Un debate previsible y estéril en el que solo destacó el ultranacionalismo de Rosa Díez

El debate celebrado ayer en el Congreso NO era para dilucidar la independencia o no de Catalunya, en contra de lo informado por numerosos medios [algunos con la evidente intención de tensar todavía más la cuerda], pues solo se trataba de pensar en voz alta para dirimir si las Cortes podían autorizar que la Generalitat organizara un referéndum vinculante en el que los empadronados en Catalunya votarían si prefieren seguir siendo ciudadanos de un territorio autonómico en el seno del Estado español, o bien desean que Catalunya se convierte en un Estado soberano.
Al parecer, Rosa Díez se olvidó de que sólo se trataba de un debate. Punto.

Por si no era suficiente con la crispación que alimentan desde hace meses los medios dedicados a echar leña al fuego, el presidente de Gobierno enlodó el debate faltando a la verdad, pues afirmó con rotundidad que el Congreso no está facultado legalmente para autorizar a la Generalitat a convocar un referéndum. Si fuera así, ¿para qué narices fue aceptada la petición del Parlament de debatir esa posibildad?

En fin, ganas de lavarse las manos de quien parece seguir el criterio del Generalisimo, que dejaba pudrir los problemas.
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Viñeta de J·R·Mora

¿Miedo a las urnas?

Suponiendo que el Tribunal Constitucional vetara la posibilidad de que la Generalitat fuera autorizada a convocar un referéndum vinculante [que es lo más probable debido a que se limitaría a hacer una lectura políticamente literal de la carta magna], lo que en todo caso sí puede hacer el Congreso es avalar que la Generalitat organice una consulta no vinculante; la cual, si más no, despejaría dudas y [en mi humilde por personal opinión] arrojaría un resultado que pese a parecerlo, solo sería sorprendente para los catalanistas, pues ganaría el no a la segregación... por cierto, quienes más temen ese resultado son los españolistas porque perderían uno de los dos mejores banderines de enanche electoral que agita el PP; el otro es la ETA y el dolor de las madres, las viudas, los hijos/as y demás familiares de las víctimas mortales.

Los nacionalistas españoles y socialdemócratas [sobre todo los segundos] han perdido la ocasión de demostrar que respetan la democracia del voto sin aditivos ni miedos.

Avalar la celebración de una consulta no vinculante habría evitado dar otro portazo en los morros a la mayoría de la población de Catalunya, pues en un porcentaje que siempre supera el 70 % [según todos los sondeos celebrados al respecto] es favorable a convocar el referéndum o, cuanto menos, una consulta; demanda esta que apoya la mayoría de las personas opuestas a la segregación y que, hartas de tanta inmadurez política y del asqueroso guerracivilismo, desean ser convocadas a las urnas para poner fin a la creciente visceralidad.

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Y el PSOE, ensimismado y a remolque... 

A fuer de ser prudente, el PSOE ha vuelto a caer en la pusilanimidad. Ni siquiera tuvo reflejos para presentar y defender la propuesta de la consulta no vinculante. ¿O acaso eludió hacerlo premeditadamente?

Por motivos de oportunidad, se supone, Pérez Rubalcaba introdujo el debate del federalismo, reduciendo esa opción [que es la más racional, opino] a una anécdota secundaria. Y en una demostración más de su debilidad política, el PSOE se sumó a una hipotética reforma de la Constitución a pesar de que Mariano Rajoy la plantea a modo de reto: si tienen narices, ¡atrévanse a proponer la reforma de la carta magna!, vino a decir el líder del PP y presidente de Gobierno. 

En fin, un debate estéril, incluso innecesario, que solo sirvió para confirmar que el esañolista PP y los herederos del régimen nacional-católico no moverán un dedo para reformar la Constitución salvo que sea para poner un techo más bajo al déficit o limitar el gasto social... 

Por último, es obligado destacar que hubo una interviniente que elevó el volumen de su voz por encima de todas, Rosa Díez (UPyD), que se calzó las botas ultranacionalistas para soltar varias acusaciones gratuitas, falaces e innecesariamente agresivas, confirmando la existencia de un españolismo excluyente que condiciona todo cuanto se cuece en Madrispaña.

CON ANTERIORDAD:
«A los unionistas les interesa prolongar cuanto sea posible el conflicto España-Catalunya»;
«España: Si el poder no pone coto a las "guerras" inter-territoriales...».