"Natio" y Estado-nación, ignorancia pertinaz y cegueras interesadas

La reforma del Estatut de Catalunya y su remisión al Constitucional confirma que la palabra nación es fuente de pleitos y que el concepto nación es un gran desconocido.

La palabra nación proviene de la latina natio (de nascor, nacer). En origen, tenía un sentido tribal o étnico (nación = pueblo o etnia; es decir, colectivo de humanos que comparten origen y territorio).
Hasta el siglo XVII o XVIII, según ámbitos, el vocablo nación sólo tenía esa acepción, la del vinculo territorial, cultural, económico (bienes naturales), usos y costumbres y, casi siempre, también creencias religiosas; con independencia de que esa tribu, etnia, pueblo o nación constituyera o no la única población de un reino o un señorío, y al margen de que estos formaran parte de un imperio.

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Nación y poder,

la comunión

que permitió

crear Estados
o reforzarlos

El concepto de natio empezó a mudar tímidamente en los siglos XV-XVI, cuando los individuos que detentaban el poder (la nobleza, a veces aliada con la incipiente burguesía, artesanos y pequeños propietarios de tierra) tomaron conciencia de que la natio reúne características culturales, geográficas, sociales, económicas y religiosas que son utilizables; más claro: generan sentimientos e intereses compartidos y, a la postre, crean un "rasero": ¡unen!.
Así, poco a poco, germinó y se desarrolló el concepto político de nación: el Estado-nación, que a partir del XVII o XVIII, según ámbitos, sirvió para dar cohesión a los incipientes Estados (tránsito del Antiguo Régimen al Estado Moderno).
La natio, una vez convertida en instrumento, fue fundamental para reforzar la cada vez más cuestionada autoridad de los reyes y, sobre todo, para cohesionar el país y reforzar la legitimidad del poder, creando el concepto de Estado-nación.
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Las naciones ibéricas existían antes que el Estado español

Pero no todos los Estados [¡ni mucho menos!] estaban ni están formados por una sola natio. Motivo por el que casi todos los gobiernos pusieron en marcha acciones políticas, culturales, económicas e incluso gubernativas y militares (violencia) para construir Estados-nación uniformes a fin de ganar cohesión, estabilidad y, esto es fundamental, para que sus poblaciones fueron más gobernables y también más productivas.
Siempre resumiendo [esto es un blog, no un libro], en no pocas ocasiones el proceso uniformador llevaba y lleva aparejada la marginación o la destrucción de natios (naciones), así como de sus idiomas y culturas (incluida la productiva o económica), los usos y costumbre (normas de convivencia, origen de las leyes), los valores morales o religiosos, la identidad colectiva, los sentimientos…
Así nacieron los Estados-nación, dando forma y contenido a un novísimo concepto de natio, identificando natio  y Estado a fin de reforzar la legitimidad del poder político.
A la postre, las viejas natios fueron sometidas a los Estados-nación, ámbito este radicalmente político que se consolidó durante el siglo XIX y en algunos casos ya durante el XX. Pero numerosas natios (naciones) siguieron y siguen existiendo dentro de los Estados-nación y casi todas las que han sobrevivido están mal vistas, "molestan" y/o son relegadas.
Evidentemente, España no es una natio. 

Nación española es un invento, un concepto político e ideológico que se empezó a construir en el siglo XVI para dar continuidad a la patria creada por los Reyes Católicos a iniciativa de la corte de Isabel de Castilla, pero la transformación de esa patria medieval en una nación solo ha tenido éxito total en el ámbito oficial.

España es un Estado-nación: ámbito geográfico, económico, jurídico, etcétera, pero España no es una natio, no es una sola nación.

