16 abril 2016

Bulgaria, en la vanguardia de la xenofobia en la Unión Europea

La nación búlgara es una de las más antiguas del Viejo Continente
fue el referente de los pueblos eslavos durante la Edad Media
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A pesar de ser un Estado miembro de la Unión Europea (UE), el racismo campa a sus anchas en Bulgaria y las acciones violentas de los xenófobos, que se han ensañado con los refugiados procedentes del Oriente Próximo, cuentan con el apoyo o la comprensión de las autoridades.
Las sucesivas acciones racistas que se organizan desde finales del año pasado, casi siempre con el conocimiento de las instituciones han provocado que el país balcánico protagonice noticias negativas cada vez con mayor asiduidad.
Sin embargo, en varios Estados miembros de la UE —entre los que figura España— las informaciones al respecto son escasas porque Bulgaria apenas suscita interés y/o porque los “grandes” medios prefieren —vaya usted a saber el porqué— obviar o tratar tangencialmente un fenómeno vergonzoso que, para colmo, Bruselas y los Estados miembros toleran o ignoran.
La República de Bulgaria, que ingresó en la UE en 2007, es uno de los países comunitarios más desconocidos por la generalidad de los españoles; tanto es así que un elevado porcentaje de ciudadanos solo sabe de su existencia por dos personajes búlgaros que han vivido en la Península: el futbolista Hristo Stoichkov y el aristócrata Simeón Borisov Sakskoburggotski (Simeón II de Bulgaria), que antes de regresar a su país fue durante largos años un personaje bastante habitual de las llamadas revistas del corazón dedicadas a informar, entre otros asuntos, de las vidas y avatares de los miembros de la élite social de España (la “jet set”).
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Principales ciudades búlgaras (pulsar para ampliar).
[Simeón II (Sofía, 1937) es hijo del zar Boris III, fallecido en 1943 de forma tan repentina como extraña al regreso de un viaje a Prusia Oriental, adonde había acudido invitado por Adolf Hitler, quien quiso exigir personalmente al monarca que corrigiera la actitud «no colaboradora» e incluso «no amistosa» de las autoridades búlgaras con los representantes del régimen nazi y la Wehrmacht.
Muerto su padre, Simeón fue coronado con solo seis años de edad, siendo nombrado regente su tío el príncipe Kyril, que fue fusilado tras la ocupación del país por el Ejército soviético.
Esa y casi todas las sentencias dictadas por un autodenominado tribunal del pueblo búlgaro constituyeron uno de los mayores absurdos políticos perpetrados por las autoridades provisionales que sustituyeron a los gobiernos de los países del Este europeo a medida que se retiraban las tropas del III Reich.
Los tres gabinetes que presidió el regente Kyril mantuvieron la política de distanciameinto del III Reich, rehuyendo colaborar con los nazis mientras el país estuviera ocupada por la Wehrmacht; es más, desde Sofía incluso se suministraron informaciones a los aliados y el círculo de poder mantuvo relación estable con ellos a espaldas de los nazis.
El sinsentido que costó la vida a decenas de cuadros y personalidades búlgaras fue posible porque EE UU y Gran Bretaña rehusaron pactar con los enviados de Kyril el futuro de Bulgaria sin el concurso de Stalin. El líder del PCUS ya había diseñado cómo extender el área de influencia soviética hacia Centroeuropa. En el caso búlgaro el Kremlin optó por rehusar los contactos y declaró la guerra a Bulgaria (primavera de 1944) cuando la Wehrmatch ya había empezado a retirar efectivos del país debido a la precaria situación del ejército nazi en todo el frente del Este.
El plan de Stalin se cumplió a rajatabla: invadió Bulgaria, la ocupó antes de que finalizara el verano sin apenas esfuerzo bélico e impuso la ley marcial porque era «territorio enemigo liberado»; a renglón seguido, el Kremlin cedió formalmente casi todas las decisiones al Frente de la Patria (coalición integrada por la Unión Agraria, el ecléctico movimiento Zveno y el PC).
El gobierno provisional improvisó un referendo para decidir entre monarquía y república y triunfante la segunda opción, la Justicia condenó a muerte a varios miembros de los gobiernos precedentes, incluido el príncipe regente.
Un año más tarde, en 1946, siguiendo los consejos del nuevo gobierno, los miembros de la familia real que seguían vivos (aunque confinados) aceptaron marchar al exilio, afincándose inicialmente en Egipto para en 1951 —cuando Simeón II tenía 14 años de edad— mudarse a España, donde se afincaron invitados por el entonces jefe de Estado, el general Francisco Franco]
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Una de las naciones más antiguas de Europa
La entrada en la Historia de un pueblo búlgaro diferenciado de sus vecinos regido por un poder unificado y soberano data del siglo VII, lo que convierte al país en una de las naciones más antiguas de Europa.
Todo cuanto ha ocurrido o se ha producido posteriormente, tanto bienes tangibles como intangibles, ha reflejado tradiciones, usos, costumbres y valores propios o autóctonos, además de haber conservado vivo el idioma construido durante el llamado Primer Imperio Búlgaro (681-1018), cuyos dominios abarcaron más de tres cuartas partes de la región de los Balcanes, lo que hizo de Bulgaria el referente más sólido y duradero de los pueblos eslavos durante la Edad Media.
El reino perdió fuerza pero sobrevivió hasta finales del siglo XIV, cuando el Imperio Otomano se apropió de todo el sureste europeo y amenazó con conquistar Viena.
Tras cinco siglos de dominio turco y aprovechando la guerra entre los imperios zarista y otomano, la nobleza búlgara logró cierta independencia y constituyó un principado autónomo en 1878, que alcanzó la plena soberanía en 1908... pero en realidad se trataba de una soberanía vigilada por Turquía, pues en 1916 el gobierno búlgaro fue prácticamente obligado a participar en la Gran Guerra de 1914 y alinearse con los llamados imperios centrales: el aparentemente todopoderoso II Reich alemán y el debilitado y ya decadente Imperio Austro-húngaro, a los que se había sumado el otomano en un postrer intento de recuperar el control de los Balcanes.
Curiosa e infortunadamente para el futuro del país, Bulgaria fue el único Estado balcánico que luchó a favor de la antigua metrópoli, ni siquiera la islamizada Albania se sumó a la aventura, siendo la única que permaneció neutral en la explosiva región de los Balcanes pese a las fuertes presiones a que fue sometida Tirana, primero por por parte de Turquía y luego desde el otro bando por las vecinas Grecia, Serbia y Montenegro.
En gran medida debido a las inquinas que suscitó su alineamiento con los otomanos Bulgaria vivió el período 1918-1941 como un reparador ensimismamiento, pues a la postre el semi-aislamiento oficioso al que fue sometida no resultó tan negativo como inicialmente temía la élite dirigente. Los búlgaros recuperaron su pulso vital sin interferencias exteriores: felizmente ensimismados.
Tras la ocupación nazi y una vez liberado por el Ejército Rojo —en rigor la liberación no fue tal, pues las tropas soviéticas irrumpieron en Bulgaria en una maniobra más política que militar cuando la Wehrmatch ya había iniciado su retirada— el país fue convertido en un Estado satélite de la URSS, condición que perdió junto al resto de los de Europa Oriental en 1989-90 gracias a la pérdida del poder por parte del PCUS y el consiguiente autodesmantelamiento del universo creado por Stalin.
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El país ex soviético
más exótico para Occidente  

