Sea por interés o por comodidad, hay medios convencionales que inventan cada día retazos de realidad, se dedican a fabricar las realidades “buenas” y las actitudes “responsables”.
Es prácticamente imposible contrarrestar tamaño aluvión de verdades verdaderas.
Sirva el relato que sigue, con un ejemplo de feraz creatividad, para estar en guardia ante la avalancha de “verdades” que precede al 20D.
Si usted es habitual de los medios quizá recuerde este párrafo: «Te propongo que elabores el proyecto que orienta el camarada sobre el atentado en Madrid. El próximo martes yo te estaría pasando el proyecto de respuesta al Caleño. Espero tu opinión hoy mismo».
Esas oraciones mal hilvanadas formaban parte de un correo electrónico almacenado en uno de los tres ordenadores hallados en el campamento donde murió Raúl Reyes, comandante de la columna de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuyos miembros fueron abatidos en la acción que ejecutó el Ejército colombiano en territorio de Ecuador.
El mensaje estaba suscrito por Alfonso Cano, líder de las FARC tras la muerte de Manuel Tirofijo Marulanda, que daba instrucciones a Reyes para que ultimara los preparativos de un atentado en Madrid.
Si usted es habitual de los medios quizá recuerde este párrafo: «Te propongo que elabores el proyecto que orienta el camarada sobre el atentado en Madrid. El próximo martes yo te estaría pasando el proyecto de respuesta al Caleño. Espero tu opinión hoy mismo».
Esas oraciones mal hilvanadas formaban parte de un correo electrónico almacenado en uno de los tres ordenadores hallados en el campamento donde murió Raúl Reyes, comandante de la columna de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuyos miembros fueron abatidos en la acción que ejecutó el Ejército colombiano en territorio de Ecuador.
El mensaje estaba suscrito por Alfonso Cano, líder de las FARC tras la muerte de Manuel Tirofijo Marulanda, que daba instrucciones a Reyes para que ultimara los preparativos de un atentado en Madrid.
El correo estaba datado el 13 de marzo de 2004 pero trascendió en 2008 a raíz de la acción bélica colombiana en Ecuador, según precisaron los responsables de comunicación del presidente Álvaro Uribe.
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«No se olvide de que la capital de España figure en el titular»
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«No se olvide de que la capital de España figure en el titular»
El peligro al que se enfrentaban los madrileños fue difundido desde Bogotá, en apenas dos horas fue remitido urbi et orbe por todas las agencias y minutos después abría casi todas las portadas digitales de los medios españoles: «Las FARC querían atentar en la capital de España».
De entrada, si el periodista —fuera veterano o novato— prestaba debida atención a los despachos de agencia detectaba fácilmente que la noticia tenía los pies de barro.
De entrada, las fotografías que ilustraban el asalto al campamento de las FARC reflejaban un escenario dantesco, eran visibles al menos tres cráteres causados por las bombas, la destrucción era generalizada pero, ¡milagro!, habían sido rescatados tres —no uno ni dos, sino tres— ordenadores intactos.
En apenas media hora de comprobaciones telemáticas y telefónicas fue posible comprobar que las autoridades colombianas mentían y que las agencia de información se habían limitado a reproducir el comunicado oficial… «No sea iluso, copie, pegue y calle».
De entrada, si el periodista —fuera veterano o novato— prestaba debida atención a los despachos de agencia detectaba fácilmente que la noticia tenía los pies de barro.
De entrada, las fotografías que ilustraban el asalto al campamento de las FARC reflejaban un escenario dantesco, eran visibles al menos tres cráteres causados por las bombas, la destrucción era generalizada pero, ¡milagro!, habían sido rescatados tres —no uno ni dos, sino tres— ordenadores intactos.
En apenas media hora de comprobaciones telemáticas y telefónicas fue posible comprobar que las autoridades colombianas mentían y que las agencia de información se habían limitado a reproducir el comunicado oficial… «No sea iluso, copie, pegue y calle».
Los medios convencionales no estaban dispuestos a perder la oportunidad de captar la atención comercial de sus lectores, radioyentes y telespectadores.