El debate ha sido "inteligentemente" emponzoñado 

El debate se ha enredado y sobretodo ha sido enredado, convirtiéndose en una ensalada a la que unos y otros han ido añadiendo ingredientes hasta desvirtuar el asunto.
Hoy, cualquiera y desde cualquier esquina dispara argumentos a favor de las natio o del Estado-nación como si fueran conceptos incompatibles, pero no es así...
Hay un Estado y una nación política española, sin duda, pero nación española es un concepto pergeñado por el patriotismo español para negar la existencia de las natios (naciones) precedentes, incluida la castellana.
Convendría, pues, no mezclar ni confundir hechos con argumentos ni argumentos con razones, mucho menos en Historia y Cultura. 

La mezcla acultural de conceptos ha provocado que los patriotas españoles cocinaran un mal revuelto y peor condimentado, distorsionando cuestiones económicas y jurídicas, pasando por las culturales, lingüísticas, sociales, sentimentales y etcétera… incluso utilizan cuestiones gastronmicas.

Que Catalunya, Euskadi y Galicia son natios, naciones, es innegable, y esto convendría que fuera reconocido oficialmente, tanto en los estatutos como en la Constitución, sin que ello signifique que en el futuro esos territorios deban segregarse [esta hipótesis es ajena a lo que ahora se debate a propósito del Estatut de Catalunya].
Es conveniente para todos reconocer legalmente la existencia de las naciones pre-existentes en el ámbito del Estado-nación español. 

Las cíclicas polémicas protagonizadas por unos y otros constituyen el bis del bis del pleito de siempre: el que mantienen los españolistas empeñados en uniformar versus quienes aspiran a que sus natios no desaparezcan; hartos los segundos de haber sido ninguneados y reprimidos cultural, social y también económicamente, incluso con violencia en ocasiones [como ocurrió de forma sistemática durante el régimen franquista].
Los partidarios del uniformismo (los nacionalistas españoles) consideran que todas las iniciativas y planteamientos de las natios persiguen romper el ámbito territorial del Estado, en tanto que numerosos defensores de las naciones pre-existentes han acabado convencidos (lógico, aunque no siempre cierto) que todo cuanto hace la Administración central constituye una agresión.
Así, poco a poco pero de forma ininterrumpida la desconfianza ha ido a más. Y sigue aumentando.
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Mientras el Estado niegue la existencia de las naciones,

será inestable y fuente de conflictos reales o provocados

Si se lograra circunscribir el debate a la necesidad de reconocer constitucionalmente las natios en el marco de España, a buen seguro que el asunto perdería visceralidad y se despejaría el horizonte.

Lamentablemente, hay quienes prefieren reafirmar sus posiciones haciendo la zancadilla, para lo que alimentan el odio a las culturas, costumbres, sentimientos y/o economías que consideran enemigas.
Aplican una táctica deleznable: compartir enemigos refuerza uniones.

Es imposible cohesionar un Estado plurinacional negando que su territorio alberga varias natios y en paralelo, es propio de ignorantes o resentidos restar legitimidad a España infravalorando o negando que es fruto de un proceso histórico que merece consideración y respeto.

La actual polémica, con el Constitucional ejerciendo de no se sabe qué, demuestra que además de estar condenados a convivir (¡aunque cambiaran las fronteras!), también nos han condenado a cerrar los ojos... ¡sin olvidar los intereses económicos y de mercado!, que también los hay.
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CON ANTERIORIDAD:
"España y el sueño maniqueo de una noche medieval", y
"El federalismo aglutina y el españolismo disgrega".
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RELACIONADOS:
→ «Los avatares de la Marca Hispánica constatan el origen plurinacional de España. Hay quienes ocultan que el Reino de España fue constituido política y jurídicamente en 1715 por Felipe V al eliminar la Casa de Aragón y unir cinco monarquías ibéricas».

→ «Madrispaña y Catalunya llevan 300 años reinterpretando la guerra entre los Bourbon y los Habsburg. Onze de Setembre (1714), hace tres siglos que los borbonistas tomaron Barcelona y pusieron fin a la guerra de sucesión [no de secesión] iniciada en 1701».