El programa de ayer domingo, titulado "Operación Palace", ha dado pie a un reguero de comentarios en las redes sociales [Blogosfera y Twitter, básicamente; Facebook es un mundo paralelo más que una red social].
Evitaré entrar en los frondosos jardines que han creado los partidarios y los detractores del conductor del programa, Jordi Évole [no me parece adecuado personalizar], profesional del que al margen de mil y una consideraciones que se puedan hacer, considero obligado reconocer su acierto e inteligencia para oxigenar el mundo de la TV en España, cuya salud cabría resumirla diciendo que es el universo en el que cada vez se pierden más profesionales y telespectadores con la cantinela del "volvemos en cinco minutos".
Evitaré entrar en los frondosos jardines que han creado los partidarios y los detractores del conductor del programa, Jordi Évole [no me parece adecuado personalizar], profesional del que al margen de mil y una consideraciones que se puedan hacer, considero obligado reconocer su acierto e inteligencia para oxigenar el mundo de la TV en España, cuya salud cabría resumirla diciendo que es el universo en el que cada vez se pierden más profesionales y telespectadores con la cantinela del "volvemos en cinco minutos".
Reconocido el mérito de Évole que considero más sustancial, ¡oxigenar TV!, lo que más llama la atención de los distintos debates suscitados a propósito de "Operación Palace" es el que mantienen profesionales de la información.
Rifirrafe que no sorprende porque existan posiciones más o menos enfrentadas, sino porque hay quienes defienden opiniones cual futboleros fanatizados.
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El Gran Wyoming y Évole representan dos formas o estilos de "fabricar televisión" entretenida a la vez que inteligente; lo cual, gustos y debates aparte, es de agradecer |
Aparte de que hay quienes parece que les vaya la vida en ello, he leído juicios de valor anti Évole que son más negativos y contundentes que los dedicados a los numerosos directores, jefes de redacción, directivos y/o propietarios de medios que desde hace años parecen empeñados en destruir la profesión de informar, formar y entretener.
Actitudes que en mi humilde por ser personal opinión, me parecen sencillamente patéticas.
Y desde otra orilla, la más alejada,
hay periodistas y no periodistas que ejercen de acérrimos defensores de Évole y, acaso excitados por alguien o por algo, han llegado a afirmar que el conductor de Salvados es «el mejor ejemplo a seguir» que han conocido los profesionales de la información.
En fin, esos y parecidos pronunciamientos, reflejan un escenario profesional inquietante:
Un programa de TV que desde el primer día entremezcla entretenimiento, espectáculo e información ha provocado que cientos de profesionales de la información se pregunten qué pasa con el periodismo...
O lo que es peor, endiosan o satanizan al conductor del programa, que ha sido elevado a la categoría de ejemplo a seguir o es acusado de practicar un intrusismo (¿?) deleznable.
Digo que esa circunstancia o escenario es inquietante porque Salvados NO es un programa informativo NI el periodismo es un edificio con las estancias interiores cerradas a cal y canto.
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¿Acaso el periodismo es monolítico y carece de poros?
El periodismo, según dicen los "clásicos", según he escuchado siempre de mis maestros y según he comprobado profesionalmente, es un edificio cuyas estancias no solo están intercomunicadas, sino que en ocasiones las puertas de esas estancias están abiertas de par en par y los olores, sabores y colores que contienen se entremezclan.
Esas estancias, vehículos, técnicas, géneros, estilos, lenguajes, etc. etc. y etc. se complementan. Motivo por el que a los periodistas les (nos) debería preocupar y no poco que sean tantos los colegas que difunden juicios de valor taxativos: ora Évole al altar, ora Évole al patíbulo.
No es lo mismo decir «a mi no me gusta» o «no me parece adecuado», que decir «ese señor es un anti-periodista». Ni tampoco es lo mismo afirmar que Salvados «tiene rasgos propios de un informativo que son acertados» que convertir Salvados en el sol que ilumina la profesión.
Personalmente, opino que Salvados es periodismo con acompañamientos, o un entretenimiento con gotas o chorros de información. En todo caso, en Salvados SÍ hay periodismo y el trabajo de Évole y su equipo merece respeto absoluto, máxime teniendo en cuenta que el equipo juega en un campo que se ganó a pulso el alias teletonta.
Personalmente, la fórmula periodística que utilizan los responsables de Salvados [con toda probabilidad, Évole no hace ni dice todo lo que le viene en gana, ni lo que piensa...] me parece inteligentemente tramposa y equívoca, realista pero menos que la vida; e insisto en que Salvados SÍ contiene trabajo periodístico... ¡y del bueno!. No es el que más me satisface, pero hay buen periodismo y el conductor no merece esta oleada de maniqueísmo.
Basta con disfrutar de la mezcla que Évole y su equipo han creado y guardarles respeto. Se lo han ganado.
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* A propósito de "Operación Palace", Ignacio Escolar entrevista a Jordi Évole;
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Magnífico programa. Aunque comprendo que a algunos les gusta más el estilo de Tele 5.......Un importante personaje de los que ahora mandan me dio no hace mucho que no veía Salvados "porque no hace más que meterse con nosotros". ¡Qué país! Sería interesante realizar un estudio sobre la personalidad de los que se cabrearon al descubrir que todo era un montaje.
ResponderEliminarPor cierto, ¿era todo realmente un montaje....?
¡Ah si la gente supiese la verdad detantas cosas!