Las advertencias de los “chalados” que habíamos comprobado la falacia cayeron en saco roto y todos los medios considerados “serios” —¡todos!— difundieron la novela uribista pese a estos dos “detalles” demoledores.
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«No hace falta comprobar nada, este despacho va a misa»
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«No hace falta comprobar nada, este despacho va a misa»
Primero, en Colombia hay una localidad denominada Madrid en la que está ubicada la escuela de suboficiales del Ejército del Aire; ¿era lógico dar por cierto sin comprobación previa que las FARC querían atentar en la capital de España en base a un supuesto mensaje con la palabra Madrid que había sido hallado en un campamento destruido a bombazo limpio en el que, paradójicamente, habían sido rescatados tres ordenadores en perfecto estado?
Segundo, el objetivo del atentado que se debía perpetrar en Madrid —siempre según el guion escrito en Bogotá— era el dirigente uribista Francisco Santos, ex vicepresidente de Colombia que había residido en la española Madrid durante el trienio 2000-2002; ¿era racional dar por cierto que los dirigentes de las FARC eran tan memos que en 2004 preparaban un atentado en la capital de España contra alguien que ya no residía en Madrid desde hacía dos años?
Lo plausible, si realmente fueron rescatados tres ordenadores en perfecto estado en el destruido campamento, era que el supuesto mensaje de Cano a Reyes se refiriera al Madrid colombiano donde tiene sede un importante centro de formación militar.
Pasado el tiempo, un oficial y varios policías colombianos testificaron en sede judicial que el gabinete de Uribe mentía más que hablaba. Es más, la que por aquel entonces era jefa de los servicios de inteligencia del presidente de Colombia ha sido condenada por falsedad, entre otros delitos ¡Pero no hay tu tía!... periodistas con cargo en “grandes” medios mantienen la tesis de que «nuestra obligación era difundir el despacho».
Y ahí siguen, cumpliendo con la obligación de difundir despachos de agencia, notas de prensa y declaraciones, también las que rebosan mentiras e idioteces.
Casi todos los “grandes” rotativos españoles difundieron que «las FARC, en coordinación con ETA, preparaban un atentado en la capital de España» y lo que es peor: probada la mentira, ninguno lo desmintió.
Lo dicho, conviene ser cuidadoso con todo cuanto leemos, escuchamos y televemos en esos medios cuyos directores y jefes tienen “obligación” de difundir todo, sea lo que sea, mentiras incluidas.
Segundo, el objetivo del atentado que se debía perpetrar en Madrid —siempre según el guion escrito en Bogotá— era el dirigente uribista Francisco Santos, ex vicepresidente de Colombia que había residido en la española Madrid durante el trienio 2000-2002; ¿era racional dar por cierto que los dirigentes de las FARC eran tan memos que en 2004 preparaban un atentado en la capital de España contra alguien que ya no residía en Madrid desde hacía dos años?
Lo plausible, si realmente fueron rescatados tres ordenadores en perfecto estado en el destruido campamento, era que el supuesto mensaje de Cano a Reyes se refiriera al Madrid colombiano donde tiene sede un importante centro de formación militar.
Pasado el tiempo, un oficial y varios policías colombianos testificaron en sede judicial que el gabinete de Uribe mentía más que hablaba. Es más, la que por aquel entonces era jefa de los servicios de inteligencia del presidente de Colombia ha sido condenada por falsedad, entre otros delitos ¡Pero no hay tu tía!... periodistas con cargo en “grandes” medios mantienen la tesis de que «nuestra obligación era difundir el despacho».
Y ahí siguen, cumpliendo con la obligación de difundir despachos de agencia, notas de prensa y declaraciones, también las que rebosan mentiras e idioteces.
Casi todos los “grandes” rotativos españoles difundieron que «las FARC, en coordinación con ETA, preparaban un atentado en la capital de España» y lo que es peor: probada la mentira, ninguno lo desmintió.
Lo dicho, conviene ser cuidadoso con todo cuanto leemos, escuchamos y televemos en esos medios cuyos directores y jefes tienen “obligación” de difundir todo, sea lo que sea, mentiras incluidas.
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