11 mayo 2020

2020: 60.º aniversario de la captura del criminal nazi Adolf Eichmann, en Buenos Aires

El obispo católico Alois Hudal dirigía la red que permitió
huir a Sudamérica a jerarcas nazis como Eichman,
el organizador de la logística ferroviaria del holocausto
Hoy hace 60 años que un comando de nokmin (vengadores, en hebreo) del Mossad secuestró a Adolf Eichman en Buenos Aires. Era el penúltimo paso de la oficialmente denominada operación Finale, que fue más conocida como operación Garibaldi, rebautizada así por el nombre de la calle donde residía el genocida nazi, que días después de su arresto fue disfrazado, subido a bordo de un avión y trasladado a Israel, donde fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado en 1962.
El periplo de Eichman una vez finalizada la II Guerra Mundial prueba la existencia de una tupida y eficiente red de apoyo para auxiliar a los genocidas y criminales de guerra del régimen hitleriano, que también se beneficiaron  de variadas complicidades, destacando la curia católica, altos cargos de las administraciones públicas de distintos Estados y miembros de varios organismos internacionales.

En 1945, cuando fue detenido
por primera vez, ya portaba
documentación falsa  

Al finalizar la guerra, Eichmann fue capturado por el ejército estadounidense y recluido en un campo de detención para oficiales de las SS. No obstante, Eichman ingresó con identidad y documentos falsos a nombre de Otto Eckmann.
Tras pasar por varios centros, finalmente fue identificado --presuntamente por otro nazi-- cuando estaba preso en Cham (Baviera), establecimiento de baja seguridad.
Se ignora cómo y por quién, pero se da por hecho que el recluso fue advertido de que había sido reconocido, lo que le permitió escapar antes de ser sometido a medidas de seguridad proporcionadas a los delitos de lesa humanidad por los que era buscado.
Eichmann obtuvo nuevos papeles de identidad en cuestión de horas y siguió viviendo en Alemania bajo el nombre de Otto Heninger, si bien cambiaba de residencia periódicamente.
Trabajó para el sector maderero y apenas un año después dispuso de  dinero suficiente --de origen desconocido-- para alquilar una finca y poner en marcha una pequeña y aislada explotación agropecuaria, en la localidad de Altensalzkoth (Baja Sajonia), donde vivió hasta 1950.
En 1947, tras escapar de Cham, el nazi ya estableció contacto con personas y organizaciones dedicadas a apoyar a miembros del partido de Hitler y a cargos gubernamentales del III Reich.
La trama que finalmente prestó apoyo a Eichmann para abandonar Alemania tenía base en Italia y destacaba por su discreción y fiabilidad a la hora de proporcionar identidades, así como por obtener permisos de residencia en países donde los fugados eran bien recibidos; es más, en ciertos países los criminales nazis no solo se beneficiaban de la comprensión sino también del apoyo y admiración de las autoridades [entre los Estados filonazis o sin escrúpulos destacaron, por orden alfabético: Argentina, Bolivia, España, Paraguay e Italia]
El eficaz servicio italiano de huida y asentamiento para nazis gozaba de la "asesoría" y en ciertos aspectos y casos concretos de la acertada toma de decisiones e influencias del obispo austriaco Alois Hudaal, que residía en Roma y tenía excelentes contactos en la Administración pública trasalpina --donde seguían prestando servicio numerosos cuadros fascistas que a su vez conservaban buenos contactos en varios países, entre los que destacaba España.

