17 junio 2006

Las guerras étnicas y la destrucción de Yugoslavia fueron premeditadas

Alemania federal ya financiaba a Tudjman en los años 70,
esa y otras injerencias alimentaron los odios y etnicismos
con los que los EE UU y la OTAN balcanizan Europa 
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Las informaciones oficiales afirman que todo empezó en 1991 y que el chispazo que desencadenó la tragedia lo provocó sólo y exclusivamente Belgrado al tratar de imponer criterios, valores e intereses serbios en el resto de los territorios federados. El simplismo arrasa.
Prácticamente todos los medios y la mayoría de los analistas "de orden" silencian que ya en la década de 1970 el servicio de inteligencia (BND) de la occidentalista Alemania federal (RFA) financiaba grupos de agitación y presión dedicados a promover la creación de un Estado croata por motivos étnicos e ideológicos, y alegando que toda Europa saldría beneficiada (¿?) con la fragmentación del mosaico y con la destrucción del "mal ejemplo" de la Yugoslavia de Tito. 

[Enlace a un excelente --por aséptico-- resumen cronológico de las Guerras Yugoslavas (1991-2001), vía Wikipedia]

La campaña anti yugoslava (o pro balcanización) más duradera en el tiempo, la alemana, tenía carácter estratégico y era avalada por toda la clase dirigente germana, desde consorcios financieros hasta partidos políticos, tanto los de gobierno como los de la oposición, conservadores y socialdemócratas.
Bonn promocionó durante largos años a Franjo Tudjman como líder de un futuro Estado croata. De hecho, antes de que estallara el conflicto armado en 1991, la vieja República Federal Alemana (RFA) y luego la Alemania ya unificada proporcionaron ayuda financiera a los nacionalistas eslovenos y croatas, además de haber entregado dinero con carácter personal (salario) durante casi un cuarto de siglo al mesiánico Tudjman.
Aunque durante las décadas de 1980 y 1990 las inquinas de la lejana segunda guerra mundial ya tenían influencia relativa en los Balcanes, la clase dirigente alemana (al igual que las de otros países europeos) no había olvidado el papel jugado por los serbios a lo largo de la historia reciente, por lo que Bonn y luego Berlín jamás asumió la existencia de una Yugoslavia unitaria.
Durante la primera y la segunda guerras mundiales, así como en el período entre ambos conflictos, gran parte de los habitantes de los Balcanes [con los serbios siempre en primera línea] lucharon económica y militarmente contra los pangermanistas y los musolinianos. En tamto que los nazis y fascistas tenían numerosos simpatizantes y aliados entre los bosniacos (bosnios musulmanes), así como en Croacia, Hungría y Rumanía.
Durante la segunda guerra mundial, la guerrilla yugoslava antinazi --en la que 8 de cada 10 de sus miembros eran serbios-- causaron graves daños materiales y humanos a la Wermatch.
Desde 1946 hasta la unificación, desde Adenauer hasta Kohl, la RFA siempre ha mantenido una firme posición antiyugoslava en todos los foros internacionales, propugnando por activa y por pasiva la reinstauración de las taifas que durante siglos han caracterizado y debilitado la región de los Balcanes.
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¿Cuándo, quiénes y por qué
decidieron fragmentar Yugoslavia?

