El actual modelo de financiación autonómica data de 1999, cuando tras haber sido transferidas competencias a la mayoría de las comunidades, se pergeñó un cálculo de costes y de inversiones en función de la demografía y otros parámetros. Al mismo tiempo se estableció el criterio de nivelación, por el que las comunidades más ricas ceden parte de su recaudación a las menos desarrolladas.
En resumen, el dinero disponible por habitante en los territorios menos desarrollados es mayor que en las comunidades que más recaudan por habitante.
En resumen, el dinero disponible por habitante en los territorios menos desarrollados es mayor que en las comunidades que más recaudan por habitante.
Cuando se redactó y consensuó el nuevo estatuto de autonomía de Catalunya se abordó ese desequilibrio y se pactó un texto que aumenta el porcentaje del dinero recaudado en Catalunya que se queda --o es retransferido-- a la propia comunidad.
Lógicamente, al aumentar la cantidad de dinero catalán que se queda en Cataluña, se reduce su aportación a la caja de la nivelación.
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En paralelo, en 2009 también se producirá un descenso relativo de las transferencias debido a que la recaudación del Estado será menor a causa de la crisis.
Y aunque la cuantía del segundo recorte será notablemente superior a la derivada de la entrada en vigor del estatuto catalán, la polémica se ha centrado en culpar de todo --o de casi todo-- al nuevo marco estatuario, a Catalunya y, por extensión, ya hay quienes acusan directamente a la generalidad de los catalanes de insolidarios por reducir su aportación a la caja de la nivelación.
Es más, pese a que tomando como base los datos del actual ejercicio resulta que Cataluña reduciría su aportación a la caja de la nivelación en poco menos de 2.000 millones de euros, hay comunidades en las que se ha llegado a afirmar que perderán hasta 3.000 millones de euros por culpa de los catalanes... Mienten.
Cálculo a todas luces absurdo, erróneo e intoxicador.
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El criterio de nivelación
La mal llamada solidaridad --esta palabra no es ni de lejos la más adecuada cuando se habla de fiscalidad-- tiene su lógica, pues la estabilidad y la economía sociales exigen nivelar:
El objetivo del criterio de nivelación es que el Estado transfiera a cada comunidad el dinero necesario para prestar los servicios (competencias) que le corresponden y que la cantidad por habitante transferida --¡incluido el dinero destinado a inversiones!-- sea similar en todos los territorios.
El objetivo del criterio de nivelación es que el Estado transfiera a cada comunidad el dinero necesario para prestar los servicios (competencias) que le corresponden y que la cantidad por habitante transferida --¡incluido el dinero destinado a inversiones!-- sea similar en todos los territorios.
El modelo de financiación en el que en gran medida basaron sus cálculos los partidos políticos que consensuaron el nuevo estatuto fue el de Alemania, un Estado federal que hace ya varios decenios tuvo que afrontar un debate similar al que ahora se plantea en España.
La solución que adoptó Alemania para nivelar --hay que insistir en que el vocablo solidaridad propicia una trampa conceptual y política-- está basada en un principio tan simple como fiscalmente irreprochable: las regiones que recaudan más no deben recibir menos dinero por habitante que las que recaudan menos.
Pese a todo, las regiones alemanas más ricas acostumbran a recibir menos dinero por habitante, si bien las diferencias son irrelevantes y nunca alcanzan las diferencias que se dan en España.
La solución que adoptó Alemania para nivelar --hay que insistir en que el vocablo solidaridad propicia una trampa conceptual y política-- está basada en un principio tan simple como fiscalmente irreprochable: las regiones que recaudan más no deben recibir menos dinero por habitante que las que recaudan menos.
Pese a todo, las regiones alemanas más ricas acostumbran a recibir menos dinero por habitante, si bien las diferencias son irrelevantes y nunca alcanzan las diferencias que se dan en España.
En cierto modo, el sistema alemán es el que corresponde a una economía de Occidente, pues --al igual que en el IRPF-- el que más gana aporta más a Hacienda pero posee más que quien aporta menos, pues el origen de que un contribuyente posea menos que otro no está en Hacienda, sino en que gana menos.