A criterio de los dirigentes políticos y económicos del sistema imperante en Occidente la Bulgaria actual es uno de los cuatro países más exótico del Este, y uno de los tres países más estables de la imprevible región balcánica, los otros dos son Eslovenia y Montegro —la colonia kosovar es políticamente tan estable como el entorno de cualquier base militar pero la delincuencia reina por doquier.
La "tranquilidad" social [sea parálisis, inhibición o molicie... lo que usted prefiera] que caracteriza a Bulgaria a pesar de los desajustes económicos vividos durante el tránsito de la economía planificada al libre mercado —todavía no superados al 100 %— explica en gran medida la actitud contemporizadora del Occidente oficial frente a la rampante xenofobia social, que va acompañada de posiciones políticas de carácter colectivo que son inequívocamente fascistas.
Excluidas también Eslovenia, Kosovo y Montenegro por motivos distintos, en los otros nueve países de la región [ver mapa adjunto] se registran inconvenientes más o menos graves y potencialmente desestabilizadores.

Bosnia, Croacia y Serbia no han superado todavía las secuelas de la guerra que sirvió para destruir la República Federativa Yugoslava;

Rumanía goza de estabilidad institucional pero la economía acusan debilidades derivadas del elevado grado de corrupción y para completar el círculo vicioso rumano resulta que...

Moldavia, región rumana que fue convertida por la URSS en una república independiente en 1946, alimenta un polvorín: Transnistria, Estado de facto desde 1990, conflicto dormido que en cualquier momento puede desencadenar una guerra y afectar a las vecinas Rumanía y Ucrania;

Macedonia está al borde de la guerra civil desde febrero de 2015, el gobierno conservador es hijo de un fraude electoral e incurre en prácticas autoritarias que han quebrado el Estado de Derecho, la oposición apenas dispone de cauces legales para expresarse y para colmo, la acumulación de refugiados en su frontera con Grecia ha espoleado a los ultranacionalistas. En resumen, Macedonia es una bomba de relojería;

Albania es un país al que resta mucho camino que recorrer para salir de la postración a que fue condenado durante el aislamiento revolucionario inventado por Enver Hoxha, a lo que se ha sumado una generalizada corrupción, en gran medida exportada por las mafias albanesas de Serbia, que con el apoyo armado de EE UU inventaron la nación y Estado de Kosovo;

Turquía, que aunque los gobiernos de la Europa rica traten de quitarle hierro y lo mal disimulen, está en manos de un yihadista dormido, Erdogán, que juega con innegable maestría su interesada condición de amistoso enemigo de Occidente.

Así las cosas, lo que menos preocupa a la UE y a la mayoría de los gobiernos de la UE es el racismo social que ha eclosionado con singular fuerza en Bulgaria... pero no solo en Bulgaria, conste.
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INFO-ANÁLISIS RELACIONADO, en El país: «Lo que no aprendimos en los Balcanes».

2 comentarios:

  1. Feliz tarde Félix,

    Tú que eres medio gallego y vives en Galicia, qué nos puedes decir de esto:

    http://www.eldiario.es/sociedad/Fiscalia-Gobierno-Feijoo-hepatitis-presupuestarias_0_500450391.html

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    1. Sé lo que sabe todo el mundo: se dejó de suministrar Sovaldi por motivos presupuestarios (para recortar el gasto en sanidad) a enfermos cuya única posibilidad de superar el mal era ese fármaco. No me parece ético ni humanamente justificable, que sea o no delito es asunto que ahora deberán dilucidar los tribunales.

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