Desde 1957, cuando se firmó el Tratado de Roma, en todas las reuniones de la CEE, CE y UE, así como en los foros internacionales en los que salía a colación la región de los Balcanes, la RFA siempre manifestó que sus proyecciones de futuro contemplaban la desaparición de Yugoslavia.
Todos los gobiernos de Occidente sabían que la región balcánica era de interés para la RFA y que esa actitud era secundada por Estados Unidos (EE UU).
En 1991, con motivo del Consejo Europeo de Mastrique (Maastricht), en el que la Comunidad Europea se convirtió en Unión Europea (UE), el canciller Kohl informó a sus homólogos de los Quince de que, en lo tocante a los Balcanes, Alemania siempre había aspirado a desmantelar la República Federativa Yugoslava (RFY) aludiendo a razones reales (aunque siempre exagerándolas) y supuestas (inventadas) de orden histórico, cultural y económico, para concluir siempre con la misma aseveración: el reordenamiento de las fronteras balcánicas favorecería la estabilidad del Viejo Continente... ¿?
Durante la cumbre de Mastrique, Kohl anunció por primera vez y oficialmente que Alemania estaba decidida a reconocer las independencias de Eslovenia y Croacia, pese a que esa decisión implicaba quebrar la legalidad internacional.
Francia y Gran Bretaña [París por motivos económicos y Londres obedeciendo como siempre las instrucciones de Washington] ramonearon durante varias horas, los expertos alemanes presentaron nuevos argumentos para ganar aliados y, finalmente, las delegaciones británica y francesa asumieron las tesis de Berlín y Washington.
Varios jefes de gobierno de la UE [entre ellos, Felipe González] manifestaron sus reservas y alertaron de los riesgos que comportaba la desaparición del Estado fundado por la Liga de los Comunistas.
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[La RFY de Tito fue aceptada en Occidente a cambio de que la URSS de Stalin permitiera que las tropas aliadas apoyaran a los monárquicos helenos para "laminar" al Partido Comunista Griego, que estaba en disposición de tomar el poder o, cuando menos, convertir el reino de Grecia en una república y, muy probablemente, obtener la mayoría parlamentaria]
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En la reunión de Mastrique la mayoría de los jefes de gobierno de la UE coincidían en propiciar la implantación en la RFY de una democracia al estilo occidental, pero de forma progresiva y por la vía de la economía, sin tensiones ni desestabilizaciones sociales y manteniendo la unidad territorial.

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Excepto las eslovenas,
todas las fronteras
inter-étnicas
eran difusas

En el ámbito de la antigua RFY han vivido y viven varias etnias, en su mayoría de la familia eslava. Además, la población de religión musulmana era (y es) mayoritaria en gran parte de Bosnia, en Albania, en el extremo sur de Serbia y en el noroeste de Macedonia.
Por ende, los musulmanes yugoslavos (bosniacos y kosovares) mantienen vínculos con los albaneses y con otros colectivos de la región balcánica que fueron islamizados durante la ocupación otomana.
En resumen, Yugosavia era y es un mosaico y trazar fronteras resulta tan difícil como dividir en barrios étnica y religiosamente uniformes ciudades como Londres, Marsella, Bruselas o París.
La política de Alemania, que ayudaba bajo mano a los nacionalistas croatas y eslovenos, acabó provocando la reacción de las numerosas minorías serbias que desde hacía varios siglos vivían en Croacia y Bosnia [en Eslovenia la presencia de serbios era y es testimonial].
Conviene recordar que prácticamente todas las familias serbias habían perdido a uno o más de sus miembros en las masacres perpetrados por los derechistas croatas y los bosnios musulmanes (bosniacos) que colaboraron con los nazis.
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Izetbegobic, el intolerante y exnazi bosniaco
que se disfrazó de demócrata

