Son días de tormenta. La ofensiva de las grandes fortunas y corporaciones financieras sigue adelante. La codicia no tiene medida.
Acaso para disimular, las agencias de calificación de riesgos (o de rating) han sido convertidas en las culpables de todo. O casi. Es la salida más fácil de cuantas disponen los gobiernos de Occidente para lavarse las manos y maquillar su irresponsabilidad.
Esas agencias a las que culpan de casi todo son entidades privadas que evalúan --o dicen evaluar-- la fortaleza económica y la capacidad de cumplir los compromisos financieros de empresas, entidades de todo tipo e incluso Estados.
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Tres peones muy valiosos
Esas agencias a las que culpan de casi todo son entidades privadas que evalúan --o dicen evaluar-- la fortaleza económica y la capacidad de cumplir los compromisos financieros de empresas, entidades de todo tipo e incluso Estados.
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Tres peones muy valiosos
Fitch, Moody’s y Standard & Poors (S&P), las tres estadounidenses, acaparan el 90 % de ese singular mercadeo de informes y, por tanto, son ellas las que establecen --aunque no con carácter institucional ni muchos menos objetivo-- los criterios a la hora de invertir, incluida también la compra de la deuda pública emitida por los Estados.
Esas agencias, cuyo objetivo inicial era establecer el grado de confianza aplicando criterios contables, dejaron hace ya años y años de ser simples gabinetes de estudio que vendían informes a inversores y compañías.
Entre los accionistas de esas tres grandes agencias figuran personas físicas y jurídicas que tienen intereses en los mercados financieros. Es más, entre los propietarios también hay fondos de inversión... no en vano calificar de poco fiable la deuda de un Estado proporciona beneficios y sobre todo, mucho poder político, que a la postre también se traduce en más beneficios.
Entre los accionistas de esas tres grandes agencias figuran personas físicas y jurídicas que tienen intereses en los mercados financieros. Es más, entre los propietarios también hay fondos de inversión... no en vano calificar de poco fiable la deuda de un Estado proporciona beneficios y sobre todo, mucho poder político, que a la postre también se traduce en más beneficios.
Pero convendría que dejaran de engañarnos y que dejáramos de engañarnos, responsabilizar a Fitch, Moody’s y S&P de la perversión a la que se ha llegado es una trampa.
Son cómplices, sí, pero los responsables de esa situación no son esas agencias, sino los Estados (democráticos o no), pues han sido ellos los que han cedido el poder y avalado los instrumentos de manipulación económica.
Son cómplices, sí, pero los responsables de esa situación no son esas agencias, sino los Estados (democráticos o no), pues han sido ellos los que han cedido el poder y avalado los instrumentos de manipulación económica.
La actitud de los poderes ejecutivos y legislativos de los países socios de la Unión Europea (UE) es la más chocante, pues las tres grandes agencias citadas constituyen uno de los brazos armados de Wall Street, de las grandes corporaciones norteamericanas y de la propia Casa Blanca.
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No todas las guerras se libran a cañonazos
La violencia financiera es más efectiva que la física porque los muertos económicos no sangran, evitando así el rechazo que generas los muertos y heridos. Además, la violencia financiera renta más beneficios, el coste es ínfimo y el riesgo de desestabilización social, menor.
Lógicamente, los grandes inversores y especuladores europeos son igual de violentos que sus colegas norteamericanos pero disimulan mejor, por eso acataron y sacralizaron los oráculos de las agencias de rating de EE UU que buscan y señalan rentabilidades... ¡mejor especulativas que productivas!
En contra de lo que pretenden cierto tipo de periodistas y todos los analistas de orden, no hay duda alguna sobre la parcialidad de esas agencias. Quienes plantean dudas al respecto son cómplices de Fitch, Moody’s y S&P.
En contra de lo que pretenden cierto tipo de periodistas y todos los analistas de orden, no hay duda alguna sobre la parcialidad de esas agencias. Quienes plantean dudas al respecto son cómplices de Fitch, Moody’s y S&P.
Pero conviene insistir en que la responsabilidad de la crisis de la deuda no es de las agencias de rating, sino de los gobiernos que avalan el poder incontrolado de los llamados mercados financieros.
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INFO RELACIONADA:
"Los espeluznantes mails de Moody's y S&P", en lainformacion.com.
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DE INTERÉS:
Listado de enlaces a bitácoras de economía, y
"La crisis de la deuda en cinco preguntas", en ESCOLAR.NET.
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DE INTERÉS:
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"La crisis de la deuda en cinco preguntas", en ESCOLAR.NET.
¿Por qué ese empeño de los medios de comunicación en hablar de los movimientos de "los mercados" diciendo que "están nerviosos" "hay que calmarlos", etc., como si se tratara de pobres animales enjaulados irresponsables de sus actos?
ResponderEliminarLas agencias de rating son, evidentemente, juez y parte, ya que sus juicios y valoraciones inducen cambios mercantiles que pueden ser aprovechados por sus socios para obtener beneficios. No es sólo que VALOREN la salud financiera de un banco o de un país; es que INDUCEN determinados estados de salud financiera, como estamos viendo cada día. En este sentido, sus actividades parecen abiertamente mafiosas, y resulta incomprensible que los Estados las permitan, A MENOS QUE los propios Estados estén en la misma complicidad financiera.
ResponderEliminarLa terrible ofensiva a la que asistimos, la implacable ofensiva del gran Capital contra las clases trabajadoras es de una magnitud y de unas características absolutamente nuevas en la Historia. Hace días oí a un tertuliano calificar de "genocidio social" lo que están haciendo con Grecia. En un principio me pareció exagerado; enseguida, comprobando la enorme influencia que la agresión ha de tener en las vidas cotidianas de millones de griegos, en sus condiciones laborales, en su sanidad, en su bienestar, en su seguridad, comprendí que la denominación era certera y ajustada.
Lo terrible es que los poderosos tienen la capacidad de enviar a sus heraldos del miedo y la resignación por periódicos y televisiones, como los señores Abadía y Ayuso, para intentar convencer (y en muchos casos lograrlo) de que los Estados se han vuelto muy pobres y muy insolventes, y de que las masas ciudadanas tienen que irse acostumbrando a sobrevivir con las migajas que tengan a bien otorgarlas a cambio de largas jornadas laborales.
Y claro, es que los Estados son muy pobres SI los impuestos a las grandes fortunas son escasos y menguan, y SI el fraude fiscal no se combate, y SI se permiten los paraísos fiscales y SI la financiación de los gastos públicos descansa fiscalmente sobre las nóminas de los asalariados, y SI el Estado financia a los Bancos que corren riesgo de quiebra (no a las familias), y SI.....
Todos estos SIes, todos estos condicionales, naturalmente, los heraldos de la resignación se los callan. Y sin embargo, es en ellos donde radican los males.
A NINO,
ResponderEliminarA modo de resumen, sólo acierto a añadir que casi todos los medios parecen empeñados en ver sólo lo que ven los dirigentes del "desastre".
A ANTONIO P.,
Suscribo lo que plantea, es un acertado añadido al "post". Saludos.