Si los progenitores tienen derecho a elegir la lengua vehicular,
¿por qué negarles otras decisiones pedagógicas y técnicas?
..Supongamos que legalmente los padres tuvieran absoluta libertad para elegir la lengua vehicular en la que estudian sus hijos y, por tanto, en las comunidades autónomas donde hay dos idiomas oficiales el padre y/o la madre pudieran obligar a que la única lengua vehicular fuera el castellano.
Prescindamos de las discriminaciones y dificultades ulteriores que podría sufrir el niño que sólo aprende correctamente un idioma en un territorio en el que se utilizan dos, tanto en las relaciones personales como en las sociales, profesionales, comerciales, etcétera.
Obviemos también razones pedagógicas, psicológicas y sociológicas que avalan lo contrario, prescindamos de los problemas organizativos que generaría la creación de aulas monolingües, amén del coste presupuestario subsiguiente.
Pues bien, resulta que centrando el debate sólo y exclusivamente en la existencia de esa presunta libertad o derecho natural --así lo plantean-- se abren un rosario de interrogantes, de los que sólo apuntaré tres:
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La libertad de los padres para elegir el idioma vehicular sólo sería aplicable en las comunidades con dos idiomas oficiales, o sería efectiva en todo el territorio del Estado?
No en vano podría darse el caso de que una pareja catalana residente en Fraga reclamara el derecho a que su hijo estudiara en catalán, o que un matrimonio gallego residente en Vilafranca del Bierzo quisiera que al rapaz le enseñaran en gallego [no en vano tanto en el Baix Cinca como en O Bierzo hay gent catalana y galegofalantes]; ¿a estos padres se les negaría la libertad a elegir el idioma escolar de sus hijos?
Amén de una cuestión inevitable: ¿Esa libertad paterna sólo se podría ejercer a favor del castellano?, ¿se le negaría esa libertad a los padres que exigieran que la única lengua vehicular de sus hijos fuera el catalán, el gallego o el vasco?; más claro, ¿cuántas aulas paralelas habrá que habilitar en los colegios?
Si además añadimos los partidarios de que sus hijos estudien en inglés o en francés... ¿O a estos se les negarán las libertades paternas?
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Si los padres gozaran del derecho a elegir unilateralmente el idioma vehicular en el que estudian sus hijos, ¿por qué no extender ese "derecho" de los progenitores a otros aspectos de la enseñanza?
Y no me refiero de forma específica a Educación para la Ciudadanía, sino a todo en general.
Y no me refiero de forma específica a Educación para la Ciudadanía, sino a todo en general.
¿Por qué narices mi hijo tiene que aprender álgebra?, podría cuestionar el padre de un alumno de enseñanza media; ¿o por qué a mi niña tienen que enseñarle el aparato reproductor de los mamíferos?, ¿o por qué dedicar dos horas semanales a la música?, ¿o por qué a mi chaval le obligan a saltar el potro?, ¿o por qué debe leer tal libro en lugar de tal otro?, etcétera y etcétera.
En rigor, si a los padres se les reconoce el derecho a decidir aspectos pedagógicos, se abre la puerta a hipotéticos derechos menos sustanciales y, por tanto, que decidan el horario lectivo, las fiestas escolares, la temperatura a la que debe estar el termostato de la calefacción del centro, quiénes deben ser los proveedores de material escolar y demás aspectos de la gestión que, a la postre, son cuestiones menos importantes que las pedagógicas.
¿O acaso lo que se propone es que el idioma vehicular sea una excepción en el mar de asuntos y sustancias que confluyen en la enseñanza?, ¿qué principio legal o qué razones pedagógicas y éticas justifican esa excepcionalidad?
La creación de un precedente siempre genera mil y un conflictos porque la enseñanza reglada se rige, afortunadamente y aparte de por criterios pedagógicos, por principios legales que no se sostienen en el vacío, sino que forman parte de una estructura jurídica.
Una vez hecha una excepción, todo el entramado cojearía --más todavía de lo que ya cojea actualmente-- y el mundo de la enseñanza y la gestión de los colegios se convertiría en un coladero de discrecionalidades y de recetas al gusto.
Una vez hecha una excepción, todo el entramado cojearía --más todavía de lo que ya cojea actualmente-- y el mundo de la enseñanza y la gestión de los colegios se convertiría en un coladero de discrecionalidades y de recetas al gusto.
Permítame, amable lector/a, una broma para quitar hierro al asunto: Si la mayoría de padres de un colegio andaluz decidiera que las sevillanas constituyen parte fundamental de la cultura andaluza, ¿tendrían derecho a exigir que sus hijos e hijas recibieran clases de ese tipo de baile con cargo al erario público?
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Llegados a este punto, si los padres tuvieran libertad absoluta como se pretende para imponer criterios pedagógicos básicos en la enseñanza pública (que incluye los centros concertados que financia el Estado), ¿por qué negar otras libertades amparadas también en la tesis de que los progenitores son propietarios de sus hijos?
De manera que siguiendo el mismo hilo argumental, los padres deberían tener la libertad de registrar a sus vástagos con el patronímico que les apeteciera (Trece o Viernes, si nació en el 13º día del mes o un viernes, por ejemplo).
Aplicando el mismo sentido de libertad-propiedad, los padres también deberían tener derecho a impedir que un hijo enfermo reciba una transfusión de sangre por motivos religiosos, o decidir que los niños vayan descalzos, coman sólo una vez al día o se alimenten con bollos y chocolate, o que trabajen en el taller mecánico del padre a partir de los 13 años.