El líder bosniaco durante el asedio que sufrió Sarajevo en los años noventa, Alija Izetbegovic, fue durante su juventud militante del movimiento nazi, integrándose en la Ustacha [formación de raíces croatas que lideraba el gobierno yugoslavo satélite del III Reich], en apoyo a las tropas hitlerianas que ocupaban los Balcanes.
El joven Izetbegovic estaba en línea con el mufti de Jerusalén, que respaldó los proyectos imperialistas y petroleros diseñados por Hitler para Oriente Próximo.
Al igual que en el caso de Izetbegovic, los gloriosos pasados de otros dirigentes yugoslavos fueron convenientemente obviados por la práctica totalidad de los dirigentes de Occidente y, por descontado, fueron silenciados por la mayoría de los medios convencionales.
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[En los medios europeos son cada vez más los columnistas, tertulianos y periodistas amnésicos, o con escasos conocimientos de Historia, de modo que durante las guerras de los Balcanes la mayoría de los medios se limitaron --salvo honrosas excepciones-- a difundir los puntos de vista de los poderes económicos y gobiernos interesados en destruir Yugoslavia]
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Ideologías y criterios socio-económicos aparte, la Liga de Comunistas de Yugoslavia liderada por Tito había logrado la convivencia interétnica y, por ende, la RFY protagonizó un razonable desarrollo económico a la que vez que mantenía un elevado grado de independencia frente a Moscú y a las instituciones financieras (FMI y Banco Mundial), estas creadas recién terminada la segunda guerra mundial en la conferencia de Bretton Woods por los aliados occidentales.
Sin embargo, EE UU y Alemania (aunque por razones parcialmente distintas) odiaban el modelo de la RFY y su capacidad de contagio. En medios financieros y políticos de Occidente la unión yugoslava era calificada de "mal ejemplo", de "régimen excesivamente izquierdista" y de ser "demasiado independiente"; percepción que  cultivaron los poderes financieros y políticos occidentales durante los años más agrios de la guerra fría (décadas de 1950, 1960 y 1970).
En Washington, Londres, París, Bonn, Bruselas y Roma se veía con malos ojos el protagonismo de Tito, tanto porque obraba al margen de la Unión Soviética como por ser uno de los impulsores del movimiento de los países no alineados.
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De derecha a izquierda, el secretario de Estado de
EE UU, Warren Cristopher; el presidente de Croacia,
Tudjman, y sus homónimos bosnio, Izetbegovic,
y serbio, Milosevic, en la firma de los acuerdos
de Dayton (Ohio, EE UU), en 1995, cuyas cláusulas
acabaron siendo burladas por todas las partes

Estados Unidos apostó
por los minifundios,
como siempre

El enviado especial de la UE en Bosnia (observador privilegiado del conflicto y nada sospechoso de defender posiciones antioccidentales o antiamericanas), Lord Owen, ha dejado escrita esta frase en sus Memorias: «Respeto mucho a Estados Unidos, pero durante estos últimos años (1992-95) la diplomacia de ese país es culpable de la inútil prolongación de la guerra en Bosnia».
Al mismo tiempo que Bonn se afanaba, primero, en propiciar y luego en afianzar las independencias de Eslovenia y Croacia, Washington presionó y ayudó a Izetbegovic para que rechazara firmar la paz con los serbios de la región bosnia de Pale, donde "gobernaba" el supremacista cristiano Radovan Karadzic.
Por su parte, EE UU facilitó el suministro de armas a los musulmanes bosnios y aunque nunca se ha podido [ni se podrá] evaluar con detalle el alcance de sus aportaciones, está comprobado que Izetbegovic recibió grandes sumas de dinero de los EUA y también de varios países de mayoría islámica, sobresaliendo por su generosidad las inyecciones del régimen de los Saud.
En paralelo, el gabinete de Izetbegovic mantenía amicales relaciones con el aparato de Bin Laden, árabe de culto wahabita que hasta hacía cuatro días había colaborado con los servicios de inteligencia norteamericanos para derrocar el régimen pro soviético de Afganistán.
Cuando estalló el conflicto de Bosnia la situación era incomprensible. Por un lado, Washington y su principal aliado en Oriente Medio, Arabia Saudí, alimentaban económicamente a los bosnios musulmanes (bosniacos) y, en paralelo, Rusia y un vasto sector de la clase dirigente alemana apoyaban a los bosnios cristianos y a los serbios residentes en Bosnia.
Sin embargo, poco a poco la diplomacia de EE UU logró que Occidente apoyara al demócrata Izetbegovic.
Más contradicciones, imposible. Lo cierto, con perspectiva, es que ambos, Izetbegovic y Karadzic, eran hermanos políticos: ultranacionalistas y ambos, deleznables.
Iniciada la década de 1990, Washington, que había respaldado a Berlín, revisó su táctica y decidió poner coto a la influencia germana en los Balcanes y, de paso, debilitar a la UE.
La prolongación de la guerra alimentaba las pugnas entre los socios europeos y, por tanto, favorecía a EE UU, que mantenía y mantiene una actitud desconfiada frente a la UE, sobre todo por razones económicas y financieras, máxime una vez aprobado el proceso de unión monetaria.
Una vez desmantelado el enemigo soviético, a Washington le interesaba reforzar sus alianzas con los países de Europa del Este y de los Balcanes para, por un lado, poner coto a la expansión del europeísmo o al menos debilitar su peso político y, por otro, prestigiar a la OTAN como garante de las esencias del llamado mundo libre.
La guerra en y contra Yugoslavia también era una guerra en y contra el proyecto europeísta.
Tras la caída del muro de Berlín, una de las obsesiones de EE UU es impedir que la UE se erija como potencia política y financiera de referencia, para lo que conviene dificultar la unión monetaria e impedir que el euro reste poder a la bandera más genuinamente estadounidense: el dólar.
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FMI, el guardián
de los intereses financieros

