Esta semana, hay un asunto que quizá merecería más atención de la que le han prestado los medios y los ciudadanos en general: un sondeo indica que el 56 % de los españoles se niegan a recibir información (o a comprarla) porque los periódicos y las emisoras de radio y TV ofrecen demasiadas malas noticias.
Dando por buenos los resultados de ese interesante trabajo y, por tanto, admitiendo que ofrece un razonable reflejo del asunto, cabe llegar a una conclusión inquietante: 56 de cada 100 ciudadanos optan por vivir de espaldas a la realidad.
Dando por buenos los resultados de ese interesante trabajo y, por tanto, admitiendo que ofrece un razonable reflejo del asunto, cabe llegar a una conclusión inquietante: 56 de cada 100 ciudadanos optan por vivir de espaldas a la realidad.
Ciertamente, esa conclusión merece ser relativizada por varios motivos, entre los cuales, a bote pronto, hay dos de especial relevancia:
Primero, las encuestas, encuestas son y conviene tener en cuenta que entre las virtudes más extendidas no figura precisamente la sinceridad --tara que en España adquiere dimensiones especialmente hirientes.
Segundo, que complementa lo anterior, acostumbra a ocurrir que entre las opciones de respuesta que ofrecen los sondeos, no pocos encuestados eligen la explicación más llamativa, la que les dignifica más a ellos mismos o, alternativamente, la más hiriente para alguien o la más crítica con algo, u otras respuestas que al interrogado le parezcan más adecuadas vaya usted a saber por qué... En resumen, las encuestas, encuestas son.
Por otro lado, conviene tener en cuenta otro factor que en gran medida compensaría los efectos de los condicionantes ya expuestos. Se trata de lo siguiente: si usted, amable lector o lectora, observa la realidad, desde la economía y la política hasta los hábitos y valores sociales y culturales, y es sincero consigo mismo, comprobará que leer, escuchar o telever los medios convencionales proporciona una visión dulcificada de la realidad.
Dicho de otro modo:
Si los medios fueran menos caritativos a la hora de describir los hechos y profundizaran en ellos, ese 56 % de españoles que cierra los ojos aumentaría muy probablemente 15, 20 o más puntos.
En todo caso --insisto, extrapolando datos y subrayando que la demoscopia es un instrumento muy útil, pero sus resultados jamás constituyen verdades científicas--, la referencia del sondeo de marras es demoledora y, entre otras aportaciones, ayuda a entender el masoquismo con el que tradicionalmente se comporta la masa electoral.
Me incluyo con ciertos matices. No vivimos de espaldas a la realidad, no se puede. Vivimos de espaldas a la información -o lo que sea- sobre esa realidad. Somos incapaces de asimilarla, entenderla, creerla...
ResponderEliminarEste sí, es el gran problema de España: carecemos casi por completo de tradición cívica y conciencia política.
ResponderEliminarSaludos cordiales y agotados por el calor.
"Cuanto más leo menos sé lo que pasa" dice hoy Eduardo Mendoza en La Opinión A Coruña. Es el complemento perfecto a lo que quería expresar yo en en el primer comentario.
ResponderEliminarSalud.
Enlace a la entrevista a Mendoza que publica hoy La opinión de A Coruña que, en efecto, vale la pena leer:
Eliminarhttp://www.laopinioncoruna.es/cultura/2012/08/19/eduardo-mendoza-leo-pasa/637948.html