Abundando en libertades paternas, cabría cuestionar el derecho del Estado a que los niños sean escolarizados a partir de cierta edad, o que exista un régimen obligatorio de vacunaciones contra determinadas patologías. La lista de libertades que pueden reclamar los padres-propietarios es interminable.
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Simplificar lo complejo es una atrocidad
El asunto de las libertades de los padres-propietarios es una trampa. En asuntos referidos a los menores las apelaciones a la libertad sólo sirven para esquivar el debate racional de los servicios públicos relacionados con los niños, desde la enseñanza hasta la sanidad, pasando por la Justicia, los medios de comunicación, el tráfico de vehículos, el urbanismo…
La libertad de los padres sólo es un argumento, ¡no un razonamiento!, que mueve al engaño, alimenta falacias y lo que es peor, en numerosas ocasiones obedece a una instrumentalización partidista de la enseñanza y de los menores.
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OTROS TEXTOS sobre asuntos de la enseñanza:
"Decenas de colegios concertados cobran cuotas ilegales",
"Teoría: La enseñanza es obligatoria hasta los dieciséis años", y
"La cobardía política de los responsables públicos de Educación".
A propósito de la actitud de los nacionalistas españoles ante la pluralidad lingüística de España: "En defensa de la cultura, en contra del uniformismo".
"Decenas de colegios concertados cobran cuotas ilegales",
"Teoría: La enseñanza es obligatoria hasta los dieciséis años", y
"La cobardía política de los responsables públicos de Educación".
A propósito de la actitud de los nacionalistas españoles ante la pluralidad lingüística de España: "En defensa de la cultura, en contra del uniformismo".
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ACTUALIZACIÓN (17 de noviembre):
Apenas 24 horas después de escribir este post, se ha hecho público el dictamen del Tribunal Supremo que rechaza la pretensión de un padre-propietario de Vigo que reclamaba la libertad de forzar que su hijo, pese a vivir en Galicia, sólo estudiara en castellano y sólo conociera el castellano.
Apenas 24 horas después de escribir este post, se ha hecho público el dictamen del Tribunal Supremo que rechaza la pretensión de un padre-propietario de Vigo que reclamaba la libertad de forzar que su hijo, pese a vivir en Galicia, sólo estudiara en castellano y sólo conociera el castellano.
Los magistrados han ratificado la sentencia previa del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, incluida una frase que da de lleno en uno de los clavos: «Reconocer a toda persona dependiente de la jurisdicción de un Estado el derecho a ser instruido en la lengua de su elección conduciría a resultados absurdos, ya que todos podrían reivindicar así una instrucción impartida en cualquier lengua, en cualquiera de los territorios».
Por si fuera poco, el Supremo --nada sospechoso de defender criterios de los nacionalismos periféricos-- ratifica que en Galicia no se discrimina el castellano. Otra cosa son los inventos o los sentimientos españolistas de los padres-propietarios, de UPyD, de un sector del PP y otros partidos, que parecen empeñados en confundir cultura con política y en hacer política con la cultura.
Creo que tienes razón en lo principal, la libertad de los padres es un sofisma que se usa, sin más, no es un razonameinto en sí. Sin embargo ya sabes que este tema levanta ampollas, y en los temas que levantan ampollas siempre hay tonterías de uno u otro lado, posturas a veces necesarias para que el asunto no sangre de golpe. Lo de las lenguas es complejo, a veces gracioso, como ese caso que has dicho de vivir a diez kilómetros de Galicia.
ResponderEliminarSin embargo para mucha gente los cambios alrededor de este tema han sido muy rápidos, y una posible decisión política es 'respetar' este 'derecho' a elegir, para sofocar posibles incendios. Sin más. Soy consciente también de esa postura políticamente incorrecta de la persona que vive en una tierra con dos lenguas y se siente obligado a aprender una sin quererlo él.
No me gustan las etiquetas, pero por lo visto soy un "nacionalista español"; en fin, supongo que habrá cosas peores...
ResponderEliminarDices: "Prescindamos de las discriminaciones y dificultades ulteriores que podría sufrir el niño que sólo aprende correctamente un idioma en un territorio en el que se utilizan dos, tanto en las relaciones personales como en las sociales, profesionales, comerciales, etcétera." Efectivamente, esa discriminación ocurre, por ejemplo, en Cataluña (donde la lengua vehicular es el catalán) con respecto al castellano.
Si en un territorio existen dos lenguas oficiales, se debería permitir a los padres elegir la lengua en la que quieren que su hijo reciba la enseñanza oficial.
¿ Qué es un costo añadido ? Pues el mismo que el de los traductores sinsentido, o los documentos oficiales por duplicado, o los indicativos oficiales en dos idiomas, etc,etc,etc.
No sé si el poder elegir la lengua vehicular implica poder elegir otros aspectos pedagógicos. Pero sí sé que imponer una lengua vehicular equivaldría a, por ejemplo, obligar a todos los alumnos a estudiar bachillerato de ciencias, aun cuando existieran el de letras, el mixto,...,etc: una total injusticia.
A JOSITO,
ResponderEliminar¿Dónde obligan a los alumnos a cursar el Bachillerato de Ciencias?, ¿alguien ha demandado ese sinsentido?