En diciembre de 1989 y tras varios años de presiones, mientras los ultranacionalistas croatas (Tudjman) y bosniacos (Izetbegovic) recibían ayudas de Occidente y de entidades saudíes e islamistas destinadas a dinamitar Yugoslavia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) obligó al Gobierno federal yugoslavo a renegociar la deuda externa.
El FMI impuso condiciones de amortización tan draconianas que el primer ministro de la época [el honesto pero pusilánime Markovic; liberal, que no neoliberal] se vio obligado a pedir ayuda a EE UU (siendo presidente George Bush padre) a fin de evitar la quiebra de la RFY.
Al igual que en otros casos [ver el libro Los criminales económicos a sueldo, de John Perkins, ex ejecutivo del FMI], EE UU atendió la llamada de Markovic y ofreció su ayuda pero condicionándola a una serie de requisitos políticos, financieros y comerciales.
Así, obligada por Norteamérica y el FMI, Yugoslavia empezó a atemperar su posición en los foros internacionales, redujo los subsidios a las empresas públicas y, por si fuera poco, el sistema bancario yugoslavo fue reformado en profundidad.
La ayuda norteamericana provocó, de entrada, que entidades de crédito extranjeras tomaran ventajosas posiciones en el país y que numerosas empresas autóctonas quebraran.
Al paso de unos meses, más de 600.000 yugoslavos perdieron el empleo y la capacidad adquisitiva de la población descendió drásticamente: una media del 40 %.
Estudios económicos no institucionales estiman que durante el período 1985-1991 la situación económica de los yugoslavos sufrió un retroceso de 15 años, como mínimo y en zonas rurales la economía de las familias regresó a las postrimerías de los años sesenta. 
El deterioro económico generó constantes enfrentamientos entre las distintas repúblicas y entre éstas y el Gobierno central, que era incapaz de cumplir con sus obligaciones presupuestarias. Esas pugnas, además, eran emponzoñadas por los ultras croatas y bosniacos.
Una vez desmantelada la economía social yugoslava y encendidos los radicalismos étnicos y religiosos, el objetivo de destruir Yugoslavia estaba cada vez más cerca.
La guerra en y contra Yugoslavia, aparte de ser una guerra en y contra Europa y el europeísmo, también era la guerra que interesaba a quienes aprovechando la globalización de la economía promueven la creación de un gobierno mundial en la sombra.
El nuevo presidente de Serbia, Milosevic, político pasional, autoritario y convencido de que su misión era salvar Yugoslavia, no era precisamente el líder más apropiado para pilotar la readecuación de la RFY al escenario internacional surgido tras la caída del muro de Berlín. Pero en contra de lo que se ha dado a entender, Slobodan Milosevic no era el único visionario, ni siquiera fue el que dio el primer empujón hacia el abismo.
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Los milicianos de la Ustacha, cuyo régimen controló
Yugoslavia durante el período 1941-45, perpetraron
miles de asesinatos y administraron con rigor
criminal 
el campo de concentración de Jasenovac  

¿Qué representaban
Tudjman e Izetbegovic?

