18 noviembre 2006

Iglesia subversiva y Estado cobarde

El poder legislativo, las Cortes, ha regulado aspectos de la vida personal de los ciudadanos para, entre otras cosas, permitir que las personas de inclinación homosexual puedan legalizar su convivencia.
A esa iniciativa la Iglesia Católica ha respondido instando a los alcaldes, concejales y funcionarios públicos --incluidos los jueces-- a que incumplan sus obligaciones legales. Y la respuesta del Estado al reto de la Iglesia consiste en cerrar los ojos.
En el centro (con gafas oscuras), el arzobispo de
Madrid, Rouco Varela, en la manifestación celebrada
en contra de la nueva ley de matrimonio civil.
Según los convocantes, entre los que figuraba
el PP, asistieron un millón y medio de personas;
según el ayuntamiento madrileño 300.000
y según fuentes gubernativas, 166.000
Otro tanto ocurre en el mundo de la enseñanza. El poder legislativo ultima la creación de una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía --tal como se acordó en el Consejo de la Unión Europea, cosa que España ha retrasado sin mediar justificación-- que incluirá el conocimiento de las religiones. Pero como no gusta al Papa, el obispo de Granada, Javier Martínez, llama a la desobediencia civil.
Los dirigentes de la Iglesia Católica --los cristianos son otra cosa-- actúan cual fánaticos religiosos y, para colmo, mienten. Mienten al decir que las leyes el Estado de Derecho destruyen la familia. La ley se limita a reconocer que las uniones de ciudadanos homosexuales existen y, por tanto, las regula para proteger los derechos individuales de sus integrantes. Así de simple.
En un alarde de fundamentalismo religioso equiparable al de los islamistas radicales, la Iglesia pretende que el Estado imponga los valores del catolicismo.
La respuesta del Estado al reto de la Iglesia consiste en cerrar los ojos.
¿Por qué el Vaticano tiene derecho a llamar a la desobediencia civil y, en cambio, se niega similar derecho a los independentistas, a los anarquistas, a los okupas, a los sindicalistas despedidos, a las mujeres apaleadas, a los trabajadores condenados a la miseria por los efectos de una opa, a los profesores agredidos impunemente...?
Cada día se oyen voces condenando la violencia; pues bien: el uso de los sentimientos religiosos para llamar a la subversión contra el Estado es una forma de violencia y, lo que es mas grave, propicia enfrentamientos civiles. Y la respuesta del Estado consiste en cerrar los ojos.
Los eufemismos mandan y está mal visto llamar a las cosas por su nombre: La Iglesia Católica --que no los cristianos-- actúa cual organización anticonstitucional. El Gobierno español es el único de Occidente que subvenciona a organizaciones que aspiran a derribarlo.
Frente a las agresiones de la Iglesia Católica, Rodríguez Zapatero parece empeñado en hacer bueno el alias que le colocaron al poco de ganar las elecciones: Bambi.
..
MÁS detalles, en 20Minutos.

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