunieron con los líderes de las SA responsables de los disturbios que se habían producido la noche anterior. Hitler arrancó las charreteras de la camisa de Schneidhuber, el jefe de la policía de Múnich, por haber fallado en su misión de mantener el orden. Schneidhuber fue ejecutado el día siguiente. Mientras los Camisas pardas eran conducidos a la cárcel, Hitler reunió a numerosos miembros de las SS y de la policía y fue al Hotel Hanselbauer [el actual Lederer am See], en Bad Wiessee, donde Hitler arrestó a Röhm y otros altos cargos de las SA. Según Erich Kempka, uno de los presentes en la redada, Hitler encontró a Röhm con dos detectives portando sendas pistolas con los seguros quitados, y las SS encontraron al líder de las SA de Breslavia, Edmund Heines, en la cama con un soldado de las SA de 18 años... 
Como la purga había costado la vida a tantos alemanes importantes, fue imposible mantenerla en secreto. En un principio, sus ideólogos no se pusieron de acuerdo en cómo manejar el asunto. Göring ordenó a la policía quemar todos los documentos relacionados con la masacre.
Goebbels, por su parte, intentó evitar que los periódicos publicasen las listas de muertos, aunque 24 horas después él usó la Radio para describir cómo Hitler había evitado que Röhm diese un golpe de Estado, lo que fue retransmitido a nivel nacional.

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