11 marzo 2013

«El conde de Montecristo»: el poder, el dinero, la justicia, ayer, hoy y nosotros

Estos días he vuelto a leer El conde de Montecristo... Tengo la convicción de que usted, amable lector/a, es suficientemente avispado para deducir qué motivos pueden haberme llevado a "observar" la realidad a través del relato de Dumas.
Le comte de Monte-Cristo es un clásico desde el punto de vista literario, y también lo es desde una óptica vital y sentimental.
La novela de Alexandre Dumas, cuya primera entrega se publicó y distribuyó en 1844, va más allá de la simple aventura. Es el escaparate de un rosario de personajes representativos de dos sociedades paralelas: la del Antiguo Régimen y su cada vez más irracional y desesperado sentido del poder, que agoniza debido a que sus abusos y su iniquidad, nada puede ante la pujante burguesía, cuya fuerza, así como su creciente poderío social y su riqueza descansan al mismo tiempo se yerguen en y sobre el trabajo y el esfuerzo personales, lo que legitimará a la burquesía como nueva clase dirigente.
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La burguesía como clase y opción renovadora 

En la novela de Dumas, el dinero como acelerante y la burquesía como nueva inteligencia quedan reflejados en episodios concretos y representados por personajes contradictorios y enfrentados: artesanos, comerciantes, profesionales y junto a todos ellos los hijos del pasado carentes de escrúpulos, prestos siempre a maniobrar para proteger sus prebendas, fortunas y dominios.
Las pugnas acaban condenando al protagonista, Edmond Dantès, hijo del Antiguo Régimen convertido en un "sin papeles" que será enterrado en vida y resucitará gracias a otro desheredado, lo que le permitirá comprar poder para hacer justicia.
La de Dantès es una justicia visceral y, precisamente por eso, admirable, antropomorfa, comprensible y más justa que la impartida por el Poder.
Los criterios de Dantès son radicalmente éticos, aunque también tienen raíces religiosas, por lo que en algunos momentos las decisiones que adopta el vengador en virtud de esa mezcla escandalizan sobremanera. En todo caso, se trata de un sentido de la justicia con el que se identifican 99 de cada 100 lectores de la novela. De ahí que el relato enganche y sea un éxito editorial desde hace 150 años.

Maquet, el coautor

Dumas no fue el único autor de la obra. Contó con las impagables aportaciones de Auguste Maquet, que ni siquiera figuró como coautor o colaborador de este ni de otros relatos suscritos por Dumas en los que también participó en la construcción del paisaje humano.
Maquet era de expresión torpe, escasamente escrupuloso y poco ilustrado, pero era inteligente y poseía un fondo de armario del que carecía Dumas: experiencia vital.
El escritor profesional ponía el verbo, los pilares formales, el estilo y algo que da solidez y hace creíbles los relatos: Dumas dibujaba los escenarios con precisión, lo que se denomina el momento histórico y la composición social. O sea: contextualizaba los hechos, los inscribía en la historia y los hacía no solo creíbles, sino perfectamente factibles.
A decir de los expertos, El conde de Montecristo es el más redondo de los trabajos del Dumas narrador, y son muchos los que incluyen (incluimos) esa novela entre las quince o veinte mejor construidas de la historia de la literatura, si bien en origen El conde de Montecristo no fue un libro al uso, sino un folletín, una serie de culto publicada en dieciocho libritos [a los que cabe imputar el origen de los fascículos] a lo largo de un año y medio.
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Un mundo que todavía hoy muere matando...

La peripecia de Dantès se desarrolla durante la primera mitad del siglo XIX, cuando la Revolución Francesa y el bonapartismo ya habían revitalizado y podrido, respectivamente, la sociedad gala, que fue la primera de Euoropa en destruir el Antiguo Régimen, cuestionando su hipocresía moral y los dogmas religiosos... que pese a todo y contra casi todos, siguen vivos y confundiendo la inteligencia de millones de humanos.
El conde de Montecristo cuestiona muchas verdades verdaderas, incluido el mito de un ser superior preexistente e inasequible que marca las cartas que están en juego. 
Las andanzas de Dantès también desenmascaran la caridad que consolida las diferencias, la resignación que paraliza a los hombres, el perdón que redime a los malvados, el amor contratado que embrutece los afectos, amén de otros supuestos bienes intangibles que siguen alimentando mil y un debates, algunos bizantinos.
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Realidad novelada

Dumas y Maquet se inspiraron en el relato que contaba y que en parte dejó escrito un tal Jacques Peuchet, que narró los avatares vividos por un zapatero llamado François Picaud, avecindado en el París de los últimos años del XVIII y primeros del XIX.
El guion original narra que Picaud, a punto de contraer matrimonio con una rica heredera, fue perjudicado por varios amigos y conocidos que, celosos de su suerte, lo acusaron de ser un espía de la corona de Inglaterra, por lo que fue encarcelado.
Durante su reclusión, que duró siete años, Picaud conoció a un preso que le confió el lugar donde había escondido una fortuna en joyas, en la ciudad de Milán, no en una isla.
Cuando fue liberado, Picaud se hizo con el botín trasalpino y empleó la fortuna en vengarse de quienes le habían arruinado la juventud y la relación con la mujer que amaba.
La trama que protagoniza Edmond Dantès es similar, pero más rica en escenarios y con protagonistas variopintos, todos ellos representativos de segmentos sociales concretos y del rico mundo mediterráneo en general, pues entre otros personajes también aparecen en segundo o tercer plano una mujer catalana [el primer amor de Edmond] y un sultán otomano [el ricachón aparentemente ingenuo, recién llegado de un país exótico y que compra el favor de los aristocrátas locales, pazguatos o empobrecidos, para hacerse con el poder social y económico de la ciudad].
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Humana y socialmente es lógico que numerosos
lectores se identifiquen con Edmond Dantès

El ingenuo Dantès es un personaje con el que se pueden identificar desde el masacrado obrero de la primera revolución industrial hasta cualquiera de los numerosos miembros de la proletarizada clase media europea del siglo XX. Ahí radica uno de los grandes aciertos de Dumas, pues consiguió que el desgraciado Dantès fuera y siga siendo visto como el arquetipo de quienes sufren los abusos del poder
Una trama bien artillada y un caudaloso río de sentimientos han convertido El conde de Montecristo en una obra maestra de la novela moderna. Además de estár bien escrita, describe de forma sencilla cómo funciona el Poder.
La burguesía cambió cosas para bien, cierto, pero también heredó perversiones. Atrévase, amable lector/a, a leer o releer El conde de Montecristo. Disfrútela.

2 comentarios:

  1. D. Félix, excelente novela y excelente artículo.Salud.

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    1. Ya la he leído tres veces y cada vez me gusta más... Me hago viejo...

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