El nombramiento de la dicharachera Pajín como ministra es "impactante"

Ni nombrar a Trinidad Jiménez responsable de Exteriores supone una mejora de la inteligencia y mucho menos de la experiencia con la que actuaba Moratinos, ni sustituir a Jiménez por Leire Pajín refuerza el peso político y mucho menos la credibilidad del Ministerio de Sanidad. Es evidente que ha sido reducida la calidad político-profesional de ambos ministerios --que no eran precisamente los más criticados, ni los más conflictivos.
Prescindir de Miguel Ángel Moratinos por alguien que no está a su altura en materia de política internacional es difícilmente comprensible, salvo que el cesado hubiera solicitado el relevo, que no es el caso.
Por si fuera poco, desplazar a Jiménez para colocar a la "curiosa" Pajín es cuanto menos incomprensible.
Frente a esas dos decisiones poco razonables y de momento tampoco justificadas, reforzar a Alfredo Pérez Rubalcaba (ahora vicepresidente) y fichar a Ramón Jáuregui (ministro de Presidencia) son decisiones que políticamente abren expectativas.

¡Cuidado, que se cae...!

La trayectoria vital, política e institucional de Jáuregui merece máximo respeto, con independencia de coincidir o no con sus posiciones.

La salida del Gobierno de Fernández de la Vega (Vicepresidencia) y de Elena Espinosa (Medio ambiente, rural y marino) y el nombramiento del sustituto de Corbacho en Trabajo son de menor calado; aunque es obligado destacar el previsible aterrizaje de Rosa Aguilar en los jardines de La Moncloa, sustituyendo a Espinosa... De hecho, cantes de que Aguilar rompiara con IU para acceder a un cargo de la Junta de Andalucía ya era evidente su distanciamiento de la izquierda. El suyo ha sido un largo, casi siempre discreto, freudiano y por descontado legítimo viaje hacia el centro.
Indudablemente, el hombre fuerte del remodelado Gobierno es Rubalcaba, con Jáuregui a la diestra. Estos dos pesos pesados, más la continuidad de José Blanco (excelente fontanero) y el pragmatismo que caracterizó a Aguilar como alcaldesa palían la sensación de levedad que transmiten otras decisiones y personajes.
Hay quienes afirman que este equipo es más político que el anterior, personalmente opino que es más de partido; pero esto no implica que sea más político. En todo caso, todo apunta que es más electoral. Tiempo al tiempo.
Otros dos detalles que merecen ser resaltados:
Primero, que el nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, participó en la reciente huelga general, aunque dudo que esta circunstancia y su nombramiento tengan un significado concreto, y
Segundo, la desaparición de los ministerios de Igualdad y Vivienda, con lo que Rodríguez Zapatero corrige un alarde que institucional y administrativamente carecía de sentido, entre otras cosas porque el rango ministerial no aportaba instrumentos nuevos ni más eficaces a la hora de afrontar los problemas existentes en esos dos ámbitos.

Por último, insistir en que el acceso de la dicharachera política llamada Leire Pajín al Ejecutivo central es incomprensible y refleja un fenómeno silencioso pero en alza: la pérdida de calidad política en las más altas instituciones.
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NOTA:

La salida de Pajín de la secretaría de organización del PSOE había sido solicitada e incluso exigida por notables militantes de distintas comunidades autónomas. Rodríguez Zapatero habría optado por solucionar ese problema dando a su protegida política otra patada hacia arriba...
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ANÁLISIS de lectura muy recomendable: "Gobiernos de plastilina", por Otis B. Briftwood.