El pasado 25 de febrero fue admitida a trámite en España una denuncia contra las tres agencias de calificación (o de rating) que mantienen vivo y hacen rentable el teatro financiero que domina todo.
Moody's, Fitch y Standard & Poors fueron corrreponsables de la última debacle, la iniciada en el 2007. No es la primera vez.
¿Cómo es posible? Muy fácil. Por ejemplo, avalando la solidez del Lehman's Brothers, entre otras barbaridades, hasta practicamente una hora antes de que la entidad se desplomara.
¿Cómo es posible? Muy fácil. Por ejemplo, avalando la solidez del Lehman's Brothers, entre otras barbaridades, hasta practicamente una hora antes de que la entidad se desplomara.
Quienes creen que ese acto de fe en el Lehman's fue inocente o fruto de un simple error son unos ingenuos, o acaso unos sinvergüenzas --estos últimos, por cierto, son legión en los medios de desinformación.
Iniciativas similares a la denuncia admitida en España se han registrado en Alemania, Estados Unidos y en el hoy machacado Portugal, entre otros países.
Pero lo más desatacable no son esas querellas, ni tampoco que varios jueces de Occidente hayan asumido el reto de estudiar el sinsentido de esas tres agencias --lo cual tiene mérito--, lo más destacable es que esas agencias sigan funcionando y que la vida financiera esté supeditada a sus manejos y, peor aún, que los poderes ejecutivos y legislativos de los Estados de Derecho no hayan hecho nada para poner coto a tamaño despropósito.
Pero lo más desatacable no son esas querellas, ni tampoco que varios jueces de Occidente hayan asumido el reto de estudiar el sinsentido de esas tres agencias --lo cual tiene mérito--, lo más destacable es que esas agencias sigan funcionando y que la vida financiera esté supeditada a sus manejos y, peor aún, que los poderes ejecutivos y legislativos de los Estados de Derecho no hayan hecho nada para poner coto a tamaño despropósito.
La conclusión es tan inquietante como destructiva:
Permitir que tres entidades privadas hagan valoraciones interesadas que destruyen empresas y economías de países enteros revela que los Estados son inútiles ante el poder de los especuladores.
Permitir que tres entidades privadas hagan valoraciones interesadas que destruyen empresas y economías de países enteros revela que los Estados son inútiles ante el poder de los especuladores.
Peor aún, los hechos prueban cada día que los Estados están al servicio de quienes acumulan capital sin producir nada.
A partir de esta evidencia, ¿cuántas cosas y cuántos pleitos político-mediáticos suenan a pura distracción?... Casi todos.
Ante semejante paisaje, los endiosados líderes partidarios son poco más que muñecos de pimpampún cuya única función cierta es idiotizar a la ciudadanía y distraerla con rifirrafes electorales.
¿Es útil votar si la realidad económica cotidiana la deciden Fitch, Standard & Poors y Moody's?...
Sí, hay que votar, pero el voto más útil ante esa inasequible inmensidad es la papeleta en blanco o la que apoya a las candidaturas guerreras, las que defienden que el poder no sea usurpado por una minoría.
¿Es útil votar si la realidad económica cotidiana la deciden Fitch, Standard & Poors y Moody's?...
Sí, hay que votar, pero el voto más útil ante esa inasequible inmensidad es la papeleta en blanco o la que apoya a las candidaturas guerreras, las que defienden que el poder no sea usurpado por una minoría.
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