Hay ocasiones en que es imposible encontrar una explicación jurídicamente racional a ciertas sentencias, como es el caso de la emitida por el Juzgado de Torrejón de Ardoz (Madrid) que el pasado día 3 dictaminó: «Se prohíbe el adoctrinamiento del hijo común menor, así como que participe de los ritos, ceremonias o cualquier acto que como institución o grupo celebren los testigos de Jehová», según informa el periódico digital El Español.
La autoridad judicial ha intervenido a petición de la madre, que denunció al padre [la pareja está separada] y a los abuelos paternos por los desordenes mentales y de comportamiento que sufre el niño a causa de que es adoctrinado en la fe de los Testigos de Jehová.
En principio, desde una óptica laica, escéptica y racionalista, así como atendiendo al bienestar del menor, la disposición judicial es positiva, no en vano las religiones (creencias) inculcan dogmas y para colmo sus propagandistas acostumbran a acompañar su enseñanza con amenazas de infiernos y otros males que en mayor o menor medida causan desazón, estados de ansiedad y en numerosas ocasiones graves desordenes psicológicos, amén de fanatismo y obcecación, máxime en los menores de edad.
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Más allá de la patria potestad
Si la información de El Español es correcta, el juez ha prohibido que el menor asista a las ceremonias de los Testigos de Jehová para evitar que el niño sufra «pesadillas por la noche», tal como alegó la madre: «se despierta de repente y me dice: "¡Mamá, hay demonios, hay demonios en la habitación!"»; amén de otras consecuencias negativas.
Al grano: la sentencia da por cierto que el adoctrinamiento perjudica al niño y precisamente en ese punto es donde resulta incomprensible, pues el funcionario de Justicia no se ha limitado a aplicar el principio de que la patria potestad compartida obliga a los cónyuges a consensuar las decisiones que afectan a la salud, el bienestar y la educación del hijo, sino que va más allá y asume que el adoctrinamiento es dañino. Punto.
La pregunta, pues, es obligada: ¿acaso solo son dañinos los dogmas, los demonios y las amenazas de fuego eterno de los Testigos de Jehová?
El episodio da para mucho, pues según narra El Español entre los alegatos de la madre para instar la intervención de la Justicia también figura la homofobia:
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¿Solo es negativa la homofobia de los Testigos de Jehová?
Si el juez prohíbe la enseñanza de esa religión y lo hace solo en este caso puntual porque la decisión no ha sido consensuada entre el padre y la madre del menor, no hay nada que objetar; pero si el juez basa la prohibición impuesta en los daños psicológicos y de comportamiento que causa el adoctrinamiento religioso, el episodio es de mayor enjundia porque certifica oficialmente que hay funcionarios impartiendo Justicia (sean pocos o muchos) que saben perfectamente [al igual que todos los ciudadanos que no cierran los ojos] que el adoctrinamiento religioso daña en mayor o menor medida el equilibrio mental, la salud y la educación de los niños.
¿Y los legisladores?
En la cúpula de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo del Estado español siguen vivos los criterios del nacional-catolicismo. No le dé usted más vueltas: el catolicismo es la Verdad, las demás religiones son falaces y las personas agnósticas, ateas o que anteponen el raciocinio a las creencias son [somos] agentes del mal supremo, como en los cómics pero con el aval del Estado...
Algún día, alguien se atreverá a dar ese paso que falta y pondrá una denuncia contra el "adoctrinamiento aceptable", o sea, el católico, con sus secuelas de culpabilidad, autoexamen morboso, obsesiones, liquidación del sentido crítico a expensas de la fe, menosprecio hacia las mujeres (incapacitadas "de natura" para el sacerdocio), creacionismo anticientífico, etc, etc.
ResponderEliminarTan secta la una como la otra, y está por dilucidar cuál más dañina.