Lejos de la Banana Azul y en un territorio ex soviético, la socialdemocracia ha recibido otra lección de realismo. En las elecciones presidenciales rumanas del pasado fin de semana se ha repetido la lid: un socialdemócrata que reniega de su ideología y un neoliberal que sabe explotar la necesidad de ilusión de los electores. Ha ganado la más simple de las lógicas electorales.