13 noviembre 2015

Cameron revela cómo es la UE que sueña el Partido Popular Europeo

Si Bruselas aceptara el rediseño que propone Londres,
la UE sería poco más que el conserje y el guarda jurado del FMI   
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Desde un punto de vita sistémico, el Reino Unido de la Gran Bretaña es un Estado ejemplar. ¡Hasta sus bancos han dado lecciones de cómo se amasan capitales!, ahí está la trayectoria del HSBC. Pero no es el único aspecto en el que destaca Gran Bretaña, también es ejemplar como instrumento destructivo (no pocas veces al servicio de EE UU) de la Unión Europea (UE).
Por si alguien se había olvidado de que Londres lidera a los enemigos de armonizar la fiscalidad de los Estados miembros, entre otras hazañas, el actual Gobierno de su graciosa majestad ha remitido a Bruselas el documento —¡por fin pone las cartas boca arriba!— en el que concreta sus condiciones para renunciar al abandono de la UE, el famoso Brexit.
[Lo más chocante y en cierto modo cómico de este episodio es que los dirigentes británicos, tanto los que gobiernan como los de la Tercera Vía muerta, están convencidos de que la UE perdería algo relevante si Gran Bretaña cumpliera su eterna amenaza y chantaje]
Las cuatro condiciones fundamentales son estas:
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Viñeta, Wolfgang Ammer
1. Que el Estado británico sea eximido de asumir avances normativos y legislativos en la construcción europea; es decir, la carta remitida por David Cameron a las instituciones de la UE propone que Gran Bretaña pueda seguir en la Unión aunque rechace aplicar normas y directivas (leyes); más fácil: beneficios sin obligaciones.
[En este punto es obligado reseñar que si esa exigencia se admitiera, abriría la puerta a otros países que por motivos diversos también quieren “ser europeos pero no tanto”, según les convenga. Más fácil: estar en el mercado común pero respetando sólo parte de las obligaciones que conlleva.
Muy probablemente, varios Estados miembros apoyarían esa prerrogativa, tal es el caso de Polonia, donde, por cierto, vuelve a gobernar el partido filofascista que lidera kaczynski]
2. Que la UE reduzca el número y la profundidad de las regulaciones existentes y renuncie a crear nuevas porque si lo hace, Londres las rechazará y si puede, las vetará; máxime si son de carácter medioambiental, por ejemplo, y sobre todo si se refieren a cuestiones relacionados con la producción (primaria e industrial), el comercio y las finanzas.
En resumen, el PPE inglés aspira a que la UE se limite a garantizar el libérrimo mercado y, por tanto —esto no es nuevo, pues es la política que promueve el PPE— respete los mercados y su carácter especulativo. En definitiva, que la UE siga el guion del lobi bancario internacional que el FMI regula al gusto de esas entidades.
3. Que ningún acuerdo de la Eurozona pueda afectar a las actividades del “paraíso original”: la City londinense, como complemento del punto anterior.
Para colmo, los conservadores británicos pretenden que el Reino Unido pueda participar en la toma de decisiones del Eurogrupo, incluso vetarlas, pese a que no se ha integrado en la moneda única.
El objetivo de Gran Bretaña es beneficiarse de las ventajas que proporciona la existencia de la eurozona pero sin renunciar a su independencia monetaria ni a la libra esterlina.
4. La cuarta pata del singular rediseño de la UE pergeñado por la sección británica del PPE consiste en abolir el derecho a la libre circulación de los ciudadanos comunitarios; de forma que los Estados puedan restringir o impedir la entrada y el permiso de residencia a ciudadanos de otros países socios, permitiendo que cada Estado aplique los criterios que estime convenientes; además, Londres defiende que las personas procedentes de territorios extracomunitarios tengan vetado el acceso a servicios sociales gratuitos durante los cuatro primeros años de estancia en la Unión ...¡y luego podrán hacerlo siempre que se hayan portado “bien”!
Desde Bruselas —donde ya reinan los especialistas en echar balones fuera— han comentado las propuestas de Cameron diciendo vaguedades y apelando al diálogo.
Hace años que Gran Bretaña debería haber abandonado la UE; mejor dicho, no debería haber ingresado. En fin, comprobado que el “suicidio” ya forma parte del acervo de los actuales dirigentes de la Unión —el caso Juncker lo dice todo—, hasta es posible que Bruselas acepte alguna o todas las condiciones de la sección británica del PPE.
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TEXTOS RELACIONADOS:
* «Deshojando la margarita del Brexit», por Bárbara Celis, en CTXT;
* «Sobre el referéndum en torno a la UE», discurso de Jeremy Corbyn, el nuevo líder del Partido Laborista y uno de los pocos políticos británicos que entienden y aceptan la UE con sus aciertos y sus rémoras, vía Sin Permiso;
* «Cameron quiere la cabeza de la Unión Europea», editorial de CTXT.

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