En Ciencia Económica (con mayúscula) y en lo tocante al funcionamiento de la actividad bancaria, existen dos prácticas históricas y fundamentales: Los depósitos de dinero en los que el impositor autoriza que su capital sea utilizado por el banquero; es decir, lo que actualmente se denominan depósitos a plazo. Y la segunda modalidad la constituyen las imposiciones hechas para servirse del banco como si de una hucha se tratara (los llamados depósitos a la vista).
El dinero depositado a plazo puede ser utilizado por el banquero, pero con la obligación de devolverlo al propietario en el plazo previsto y con los intereses pactados. Mientras que los depósitos a la vista o en custodia no tienen porque generar intereses y el banquero está obligado a devolverlos total o parcialmente cuando quiera el cliente.
El dinero depositado a plazo puede ser utilizado por el banquero, pero con la obligación de devolverlo al propietario en el plazo previsto y con los intereses pactados. Mientras que los depósitos a la vista o en custodia no tienen porque generar intereses y el banquero está obligado a devolverlos total o parcialmente cuando quiera el cliente.
En aplicación de criterios económicos clásicos --por ejemplo, en Derecho Romano--, el banquero que hace uso del dinero depositado a la vista incurre en delito; sin embargo, en Europa y a partir del siglo XVIII [aunque las prácticas y las fórmulas aplicadas varían en el tiempo, tanto en Europa como en el mundo islámico y en Oriente] se reguló la posibilidad de que el banquero utilizara los depositos a la vista con la condición de que conservara un fondo o, ya en el siglo XIX y de forma general en toda Europa, el banquero también podía optar por tener parte del dinero depositado y garantizado en y por el Estado. Lo que hoy se denomina coeficiente de caja.
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Modernización interesada
Tan profunda ha sido la modernización (¿o perversión?) de criterios y hábitos que en la actualidad ningún banco podría devolver ni la cuarta parte del dinero depositado a la vista si lo reclamaran sus clientes.
¿Cómo lo han solventado? Muy fácil: los Estados (vía bancos centrales) han ido asumiendo cada vez más y más responsabilidades para garantizar los depósitos y, para colmo, lo hacen con dinero público.
Es más, actualmente los Estados incluso reponen el capital dilapidado por error o por desidia de los gestores bancarios, perdonando la desaparición de fondos, lo que casi siempre ocurre para satisfacer la codicia y en numerosos casos, incurriendo en delito. Así de sencillo.
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Tan profunda ha sido la modernización (¿o perversión?) de criterios y hábitos que en la actualidad ningún banco podría devolver ni la cuarta parte del dinero depositado a la vista si lo reclamaran sus clientes.
¿Cómo lo han solventado? Muy fácil: los Estados (vía bancos centrales) han ido asumiendo cada vez más y más responsabilidades para garantizar los depósitos y, para colmo, lo hacen con dinero público.
Es más, actualmente los Estados incluso reponen el capital dilapidado por error o por desidia de los gestores bancarios, perdonando la desaparición de fondos, lo que casi siempre ocurre para satisfacer la codicia y en numerosos casos, incurriendo en delito. Así de sencillo.
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Casi todos callan por miedo o por conveniencia
Tal es, resumiendo, la evolución del sistema bancario capitalista.
Convendría, pues, que en lugar de artillar justificaciones, las autoridades asumieran la responsabilidad de corregir aberraciones, de modo que los bancos que quiebran... ¡quiebren oficialmente y a todos los efectos!
En gran medida, la actual recesión es hija de ese progresivo deterioro de la actividad bancaria, a lo que ha contribuido poderosamente la desregulación (a la que algunos denominan liberalización).
Errores, lo que se dice errores, hay pocos.
Sin embargo, ningún dirigente de los grandes partidos políticos ni ningún economista sistémico ha tenido la honestidad de reconocer el rosario de renuncias y egoísmos que explican las cíclicas crisis sistémicas, entre las que destacan las provocadas por los banqueros manirrotos.
TEXTO RELACIONADO: "Contra la usura", por Kechu Aramburu.
Convendría, pues, que en lugar de artillar justificaciones, las autoridades asumieran la responsabilidad de corregir aberraciones, de modo que los bancos que quiebran... ¡quiebren oficialmente y a todos los efectos!
En gran medida, la actual recesión es hija de ese progresivo deterioro de la actividad bancaria, a lo que ha contribuido poderosamente la desregulación (a la que algunos denominan liberalización).
Errores, lo que se dice errores, hay pocos.
Sin embargo, ningún dirigente de los grandes partidos políticos ni ningún economista sistémico ha tenido la honestidad de reconocer el rosario de renuncias y egoísmos que explican las cíclicas crisis sistémicas, entre las que destacan las provocadas por los banqueros manirrotos.
TEXTO RELACIONADO: "Contra la usura", por Kechu Aramburu.
Primero, un dato: aproximadamente el 50% de los depósitos bancarios en España son cuentas a la vista, y el coeficiente de caja mínimo exigido por el Banco de España a las entidades financieras es el 8%.Que cada uno saque sus propias conclusiones.
ResponderEliminarEn segundo lugar, quiero romper una lanza en favor de los bancos y cajas de nuestro país, los cuales, a pesar de la grave crisis financiera que padecemos y que ya en 2008 se ha llevado por delante a más un banco, gozan de buena salud y ninguno ha necesitado de inyección directa de capital ni, mucho menos, intervención por la Administración. Recordemos que la función de canalizar el ahorro hacia los emprendedores que realiza el sistema financiero es vital para una economía y, si no, por ejemplo, ¿ cuántos de nosotros podríamos montar una empresa, comprar una vivienda o un coche, sin financiación ?
Y que dices ahora?
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