Franco acogió a decenas de nazis, pero los jerarcas
dudaban de la solidez del régimen y preferían Sudamérica

España, que acogía a decenas de nazis huidos, no era el destino de Eichmann para el caso de que se viera obligado a emigrar. Él y casi todos los jerarcas y los autores de la solución final preferían abandonar Europa e ir a Sudamérica, preferentemente, a la Argentina y Brasil.
En 1948 el teniente coronel de las SS recibió respuesta a la petición que formuló poco después de huir de Cham, siendo informado de que en cuanto él lo considerara necesario, recibiría una nueva identidad mediante la que accedería a pasaporte y a un permiso personal para entrar en el país austral.
El Obersturmbannführer --como la mayoría de mandos hitlerianos, incluidos los de las odiadas SS y SA-- aspiraba a quedarse en Alemania con un nueva identidad, pero sus planes se frustraron durante los juicios de Núremberg, donde varios de los procesados dieron testimonio e incluso alardearon de la profesionalidad y de los excelentes servicios prestados al IIII Reich por varios de sus compañeros de armas --detenidos y no detenidos--, siendo Eichmann uno de los más mentados, de quien salieron a la luz detalles de sus acciones y decisiones, primero como responsable de emigración en el departamento de Asuntos Judíos y luego de su éxito como organizador de la logística ferroviaria del holocausto, lo que permitió transportar a más de seis millones de personas a los campos de exterminio.
En definitiva, en Núremberg quedó confirmado sin sombra de duda que Eichman fue uno de los organizadores y ejecutores de la Solución Final, en su caso dedicando además especial atención la correcta comunicación y acceso a los mataderos ubicados en Polonia, que fueron los que obtuvieron mejores resultados cuantitativos.


El victimario viajó a Buenos Aires
vía Génova gracias a la Iglesia Católica,
que le proporcionó una falsa identidad

En 1950, temeroso de que la "buena" fama adquirida durante la vista oral de los juicios de Núremberg --que a su vez motivó la reiterada publicación de su foto en numerosos medios-- acabara provocando que fuera reconocido en Hannover u otra localidad de la Baja Sajonia, Eichmann decidió abandonar Alemania, para lo que hizo uso de la oferta de la que ya disponía de la trama pilotada por el obispo italo-austriaco.
Viajó a Génova y allí el victimario recibió de manos del franciscano Edoardo Doemöter la carta que le identificaba como Richard Klement y certificaba que era víctima y refugiado de guerra.
Al igual que en los casos de decenas de fugitivos nazis, ese certificado católico fue admitido como prueba irrefutable y sin problema de ningún tipo por la sección italiana del Comité Internacional de la Cruz Roja, que expidió el correspondiente pasaporte humanitario, lo que permitió que Klement obtuviera automáticamente permiso de entrada en Argentina como emigrante.
La víctima y refugiado de guerra Eichman-Klement partió de Génova gracias a un católico certificado a bordo del paquebote que arribó y amarró en Buenos Aires el 14 de julio de 1950.
El primer alojamiento de Klement fue un acogedor y coqueto hotel para marineros, inmigrantes e inmigrantes ubicado en el barrio porteño de Palermo Viejo, donde ya le proporcionaron su primer empleo en un taller mecánico.
Luego, siempre con eficaces asesoramientos y mejores apoyos, el ex alto cargo de las SS se mudó a Tucumán para trabajar en una empresa de capital alemán, donde ya pudo recibir y vivir con toda su familia. Poco más de un año después esa empresa quebró y Ricardo Klement fue contratado por una fábrica de zumos, que también cerró. 
Tras varios intentos frustrados de tener negocio propio, el último en La Plata, en 1958 la firma automovilística germana Mercedes Benz reabrió su delegación en Buenos Aires y al poco, debido a otra bendita casualidad, alguien inocente (¿?) se enteró de la existencia de un tal Klement y ese u otro inocente alguien (¿?) decidió contratar al compatriota alemán como gerente de planta.

