09 julio 2015

Libertad de mentir

Hay dos tipos básicos de manipulación o intoxicación informativa. Una es la que todos conocemos y que ya es admitida como normal, incluso lógica y legítima. Por ejemplo, la que estos días practican dirigentes políticos y medios al afirmar con mayor o menor rotundidad que para estar en la Unión Europea y para formar parte de la "mejor" Europa es preciso pertenecer a la unión monetarista porque fuera de ella reinan el caos y la miseria.
El segundo tipo de manipulación e intoxicación es más profundo y persistente. Sin abandonar el asunto ya mencionado, los representantes de esta opción son quienes también dan por cierto el infierno que hay fuera del euro pero lo explican de forma educada y aparentemente racional, sin flagrantes exageraciones ni mentiras evidentes.
Centrémonos en el primer tipo de manipulación e intoxicación, el aquí presentado como "normal", que es el más directo y cotidiano [del otro estilo, el modoso e inteligente, ya hablaremos usted y yo otro día].

Viñeta, J·R·Mora
Cada día 
y en abundancia

Hay un ejemplo muy reciente que es pintiparado por didáctico: el pasado martes, Pablo Casado (PP) afirmó públicamente a través de la Cadena SER que tras el "no" del referéndum se había desatado una oleada de atracos y violencia en Grecia. Pese a ser monstruosa y evidente, los responsables del medio emitieron la falacia sin matiz ni pero alguno, en aplicación del curioso concepto de libertad de información imperante en España.
Sólo es la más llamativa de las últimas demostraciones -las hay a diario- de que en España se considera "normal", admisible, lógico y periodísticamente justificable que alguien más o menos conocido y/o respetable largue una mentira y el medio la difunda, ¡lo cual es lógico!, pero sin advertir a la audiencia de que el tipo en cuestión ha dicho una barbaridad. Esto es lo ilógico, además de contrario a la más elemental ética informativa, máxime cuando la manipulación, intoxicación o mentira tiene probados e inmediatos efectos perversos o perjudiciales para las personas.
Lo "correcto" es garantizar la difusión de la falsedad… ¡manda narices!
Hay manipulaciones e intoxicaciones (máxime cuando son tan extremas como la de Pablo Casado) que luego son parcialmente desmentidas por los hechos y ahí radica el disparate: ninguna mentira difundida queda totalmente contrarrestada, el autor siempre consigue que sus palabras alcancen la calidad de hecho cierto o de hipótesis verosímil entre un porcentaje más o menos elevado de lectores, radioyentes o telespectadores.
En España, la táctica del "miente que algo queda" es habitual y lo más terrible: durante años esa práctica ha sido legitimada por todos los grandes medios de información.
..
Nadie está a salvo de los efectos

Militantes de todas las ideologías, funcionarios de todos los rangos y ministerios; economistas, ingenieros, médicos, abogados, historiadores, biólogos y demás gentes con instrucción universitaria; personas adineradas, pequeños empresarios, autónomos y asalariados; hombres y mujeres; cuarentones, ancianos y lo más grave, también los jóvenes y adolescentes, casi todos los españoles se están educando, han madurado o envejecen con la convicción de que la libertad de información consiste en que los medios difundan todo cuanto dice o escribe cualquiera de cualquier cosa, ¡mentiras incluidas!
Es más, los biempensantes que amparan la simpleza de lo "políticamente correcto" arremeten cual iluminados cuando un medio se atreve a informar a su audiencia de que lo dicho por alguien es falso.
Casi todos los autorizados oficialmente a sentar cátedra de lo bueno y de lo malo en Periodismo se han olvidado -voluntariamente o por comodidad- de que una cosa es opinar y otra radicalmente distinta, inventar hechos.
Los gurús institucionales pueden darle las vueltas que quieran y buscar mil y una excusas, pero la bendita "corrección política" de la Transición también consagró la libertad de mentir.
Después de la cal y de la arena, la segunda bien tapadita, la "gente correcta" ha ido imponiendo la teoría de que los medios son más libres, más serios o más progres si respetan el derecho a mentir de sus periodistas, colaboradores e invitados.
Hoy, el debate de la mentira en el Periodismo sigue aparcado, como muchos otros abiertos el 20 de noviembre de 1975 y mal cerrados el 6 de diciembre de 1978.

2 comentarios:

  1. -¡Qué atentado contra la libertad de expresión!- protestará el tal Casado. -¿Adónde vamos a llegar si ya no se puede ni calumniar?

    Y es muy probable que remache:
    -¡Vamos a terminar peor que los bolivarianos!

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    1. A toro pasado, Casado ha "acusado" a ABC de haber difundido esa falsa noticia. Ignoro si es así o al revés (es decir, que una fuente de la derecha griega o española haya "engañado" a ABC).
      Sea como fuere, en mi opinión cabe colegir que desea/n que Grecia sufra una oleada de violencia. En todo caso, pensar (o desear) es opinar y la opinión es aceptable aunque contenga una barbaridad, incluso en este caso sería legítima (aunque no respetable); pero inventar hechos y difundirlos cual información probada carece de justificación.

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