La mayoría de los dirigentes ultranacionalistas croatas, bosniacos, kosovares, eslovenos y montenegrinos (fueran musulmanes, ortodoxos, católicos o agnósticos) han sido presentados en Occidente como víctimas, insistiendo en que el único culpable de todos los desastres y tragedias eran Milosevic y los panserbios.
Esa visión es falaz, casi todos los líderes de las naciones integradas en Yugoslavia contribuyeron a destruir la RFY y alimentaron los odios étnicos, culturales, religiosos e ideológicos hasta envenenar la convivencia.
De muestra un botón: el día que asumió la presidencia de Croacia, el educado, amable y tolerante Franjo Tudjman declaró, entre otras lindezas, la siguiente: «Estoy muy satisfecho de que mi esposa no sea judía ni serbia» (sic).
El admirado Tudjman no sólo er
radicó todo rastro de la RFY, sino que restableció la moneda y la bandera del régimen satélite del nazismo y la nueva Administración croata expulsó o provocó la huida de decenas de miles de serbios residentes en territorio croata sin que Occidente alzara la voz.
Con motivo de la campaña para las elecciones bosnias de 1990, Izetbegovic reeditó un opúsculo que había escrito hacía ya varios años, titulado Declaración islámica, en el que reza este principio de gobierno: «No existe paz ni coexistencia entre la religión islámica y las instituciones sociales y políticas no islámicas».
Pese a ello, el xenófobo líder bosniaco fue presentado en Occidente como un mártir y administró el país como una finca privada: permitió la corrupción organizada y sistemática, el contrabando y el mercado negro; utilizó a su antojo la ayuda financiera internacional, dio refugio a islamistas partidarios del uso indiscriminado de la violencia y aprovechando la complicidad o la ceguera de Occidente, recibió apoyo de Al Qaeda y el ejército bosniaco se benefició del concurso de varias decenas de experimentados guerreros de la milicia talibán.
Durante las guerras de los Balcanes, todos los bandos han perpetrado crímenes y todos se han empleado con similar desprecio por la vida y conculcado los derechos humanos; pero sólo han sido remarcados y publicitados con insistencia los perpetrados por los serbios.
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En Bosnia abundaban los odios, 
pero ¿eran insuperables?...