[La empresa de capital argentino que asumió en los años 50 la representación de Mercedes Benz en el país austral fue en su día calificada de "nido de nazis", asunto sobre el que la firma matriz se ha mantenido al margen y nunca se ha pronunciado al respecto]

Con el viento económico de cola, los Klement compraron una casa en la calle Garibaldi, en la zona norte del gran Buenos Aires, donde fue relocalizado por quienes ya lo habían identificado en 1957 en el suburbio bonaerense de Olivos.
Los autores de la identificación de Eichmann fueron Lothar Hermann, judío alemán que había estado recluido en Dachau, y su hija adolescente, Silvia, que había trabado amistad con un hijo del nazi de similar edad, llamado Klaus.
Aunque con retraso incomprensible, casi tres años después del primer aviso de Lothar Hermann, los servicios de inteligencia israelíes se tomaron en serio la denuncia y tras la comprobación in situ, el primer ministro israelí, a la sazón David Ben-Gurión, encargó un informe para valorar la posibilidad de capturar al huido.
El estudio fue elaborado por el jefe del Mosad, que preparó un dosier en colaboración con el cazador de nazis Simon Wiesenthal, quien en Viena también había recibido la misma información que el Gobierno de Tel-Aviv

Los temores
de Washington
y la intervención del FBI

Otra bendita casualidad estuvo a punto de favorecer al nazi, pues intervino el FBI para negar que Klement fuera Eichmann, aunque en esta ocasión de nada sirvió lo que con toda probabilidad fue un intento de evitar la captura de tan relevante nazi.

[En los EUA causaba pánico la posibilidad de que personajes de relevancia similar a la de Eichman que se habían fugado pero que, capturados años después, acabaran motu proprio ventilando la identidad de los científicos y de otros profesionales hitlerianos que habían sidp acogidps por EE UU, que es lo que precisamente aconteció]

La intromisión del FBI en el caso de Eichmann fue inútil porque el insobornable Wiesenthal ya había entrado en juego, confirmando por segunda vez y con otro testimonio radicalmente ajeno al primero la identidad del fugado, lo que logró uno de sus más fiables colaboradores, que sedujo y tiró de la lengua a una antigua amante de quien se disfrazó de un inexistente refugiado de apellido Klement.
No obstante, para evitar toda posibilidad de error en marzo de 1960, el Mosad envió a Buenos Aires a un destacado miembro del ShabakZvi Aharoni,​ que tras prolija y detallada investigación ratificó de forma legal ante el Gobierno israelí la correcta identificación del tal Klement

La captura del genocida y su extracción de Argentina
fueron ejecutadas por un comando de siete miembros
y el jefe del Mosad, que viajó ex profeso a Buenos Aires

Debido a que el Estado argentino rechazaba por norma todas las solicitudes de extradición de criminales nazis, Israel decidió actuar manteniendo al Estado austral totalmente al margen del asunto.
El primer ministro israelí, David Ben-Gurión, ordenó secuestrar al genocida, extraerlo de Argentina como fuera preciso y llevarlo a Tel-Aviv para ser juzgado.
El propio jefe del Mosad, el muy respetado Iser Har'el, se desplazó a Buenos Aires para supervisar la captura y Rafi Eitan fue designado líder del grupo de ocho agentes que el 1 de mayo de 1960 llegó por vía aérea a Buenos Aires para ejecutar la luego popurmente conocida como operación Garibaldi.
Klement-Eichmann facilitó su secuestro al ser persona de rutinas horarias y hábitos inalterables. El 11 de mayo de 1960  los nokmin fingieron una avería de automóvil en las inmediaciones de la vivienda de Klement y cuando este bajó del autobús en el que arribaba cada tarde a la misma hora, uno de los agentes le pidió ayuda: «Un momentito, señor, puede...» (en castellano) y al acercarse fue rodeado, amordazado, introducido en volandas en el automóvil y anestesiado.
Interrogado en un piso franco de la capital argentina, no hicieron falta grandes esfuerzos psicológicos ni físicos para que el nazi confesara su identidad.
En principio, Klement intentó que sus captores creyeran su biografía inventada, incluso admitió haber cambiado de identidad, Heninger por Klement, pero ante la contundencia de las pruebas que le presentaron y harto de esconder su glorioso pasado, reconoció con orgullo «soy el teniente coronel Otto Adolf Eichmann Schefferling»... y recitó de memoria su número de identidad de las SchutzStaffel (las SS).
Eichmann fue vestido como piloto de El Al, la compañía de bandera israelí, embarcado en el avión y extraditado rumbo a Tel-Aviv.

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