La Escuela de Salud Pública Bloomberg, adscrita a la Universidad Johns Hopkins y por tanto nada sospechosa de anti-americanismo, suscribe un informe publicado por la revista médica The Lancet --que tampoco es antiamericana ni está financiada por Sadam Huseín ni los insurgentes iraquíes-- en el que cifra en 655.000 las muertes habidas en Irak desde que se inició la invasión que lidera Estados Unidos.
Los partidarios de la política exterior de la Casa Blanca han intentado contrarrestar los efectos causados por el informe Bloomberg en la sociedad norteamericana, alegando que el Iraqi Body Count (IBC) estima que las muertes suman unas 45.000. La diferencia es abismal, pero lógica, pues IBC sólo contabiliza los fallecimientos que son difundidos por la prensa, radio y TV.
La cifra del informe Bloomberg es fruto de combinar un vasto trabajo de campo (encuestas en hogares) y una extrapolación estadística aplicada con criterios epidemiológicos.
Salvo que la Casa Blanca rectifique, si el ejército de EE UU permanece en territorio iraquí hasta el 2010, tal es la previsión del Pentágono, hay posibilidades ciertas de que la invasión de Irak bata la marca de Vietnam, donde perecieron casi tres millones de personas.
El remedio (la invasión) es peor que la enfermedad (Sadam).
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