La inmigración ha destapado una de las vergüenzas más acendradas y persistentes de la humanidad:
«Las razas humanas no existen. La existencia de las razas humanas es una abstracción que se deriva de una falsa interpretación de pequeñas diferencias físicas, que nuestros sentidos perciben erróneamente asociadas a diferencias psicológicas e interpretadas sobre la base de prejuicios seculares.
«Estas abstractas subdivisiones, fundadas en la idea de que los humanos constituyen grupos biológica y hereditariamente muy distintos son puras invenciones que siempre se han utilizado para clasificar arbitrariamente hombres y mujeres en mejores y peores y, de esta manera, discriminar a los últimos (siempre los más débiles), después de haberles achacado que son la clave de todos los males en todos los momentos de crisis»
«Estas abstractas subdivisiones, fundadas en la idea de que los humanos constituyen grupos biológica y hereditariamente muy distintos son puras invenciones que siempre se han utilizado para clasificar arbitrariamente hombres y mujeres en mejores y peores y, de esta manera, discriminar a los últimos (siempre los más débiles), después de haberles achacado que son la clave de todos los males en todos los momentos de crisis»
Son palabras de Rita Levi-Montalcini, Premio Nobel de Fisiología en 1986, nacida italiana pero afincada en EE UU, adonde emigró toda la familia en la década de 1940 porque Levi (apellido judío) era garantía de discriminación, encarcelamiento y muerte.
Sabias palabras las de esta dama, te las robo.
ResponderEliminarSaludos
Hace tiempo leí algo similar de alguien a quien siempre he admirado, otro Levi, Primo Levi.
ResponderEliminarSabias palabras, necesarias, siempre necesarias.
Un beso,
M
Un maravilloso ejemplo, la vida de Levi-Montalcini.
ResponderEliminarSaludos,
Diego
Palabras como estas deberían figurar en todos los umbrales de las escuelas, pues de ese modo algún día formarían parte de las futuras constituciones y parlamentos.
ResponderEliminarUnha aperta.
Increíble la lucidez de Rita L-M. Hace tres años publicó un libro, no excelente, pero sí, sobre todo, muy humano. Era un testamento vital impresionante.
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