La decisión del Tribunal Supremo de impedir que Iniciativa Internacionalista se presente a las elecciones al Parlamento Europeo convocadas para el próximo día 7 de junio ha sido corregida por el Tribunal Constitucional.
Pese a su calado jurídico-político, la más que discutible decisión del Supremo --sin menoscabo de que las sentencias judiciales deban ser acatadas por imperativo legal-- apenas había merecido en los medios la atención y el rigor que requería, no en vano el veto judicial podría tener consecuencias de hondo calado.
Pese a su calado jurídico-político, la más que discutible decisión del Supremo --sin menoscabo de que las sentencias judiciales deban ser acatadas por imperativo legal-- apenas había merecido en los medios la atención y el rigor que requería, no en vano el veto judicial podría tener consecuencias de hondo calado.
Con independencia de las filias, las fobias, las convicciones y la ideología de cada cual, la candidatura de Iniciativa Internacionalista merece atención, no sólo porque es una opción novedosa, sino también porque en gran medida rompe [o contribuye a romper] la inercia sistémica que está contaminando a un sector de Izquierda Unida, la misma que hace ya años laminó las esencias ideológicas y destruyó los criterios socio-económicos del viejo PSOE, pues todo indica que ha renunciado a ser un partido socialista.
Me enteré de la noticia esta mañana y me ha alegrado enormemente. No se puede utilizar la judicatura para eliminar de un plumazo opciones políticas que no te gustan e incomodan. Alguna vez el partido socialista tendrá su merecido en los resultados electorales porque cada vez están más lejos de lo que es una política en un estado de derecho, en una democracia sólida y avanzada. Cada vez estamos más defraudados personas que hemos optado siempre por una política progresista. Ahora esa opción me temo que ya no la representan ellos. No hay más que ver sus últimas decisiones: alizanzas incomprensibles, recorte de competencias en la Audiencia Nacional, apoyo a una Ley de Partidos cuando menos dudosa... y un largo etcétera.
ResponderEliminarPerdona mi extensión. Un beso
Ya ha salido diciendo Otegui (el hombre de paz, no nos olvidemos) que II se ha ofrecido para recoger el voto de la izquierda abertzale, los mismos que apoyan a ETA.
ResponderEliminar¿ No es suficiente eso para ilegalizar II ?
A Josito,
ResponderEliminarNo, para nada. El hecho de que ciudadanos que votaron a Batasuna voten ahora a II carece de relevancia legal y no es indiciario de nada.
Eso sí, las palabras de Otegi, que gracias a PP y PSOE goza de altavoces y propaganda gratuitos, sirven para especular y darle a la matraca de ETA.
Personalmente, condeno la violencia, pero considero irrelevante y absurdo que una organización política deba hecerlo de forma expresa y, al poaso que vamos, de rodillas y ante notario.
Por la misma regla de tres TODAS las organizaciones civiles deben hacer constar esa condena en sus estatutos y hacer declaracione públicas al respecto. TODAS, desde las AA VV hasta los sindicatos, pasando por los gremios, las asociaciones profesionales, las de senderistas y ecologistas, las patronales y los centros de boy-scouts... TODAS.
Otra cosa es que haya partidos políticos (básicamente PP y PSOE) que han convertido ETA en un ¡¡¡referente para legislar!!! Es aberrante.
Practicar la violencia y justificarla es delito, quien la practique y quien lo justifique que sean procesados, sean quienes sean. Y punto.
No, Félix, que yo sepa, los boy-scouts no se presentan como partido político en el País Vasco, ni son representantes de la ciudadanía en ningún ayuntamiento, por tanto, si quieren, que no condenen a nadie, es su problema.
ResponderEliminarLa cuestión es que cuando HB o cualquiera de sus franquicias no condenan un asesinato de ETA están, de alguna manera, apoyando ese proceder, y, a mi entender, son cómplices por omisión, y, por tanto, carecen de legitimidad para poder representar a nadie. Además de que se ha demostrado que reciben órdenes de ETA y, en muchas ocasiones, los etarras pertenecen o han pertenecido a dicho partido político, auténtico vivero de "valientes" gudaris.
A JOSITO,
ResponderEliminarNadie, ninguna persona física ni jurírica, tampoco una organización política, tiene derecho a condenar a nadie.
Ese poder es exclusivo de los tribunales.
Aplicando tu razonamiento, las industrias químicas que no condenen pública y oficialmente la contaminación con minerales pesados son sospechosas de contaminar o potenciales contaminadores y, por tanto, deberían ser penalizadas o castigadas de alguna forma.
Los asuntos jurídico-legislativos no tienen atajos ni pueden ser zanjados con medidas tan excepcionales como burdas, abriendo "paréntesis" al gusto para determinadas materias o con ciertos justiciables.
Nadie sensato justifica o apoya los delitos ni a los delincuentes (¡¡¡salvo en el caso de que el delito sea perpetrado por un político profesional!!!, conviene no olvidar esto); pero nadie está obligado a manifestarse públicamente al respecto.
Por cierto, hay quienes se pronuncian públicamente en defensa de imputados e incluso justificándolos (casos Camps o Fabra) e incluso en favor de condenados (caso Barrionuevo) y no pasa nada....
Si la obligación legal de condenar delitos y delincuentes existe, debe existir para todos los supuestos, no sólo para quienes apoyan a un solo tipo de imputados o condenados y para un solo tipo de delitos.
Ahí radica la perversión de la aberrante Ley de Partidos, pues con ella se ha abierto una espita que en cualquier momento puede ser utilizada para imponer absurdos que minan derechos.
Con independencia de todo esto, nadie --ni José Pérez, ni Juan Pueblo, ni II-- puede ser obligado a condenar nada.
Evidentemente, apoyar delitos es delito, pero callar NO lo es, ¡¡¡salvo en el caso de los etarras!!!
En cambio, sí es legal e incluso "admirable" apoyar a un político profesional imputado o condenado.
La verdad, la legislación española es "infantil", por no emplear otro calificativo.
La Ley de Partidos es una barbaridad y aunque me guste tanto II como un dolor de cabeza era realmente absurdo prohibir su existencia. Absurdo y antidemocratico.
ResponderEliminarK,
M