25 noviembre 2009

¿Es útil una reforma laboral sin racionalizar la economía?

Otra vez a vueltas con la reforma del mercado de trabajo. Hace unos años esta cuestión era noticia-guadiana en otoño, pero desde que estalló la crisis financiera se ha convertido en ¿actualidad? cada quince días.
En esta enésima ocasión porque el Gobierno, a través de varios de sus altos cargos, ha manifestado su predisposición a acometer una reforma laboral. Inmediatamente, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), cuya agilidad comunicacional en este asunto es proverbial, ha dado por hecho que sus propuestas constituirán el eje de la hipotética negociación.
El vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, ha insistido en que la reforma ayudará a España a salir del agujero del paro y de la destrucción de empresas; lo que equivale a decir que el mercado de trabajo (solo o acompañado) está en el origen de la actual recesión. Lo cual es radicalmente falso, aparte de que en el 99 % de los casos la actual destrucción de empleo nada tiene que ver con la legislación ni con las normas laborales vigentes.
La insistencia de la CEOE en vincular reforma y crisis ha obtenido réplica por boca de Fernández Toxo (CC OO), entre otros, que ha dejado claro que no aceptaremos reformas que supongan recortes en los derechos laborales.
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El juego de los equívocos
y las apariencias
Hace tres semanas, el presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, dio pruebas del doble juego que practica la gran patronal, que sigue manteniendo en la penumbra sus propuestas concretas pese a que ya las ha remitido a parlamentarios y a varias entidades (de hecho, el PP ya se ha manifestado a favor de los planteamientos de la CEOE).
Todo indica que la gran patronal evita exponer públicamente y sin dobleces la reforma que ansía porque someterla a un debate abierto equivaldría a liquidar toda posibilidad de negociación. De modo que se contenta con mantener encendida la llama y, con ella, la confusión. La CEOE no se ha movido ni un milímetro y sigue pescando en río revuelto.
¿Lo hará con la ayuda del Gobierno? Tiempo al tiempo.
La gran patronal evita hablar de Economía (con mayúscula) y, sobre todo, evita hablar de cómo funciona el tejido financiero-empresarial que impide que España supere desequilibrios históricos entre el PIB por habitante y la renta disponible por habitante; es decir, entre la riqueza global y aquella de la que realmente disponen los ciudadanos, ¡que son quienes la producen!
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Una economía cautiva
El pasado verano, el economista Juan Torres López aludía a una de las características que mejor reflejan la realidad económica que con tanto esmero algunos ocultan:
«Un estudio de Consultores de Gobierno Corporativo (CGC) señalaba que a finales de 2006 diez familias y una veintena de empresarios (la mayoría de las cuales se enriquecieron o consolidaron su riqueza durante el franquismo) tenían en esa fecha bajo su control a 19 de las 35 mayores empresas cotizadas en España y eran propietarios del 20,14 % de su capital. Según el profesor Iago Santos, una pequeña élite que representa el 0,0035 % de la población española controla el 80,50 % del PIB. Un control que no solo le permite tener las retribuciones más altas de Europa como miembros de los consejos de administración sino también, y sobre todo, influir directamente en las decisiones gubernamentales que les afectan».
La CEOE no es tonta. Los asalariados confían en que el Gobierno tampoco lo sea.
ENLACE al texto completo de Juan Torres López: "Trichet, MAFO y los demás: ¿Hasta cuándo?", en NUEVA TRIBUNA.
DE ALTO INTERÉS: "¿Viene una nueva cisis?", en BBC (versión en castellano).

1 comentario:

  1. Gracias por el enlace, Félix. Es cierto, tontos no son. Desde los Pactos de la Moncloa hasta aquí no he conocido una reforma que no haya supuesto lo mismo: mayor incremento en los beneficios empresariales y recortes de derechos laborales.
    Así de claro.

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