El poder legislativo, las Cortes, ha regulado aspectos de la vida personal de los ciudadanos para, entre otras cosas, permitir que las personas de inclinación homosexual puedan legalizar su convivencia.
A esa iniciativa la Iglesia Católica ha respondido instando a los alcaldes, concejales y funcionarios públicos --incluidos los jueces-- a que incumplan sus obligaciones legales. Y la respuesta del Estado al reto de la Iglesia consiste en cerrar los ojos.
A esa iniciativa la Iglesia Católica ha respondido instando a los alcaldes, concejales y funcionarios públicos --incluidos los jueces-- a que incumplan sus obligaciones legales. Y la respuesta del Estado al reto de la Iglesia consiste en cerrar los ojos.
Los dirigentes de la Iglesia Católica --los cristianos son otra cosa-- actúan cual fánaticos religiosos y, para colmo, mienten. Mienten al decir que las leyes el Estado de Derecho destruyen la familia. La ley se limita a reconocer que las uniones de ciudadanos homosexuales existen y, por tanto, las regula para proteger los derechos individuales de sus integrantes. Así de simple.
En un alarde de fundamentalismo religioso equiparable al de los islamistas radicales, la Iglesia pretende que el Estado imponga los valores del catolicismo.
La respuesta del Estado al reto de la Iglesia consiste en cerrar los ojos.
La respuesta del Estado al reto de la Iglesia consiste en cerrar los ojos.
¿Por qué el Vaticano tiene derecho a llamar a la desobediencia civil y, en cambio, se niega similar derecho a los independentistas, a los anarquistas, a los okupas, a los sindicalistas despedidos, a las mujeres apaleadas, a los trabajadores condenados a la miseria por los efectos de una opa, a los profesores agredidos impunemente...?
Cada día se oyen voces condenando la violencia; pues bien: el uso de los sentimientos religiosos para llamar a la subversión contra el Estado es una forma de violencia y, lo que es mas grave, propicia enfrentamientos civiles. Y la respuesta del Estado consiste en cerrar los ojos.
Los eufemismos mandan y está mal visto llamar a las cosas por su nombre: La Iglesia Católica --que no los cristianos-- actúa cual organización anticonstitucional. El Gobierno español es el único de Occidente que subvenciona a organizaciones que aspiran a derribarlo.
Frente a las agresiones de la Iglesia Católica, Rodríguez Zapatero parece empeñado en hacer bueno el alias que le colocaron al poco de ganar las elecciones: Bambi.
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