No seamos malpensados, si el presidente de la Xunta afirma que es ajeno a todo tipo de corrupción y nada sabe de los avatares profesionales o económicos de las personas con las que mantiene trato habitual, es evidente que estamos ante un hombre de probado infortunio, lo que también injusta e infortunadamente daña al Gobierno de Galicia.
Una vez superados los reveses que sufrió el prestigio del mandatario galaico debido a sus ingenuos, inocentes y/o bien intencionados vínculos con Pablo Crespo (el número 2 de Correa) y Marcial Dorado —personas ambas que se relacionaron con asiduidad política y privada con Núñez Feijóo—, al presidente de la Xunta le han salido ahora otros dos granos en el cutis del prestigio: Pachi Lucas y otro apellidado Crespo: Gerardo Crespo.
Una vez superados los reveses que sufrió el prestigio del mandatario galaico debido a sus ingenuos, inocentes y/o bien intencionados vínculos con Pablo Crespo (el número 2 de Correa) y Marcial Dorado —personas ambas que se relacionaron con asiduidad política y privada con Núñez Feijóo—, al presidente de la Xunta le han salido ahora otros dos granos en el cutis del prestigio: Pachi Lucas y otro apellidado Crespo: Gerardo Crespo.
Pachi Lucas sería el "conseguidor" que utilizan empresas y particulares para obtener trato de favor por parte de la Administración, en tanto que Gerardo Crespo —que actualmente está en prisión preventiva— está imputado en los posibles delitos perpetrados con motivo de una serie de contratos de formación con la Xunta que son irregulares y/o ilegales.
De todas formas el PP sólo está preocupado por cuestión de imagen o percepción social, pues Núñez Feijóo ha precisado que él nada sabía de los posibles chanchullos de los que habría sido víctima la Consellería de Traballo e Benestar.
El causante del último problema de imagen —a la vista del infortunio que persigue a Núñez Feijóo no será el último, sino el más reciente— es Gerardo Crespo, que insiste en que el presidente de la Xunta «se harta de mentir» porque sí sabía que las entidades y empresas vinculadas al detenido se beneficiaban de un trato de favor por parte de Traballo, según Crespo, cuya relación con el presidente habría sido posible gracias a Pachi de Lucas, el amigo personal de Núñez Feijóo que habría actuado a modo de conseguidor o muñidor de la trama investigada.
Ya ve usted, amable lector/a, ¡cuán infortunado es Núñez Feijóo a la hora de hacer amigos y conocidos!
Gerardo Crespo ha contado a varios periodistas el guión de una película sobre corrupción premeditada y sistemática... ¿o no?
¡Qué atrevimiento el del otrora admirado empresario!, ¿verdad?
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¡Qué imaginación tiene Gerardo Crespo! (o no)
¡Qué atrevimiento el del otrora admirado empresario!, ¿verdad?
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¡Qué imaginación tiene Gerardo Crespo! (o no)
Lea, por favor, y comprobará que todo parece ser fruto de las casualidades y de la imaginación de un empresario que se considera traicionado por sus cómplices y protectores:
«Está claro que [Núñez Feijóo] miente porque todo esto [las pesquisas de la operación Zeta] empezó cuando unas empleadas de Caype denuncian a la empresa ante la Xunta [donde archivaron esa denuncia en la papelera] y dos meses después acuden a la Policía, que es la que inicia la investigación, a partir de ahí empiezan las intervenciones telefónicas y un mes después el fiscal informa a Alberto Núñez Feijóo y a Carlos Negreira [militante del PP y actual alcalde de A Coruña], que deciden suspender todo lo que estaba en marcha (…) revocan todo con todos los que tenemos los teléfonos pinchados»; motivos por los que Gerardo Crespo concluye que no fue la Xunta quien llevó la iniciativa de denunciar y anular las contrataciones, sino que el Gobierno autonómico actuó tras ser alertado por el fiscal, lo que desencadenó que los difamados por el detenido traten ahora de «protegerse con mentiras», según ha declarado —incluso ante el juez— el empresario imputado.
«Está claro que [Núñez Feijóo] miente porque todo esto [las pesquisas de la operación Zeta] empezó cuando unas empleadas de Caype denuncian a la empresa ante la Xunta [donde archivaron esa denuncia en la papelera] y dos meses después acuden a la Policía, que es la que inicia la investigación, a partir de ahí empiezan las intervenciones telefónicas y un mes después el fiscal informa a Alberto Núñez Feijóo y a Carlos Negreira [militante del PP y actual alcalde de A Coruña], que deciden suspender todo lo que estaba en marcha (…) revocan todo con todos los que tenemos los teléfonos pinchados»; motivos por los que Gerardo Crespo concluye que no fue la Xunta quien llevó la iniciativa de denunciar y anular las contrataciones, sino que el Gobierno autonómico actuó tras ser alertado por el fiscal, lo que desencadenó que los difamados por el detenido traten ahora de «protegerse con mentiras», según ha declarado —incluso ante el juez— el empresario imputado.
Vamos, que los enemigos de Núñez Feijóo y los contrincantes políticos del PP se olvidan de que esa y otras historias sólo demuestran el infortunio de Núñez Feijóo, que casualmente es del PP y presidente de la Xunta...
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MÁS detalles de la operación Zeta, en Praza Publica y eldiario.es.
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Todavía hay mucha gente que votará a ese que mencionas y que ha perdido toda credibilidad. No se puede conceder la menor credibilidad a los que han logrado hundir toda Galicia. Por lo tanto, como pueblo, Galicia tendrá lo que vote, y lo mínimo que debería hacer la gente, es asegurarse bien de que con su voto no está premiando un cheque en blanco por otros muchos años a un partido nefasto.
ResponderEliminarTe quería preguntar Félix si te parece bien aquello de la "Asamblea Popular", que no es otra cosa que una forma directa de democracia. Digo esto por los círculos de Podemos.
ResponderEliminarUn saludo.
Las asambleas siempre son útiles, pero NO para todo.
EliminarSon útiles para conocer lo que opinan los asistentes sobre uno o más asuntos concretos y en ocasiones incluso son necesarias para tomar decisiones en determinados ámbitos (por ejemplo, en una empresa, una comunidad de vecinos, una entidad civil, etc.); también son necesarias en sociedades no democráticas, pues no hay otra forma de que las personas se reúnan, comuniquen y debatan libremente.
Pero la utilidad de las asambleas es limitada, máxime si no se organizan y desarrollas con racionalidad, pues es relativamente fácil "reventarlas"; por ejemplo, coordinando entre varios intervinientes el lanzamiento de argumentos o consignas.
Pero intuyo que tu pregunta quizá "esconda" (dicho esto en el buen sentido) esta otra, que es habitual desde hace años: ¿Son útiles las asambleas para legislar?
Mi respuesta es NO.
La posibilidad de que en un país legisle o tome decisiones globales a base de organizar y coordinar decenas o cientos de asambleas es un "chiste", por usar una palabra amable. En ese supuesto las asambleas pueden ser útiles para pulsar y recabar opiniones, pero en un ámbito social y territorial que sume cientos de miles o millones de personas, un proceso decisorio basado en asambleas no sólo es de muy enjundiosa gestión sino que además NO GARANTIZA que la decisión final sea la que prefiere la mayoría. Esto sólo se logra mediante el voto personal y SECRETO.