Traducido esto a ámbitos territoriales hay que insistir en que las causas de que las haciendas autonómicas de Castilla-León, Extremadura o Galicia disponga de X dinero no está en que Madrid, Catalunya y Baleares sean menos solidarias, sino en que producen bienes y/o prestan servicios que rentan menos valor, y en que tienen absoluta o relativamente menos población activa.
Un debate emponzoñado
El Estado y el criterio de nivelación garantizan --y así seguirá siendo al margen del nuevo estatuto catalán-- que el dinero recibido por habitante sea no sólo de similar cuantía, sino incluso algo mayor en los territorios menos desarrollados, pero en cuantía que no constituya um
um castigo a quienes más aportan a la caja común.
El debate actual ha sido premeditadamente emponzoñado, carece de racionalidad, está trufado de mentiras y, lo que es peor, refuerza el cainismo de quienes consideran que colectividad (sea la de una autonomía, una comarca, un municipio o un barrio) es sinónimo de tribu.
Hacer política con mentiras, manipulando los datos, ocultando la esencia de las leyes (fiscales y estatutarias) y enfrentamdo territorios y ciudadanos es guerracivilismo.
Estoy básicamente de acuerdo con tu exposición, pero hay algún elemento perturbador que no se debe obviar. Me refiero a la tributación de las sociedades en la comunidad autónoma donde reside su sede social. Por diversas razones, la mayoría de las grandes empresas españolas tienen su sede en Madrid o Barcelona, a pesar de que la generación de su beneficio pueda estar en otras zonas de España. Esto infla de forma injusta la recaudación de Madrid y Cataluña, y por consiguiente el cálculo de su aportación a la nivelación de los recursos. Cierto es que la recaudación del IS es muy pequeña en relación a otros impuestos, pero no así la del IVA, que es el más importante con mucha diferencia.
ResponderEliminarOtro aspecto que no se debe olvidar es el de las pensiones. Las CC.AA. más pobres son las que reciben unas pensiones más pequeñas. Debería tenerse en cuenta también este factor a la hora de calcular las transferencias de recursos a las CC.AA.
A Anónimo (aparte de rogarle que firme los comentarios, máxime cuando como es el caso son racioales, respetuosos y que aportan elementos, un detalle):
ResponderEliminarRespecto a las diferencias entre la pensión media de unos y otros territorios que usted apunta, es cierto que merece atención, pero desde un punto de vista presupuestario y económico el asunto abunda en las diferencias sobrevenidas (o no naturales ni provocadas por la Administración), cuestión que intenté resumir en el "post" http://im-pulso.blogspot.com/2007/07/econometra-al-servicio-del-cainismo.html
Saludos.
Primero pedir disculpas por haberle tuteado en el primer comentario y no haber saludado.
ResponderEliminarHe leído tambień el artículo que me indicó, de nuevo disculpas por no haberlo leído antes, quizá me anime a dejar allí un comentario.
Respecto de mantenerme anónimo, lo arreglo con este nuevo comentario.
Me gusta mucho su Im-pulso, le seguiré leyendo.
Saludos a usted y sus lectores.
A Roberto,
ResponderEliminarPor favor, no tiene que pedir disculpas. Mi "manía" de utilizar el usted obedece a simple precaución, pues hay personas que --con lógica muy repetable-- evitan el tuteo y, además, el usted siempre es una ayuda inconsciente para ser más respetuoso. En todo caso no soy un fanático del "usted".
Con relación a los anonimatos, se trata de uno de los grandes y permanentes debates que hay abiertos en la Blogosfera, pues hay demasiados "tocapelotas", que se dice vulgarmente, y polemistas que obedecen a consignas u objetivos poco edificantes; actitudes que se ven favorecidas por el anonimato, que no es su caso. En mi anterior comentario aludí a ello porque siempre es positivo recordar que el miedo, las prevenciones o el exceso de prudencia --que sería su caso-- no siempre favorecen la comunicación franca y respetuosa.
Saludos y gracias por visitar mi "casa", que es la suya.