Desde hacía siglos, en el territorio de la actual Bosnia convivían tres grandes grupos nacionales [no obstante, la expresión grupos nacionales es científicamente incorrecta]: los bosnios (44 % de la población en 1985, de los que entonces --vigente la RFY-- un 55 % de ellos reconocía profesar la fe musulmana); los serbios (30 %), y los croatas (12 %), a los que hay que sumar los yugoslavos que no se alineaban con una u otra etnia, la mayoría hijos de parejas mixtas... ¡o serbios!
Iniciada la década de 1990, alegando motivos fundamentalmente económicos los líderes nacionalistas se empeñaron en dividir el territorio bosnio entre esos tres grandes grupos.
La pretensión era absurda porque las poblaciones estaban completamente mezcladas, si bien la mayoría de los bosnios vivían en las ciudades mientras que los serbios y los croatas se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y ganadería, por lo que residían en el rural, en pequeñas localidades y en casi todas las comarcas del país.
Resumiendo: la única forma de destruir Bosnia consistía en exacerbar los pleitos étnicos, religiosos o culturales, organizar migraciones forzosas, pogromos incluidos, y si era necesario, provocar la guerra.
En principio, los miles de civiles serbios residentes en Bosnia [los llamados serbo-bosnios] que luchaban contra los croatas y bosnios no lo hacían para ocupar territorios ajenos, sino en respuesta a las agresiones de los bosniacos (bosnios musulmanes), que eran (y son) mayoría en Sarajevo y en la Administración bosnia. En principio, los serbo-bosnios sólo pretendían conservar sus tierras y garantizar las vías de comunicación existentes entre los distintos enclaves.
Otra cosa es que esa situación fuera aprovechada por el sector más ultra, el liderado por Karadzic y Mladic, defensores de la Gran Serbia y de un proyecto ultranacionalista para el que era preciso acabar con la existencia de una Bosnia independiente en la que, para colmo de insensateces, Itzetbegovic también había puesto en marcha un plan para asfixiar las economías de las minorías croata y serbia residentes en Bosnia.
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Milicias musulmanas al servicio del régimen bosniaco, a
las que se incorporaron cientos de voluntarios captados
por varias organizaciones de ámbito internacional
(incluida Al Qaeda), desfilando con la bandera
negra de la Yihad al frente en la parada militar
celebrada en Zenica (Bosnia central), en 1995

El principal
desencadenante
no fue étnico

Dando por cierto (que no lo es) que la esencia del programa de Milosevic fuera crear la Gran Serbia y lograr la preponderancia de los serbios sobre todos los demás ex yugoslavos, es obligado concluir que fracasó estrepitosamente.
Prueba de ello es que en la actualidad, junio de 2006, 1 de cada 5 habitantes de la Serbia actual no es serbio y en Belgrado la tasa de residentes de origen foráneo es incluso superior. En la capital serbia siguen afincadas sin problemas las minorías de siempre: gitanos, albaneses, macedonios, turcos, húngaros, croatas, eslovenos e incluso abundan los bosnios, amén de los colectivos austriaco, rumano y moldavo.
Contrariamente a la imagen que han difundido la mayoría de los medios de comunicación convencionales, hoy Serbia es el único territorio de la antigua Yugoslavia donde sigue existiendo pluralidad étnico-cultural.
Por el contrario, en todos los demás países de la extinta Yugoslavia (exceptuada Eslovenia) la limpieza étnica ha sido sistemática, ora abiertamente ora de forma solapada, pero constante y persistente, por la vía de la economía o aplicando políticas excluyentes, sobre todo imponiendo discriminaciones sociales, laborales y administrativas.
El principal objetivo de esas limpiezas casi siempre silenciadas en Occidente siempre es el mismo (exceptuada Eslovenia): expulsar a los serbios. Las cifras del éxodo serbio vivido en Bosnia, Croacia y luego en Kosovo son irrefutables pero han sido silenciadas.
Cuando se trata de condenar crímenes abominables, es obligado respetar los datos comprobados. La propaganda y la ocultación de parte de los hechos han sido tan sistemáticos que incluso han minado la credibilidad de quienes con razón y con datos condenan las matanzas.
En el caso de la masacre de Srebrebica, el más conocido y utilizado de los crímenes perpetrados por los radicales serbo-bosnios, se ha ocultado que parte de las víctimas murieron en combate, se han exagerado las cifras de civiles ejecutados y entre otros detalles igual de escabrosos, se ha omitido informar de que los investigadores del Tribunal de La Haya descubrieron que decenas de supuestas víctimas fueron localizadas meses después votando en las elecciones o tomando parte en otros combates con el ejército bosniaco.
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A la izquierda, Nasser Oric en los primeros
años noventa y a la derecha, en la actualidad

