Estados Unidos, España, Francia y otros Estados en los que rigen democracias parlamentarias están legitimando una nueva barbaridad: la posibilidad de acceder al poder ejecutivo de un Estado por la vía de la abstención o lo que es lo mismo: por la vía de rechazar las urnas, pese a que constituyen la esencia y el fundamento de la democracia.
El principal y único argumento que arguye la oposición venezolana contra la continuidad de Nicolás Maduro es que fue elegido jefe de Estado en unos comicios en los que la abstención superó el 50 % debido a que la oposición rechazó participar en las elecciones. Es decir, la oposición gana porque rechaza someterse al dictamen de la democracia, las urnas... ¿?
[En Estados Unidos eligen presidente el 30, el 35 o a lo sumo poco más del 40 % de los electores censados y a nadie se le ocurre cuestionar esa democracia]
El principal y único argumento que arguye la oposición venezolana contra la continuidad de Nicolás Maduro es que fue elegido jefe de Estado en unos comicios en los que la abstención superó el 50 % debido a que la oposición rechazó participar en las elecciones. Es decir, la oposición gana porque rechaza someterse al dictamen de la democracia, las urnas... ¿?
[En Estados Unidos eligen presidente el 30, el 35 o a lo sumo poco más del 40 % de los electores censados y a nadie se le ocurre cuestionar esa democracia]
La oposición que hoy encarna Guaidó y que previsiblemente se hará con el poder ejecutivo del Estado --con o sin guerra civil-- fió con premeditación y probada alevosía su acceso a la jefatura de Estado en el creciente descontento de la ciudadanía provocado por el bloqueo financiero, cambiario y comercial iniciado durante el trienio 2010-2012 a iniciativa de Estados Unidos, que desde hace dos años ha endurecido hasta extremos inusitados con Donald Trump en la Casa Blanca, hasta poner patas arriba la macroeconomía venezolana y destruir su economía real.
A la postre los grandes "éxitos" institucionales, políticos, sociales, económicos y humanos del episodio venezolano son dos:
Primero, la oposición política interior y las más idiotas o perversas democracias parlamentarias de Occidente han demostrado que se puede llegar al poder rechazando competir en las urnas, y
Segundo, que es más inquietante y destructivo que el primero, el crac socio-económico y democrático de Venezuela es fruto de un bloqueo financiero, cambiario y comercial instado desde las entrañas del "sistema" a iniciativa y por orden de las grandes corporaciones y de los Estados que imponen sus intereses y sus normas económicas, máxime en el estratégico sector de la energía.
Resumiendo, Venezuela posee las mayores reservas de hidrocarburos conocidas del mundo, lo cual explica muchas cosas:
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DE INTERÉS:
«Así se lanzó Trump al derribo de Maduro. El apoyo a Guaidó se fraguó con el impulso de los nuevos halcones de Washington y los legisladores anticastristas, la movilización de los exiliados y el apoyo de la OEA», en El país.
«En Venezuela hai intereses xeopolíticos exteriores máis decisivos que posibles negociacións de Maduro coa oposición», vía Praza Pública.
Celebro reencontrarme con la racionalidad, con el equilibrio y con la objetividad, lejos de esos "hiperdemócratas-sin-urnas" que obedecen sumisos al renovado intervencionismo de Trump... en Venezuela, pero no en regímenes con esclavismo y crímenes contra periodistas, como el de Arabia; por lo visto, estos últimos al señor Trump y sus halcones les parecen muy aceptables, por no decir "de perlas".
ResponderEliminarLa situación actual de Venezuela recuerda mucho a la de Chile en 1973. Allí también una oposición despiadada se quejaba del desabastecimiento de la población y de las carencias humanitarias que la propia oposición se ocupaba muy activamente de provocar. ¿Tolerará de nuevo el mundo el abuso que se anuncia? Hoy es ya sabido que se trata del petróleo, ni siquiera se toman la molestia de disimular. No tengo muchas esperanzas, pero esperemos y veamos la actitud de China y de Rusia.