¿Quién es y qué representa Montilla?

José Montilla Aguilera (Iznájar, Córdoba, 1955) ha sido elegido presidente de la Generalitat de Catalunya con los 70 votos (dos más de los necesarios para la mayoría absoluta) que suman PSC-PSOE, ERC e Iniciativa-Verts (sección ctalana de IU).
Convèrgencia i Unió (CiU), el PP del noreste peninsular y Ciutadans/Ciudadanos votaron en contra.

Pepe --así le llaman sus amigos y compañeros de partido-- es el tercer español nacido fuera de Catalunya que ocupa la presidencia de la Generalitat.
En el siglo XVII lo hicieron Luís de Tena (nacido en Guadix, Granada) y Alfonso de Sotomayor (Carmona, Sevilla). De modo que los tres presidents no nacidos catalanes son andaluces.
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Es lo que un "buen" burgués catalán califica de charnego 
La familia Montilla-Aguilera emigró a Cataluña en los primeros años setenta, cuando Pepe tenía 16 años, y se instaló en Sant Joan Despí, en el área de la gran Barcelona.

Cuando estudiaba Derecho, Pepe se afilió al Partido de los Trabajadores (PT), formación marxista-leninista con rasgos maoístas y próxima a la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), aunque ambas lejos de las posiciones de los PC Internacional y PC Marxista-leninista, matriz este del FRAP, que eran las formaciones maoístas "puras".

Todavía bajo la dictadura franquista, Montilla rompió con el PT e ingresó en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), sección catalana del PCE.
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Montilla en su escaño del Congreso

¿Socialdemocracia?, qué es eso...
En plena transición, en 1978, cuando en el PSUC empezaban a emponzoñarse las relaciones entre el sector eurocomunista o carrillista y el ala leninista, que finalmente se escindió para constituir el Partit dels Comunistes de Catalunya, Montilla dio el salto y se integró en el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), partido creado al fusionarse la Federación Catalana del PSOE y dos formaciones, una socialdemócrata y la otra más a la izquierda; esta, el llamado PSC-Congrés, tenía rasgos nacionalistas y estaba liderada por históricos militantes antifranquistas del Moviment Socialista de Catalunya, como es el caso de Joan Reventós (ya fallecido) y Raimon Obiols.

Montilla --que habla el catalán barcelonés (el xava), la variante más extendida entre los inmigrantes llegados del resto de las Españas-- también estudió Económicas. Está casado en segundas nupcias y es padre de cinco hijos.

Montilla fue alcalde de Cornellá de Llobregat (en el llamado cinturón rojo de Barcelona) durante 19 años, presidió la Diputació de Barcelona y ha sido ministro de Industria en el primer gabinete de Rodríguez Zapatero.

Pepe empezó a destacar en el seno del PSC en 1994, cuando colideró la revolta dels capitáns, promovida por un grupo de presión interna del que formaban parte la mayoría de los dirigentes comarcales de la socialdemocracia catalana, casi todos ellos del área de la gran Barcelona.
Esta fracción crítica amalgamaba al relegado sector obrerista del PSC y rechazaba el incipiente liderazgo de Raimon Obiols, criticado por su «excesivo catalanismo», según sus detractores.
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El primer líder del PSC que no ha nacido en Catalunya

El ascenso de Montilla culminó en el XI Congreso del PSC, en julio de 2000, cuando fue elegido primer secretario en sustitución de Narcís Serra. Montilla ha sido el primer máximo dirigente del PSC no nacido catalán.

Sus posiciones ideológicas están más cerca del colectivo madrileño Izquierda Socialista que del sector economicista que encarna Pedro Solbes, antepone las políticas sociales y de gestión a las identitarias, aspecto este que le diferencia de su antecesor, Pasqual Maragall, en quien pesa más el catalanismo que la ideología socialdemócrata.

Menos ideologizado --que no menos inteligente--, Montilla es más pragmático que Maragall, relega a segundo plano las cuestiones filosóficas o conceptuales y prefiere centrarse en, por ejemplo, atemperar las incursiones políticas de la poderosa maquinaria financiera, industrial y socio-económica que lideran entidades como la Caixa, Foment del Treball (la patronal catalana) y la dinámica burguesía barcelonesa, cuyo rol político (y electoral) es determinante en el reparto de votos entre socialdemócratas y pujolistes.
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Las fronteras no le hacen perder la racionalidad  

Paradójicamente, a Montilla le han echaod en cara ser el valedor de la opa que la Caixa presentó para adquirir el control accionarial de Endesa, en oposición a los españolísimos partidarios de que la adquiriera una compañía alemana, El objetivo de Montilla --que en este caso coincidía con Solbes-- no era barrer para Catalunya, sino mantener la españolidad de Endesa.
En todo caso, Montilla está muy alejado de las posiciones españolistas de Bono, Rodríguez Ybarra o Vázquez, ocurre que en materia económico-financiera Montilla obvia fronteras interautonómicas y en el caso Endesa optó sin reservas por mantener las acciones en manos españolas, que el control lo ejerciera la Caixa, Acciona, Caixanova o el Grupo Santander --o varias de ellas en comandita-- le traía al pairo en tanto fueran sociedades que pagarán aquí los impuestos y dejarán aquí los beneficios.

Vía Montilla, Rodríguez Zapatero ha bajado los humos al sector nacionalista del PSC, pero ha alimentado --quizá sin valorarlo-- las esperanzas del ala menos contemporizadora del PSC, la que denuesta sin ambages la progresiva derechización de algunos sectores del PSOE.