El bosniaco Nasser Oric
decapitaba civiles y
Occidente no dijo ni mu

¿Por qué han sido silenciados datos que son esenciales para valorar el drama en su justa medida? La comarca de Srebrenica estaba habitada por bosnios y serbios de distinta religión o agnósticos; todos entremezclados, pero los serbios habían sido expulsados en 1993 en una operación de limpieza étnica organizada por Izetbegovic, episodio silenciado en Occidente.
El general francés Morillon, que dirigía las fuerzas de la ONU en un área que incluía Srebrenica, dejó constancia escrita de que en enero de 1993 el comandante bosniaco [bosnio musulmán] Nasser Oric atacó a los civiles serbios de la zona, «llegando a cortar cabezas», así consta en informe oficial de Morillon: «Hubo masacres abominables cometidas por las fuerzas de Oric en todos los pueblos de la vecindad», precisa el atestado. 
Los asesinatos perpetrados por Oric no justifican la venganza en la que posteriormente incurrieron las tropas de Mladic. Pero, ¿por qué han sido sistemáticamente silenciados los crímenes de uno de los bandos?   
En teoría, según la información oficial y al igual que ocurrió en otras comarcas bosnias, la zona de Srebrenica había sido desmilitarizada por Naciones Unidas. Pero era falso. La de Srebrenica y otras desmilitarizaciones eran poco más que convenciones para tranquilizar conciencias y "certificar" mediáticamente que la interposición funcionaba.
La comarca de Srebrenica había sido elegida por Izetbegovic para reagrupar tropas y milicianos bosniacos (bosnios musulmanes) comandados por Nasser Oric, operación que se llevó a cabo delante de las narices de los observadores de Naciones Unidas.
Es más, fuerzas de interposición de la ONU impidieron que los militares bosniacos fueran atacados por el ejercito serbo-bosnio del ultranacionalista Mladic, que estaba y siguió al acecho.
Varios oficiales de la fuerza de interposición han testificado que las tropas bosniacas se retiraron de la comarca de Srebrenica sólo una semana antes de la masacre. A ese respecto el general francés Germanos declaró meses después que «Oric nos había informado en repetidas ocasiones de que les habían ordenado abandonar la zona porque [Izetbegovic] prefería que Srebrenica cayera en manos de Mladic».
¿Por qué?, ¿para qué?...
¿Qué pretendía con esa maniobra el líder bosnio musulmán?
Para responder a esta cuestión es útil recordar que --según precisó Morillon-- Izetbegovic «se opuso frontalmente a que la población civil de Srebrenica fuera evacuada pese a que la mayoría de las familias querían abandonar la zona al mismo tiempo que lo hacían las tropas de Oric».
Morillon llegó a plantear que, «posiblemente, Mladic cayó en una trampa en Srebrenica»...
Dicho de otro modo: movidos por su fanatismo, los ultras serbios picaron el anzuelo, dieron rienda suelta a su odio y perpetraron la matanza que ha proporcionado a Izetbegovic su mejor pieza propagandística.
En la destrucción de la paz y de la federación yugoslava no hay ningún líder político inocente y es prácticamente imposible determinar cuál de ellos jugó el papel más negativo.
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El sinsentido de Kosovo
y la ejemplar racionalidad
en el distanciamiento
Montenegro-Serbia

[Este párrafo ha sido añadido en 2008]
El 24 de marzo de 1999 la OTAN inició el bombardeo de Serbia, sobre la que fueron lanzados 2.300 misiles y 14.000 bombas, según datos oficiales. Así se consumó la larga lista de ignominias, medias verdades y mentiras que condujeron a la destrucción de la RFY. 
El despiece queda casi rematado con el referéndum recién celebrado en Montenegro, donde el 55 % de los votantes han apostado por la independencia. Cuando el resultado del plebiscito se sustancie, a los partidarios de modificar el mapa político, social y económico de los Balcanes sólo les faltará crear otra nación: Kosovo; una vez caída la pieza kosovar sólo quedará el consuelo de que Serbia y Montenegro han sido capaces de evitar la violencia consensuando la segregación de la nación montenegrina.

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