18 mayo 2010

El arzobispo de Toledo falta a la verdad y se burla de los contribuyentes

Hay personas que tienen problemas de comprensión intelectual, o así lo parece; aunque todo indica que en este caso el problema es otro y que la falacia es interesada. Más exactamente: ¡Miente por dinero!
Es el caso del arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, que, ufano él, afirma que las transferencias del Estado español a la sección española del Vaticano corresponden a lo que voluntariamente aportan los contribuyentes católicos en sus declaraciones de la renta (IRPF). Eso no es cierto.
Más claro: lo que dice el arzobispo es rotundamente falso.
Braulio Rodríguez
Salvo para un bobo de solemnidad o una persona interesada, bastan 30 segundos de pensar para darse cuenta sin sombra de duda de que la Iglesia Católica española es financiada por todos los contribuyentes, ¡por todos!, tanto si en la declaración de la renta marcan la casilla a favor de la Iglesia Católica como si no la marcan.    
Es muy sencillo: Marcar la casilla es un acto sin coste económico personal, pues el contribuyente se limita a autorizar que parte de lo que debe pagar al fisco sea desviado a la caja de la sección española del Vaticano.    
Los católicos que marcan la casilla no aportan ni un solo euro más de los que les corresponde abonar. Por tanto, ese dinero se detrae del conjunto de los ingresos, no del bolsillo del contribuyente que marca la casilla.
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El Gobierno socialista avala el dislate    
No obstante, desde un punto de vista ¡constitucionalista! lo más vergonzoso no es que el arzobispo de marras falte a la verdad; lo más vergonzoso es que la Administración pública se preste a semejante componenda y que el Gobierno tenga el descaro de insistir una y otra vez en la misma falacia que proclama el arzobispo.    
Que una organización privada mienta para obtener dinero entra en el campo de lo comprensible --por no emplear verbos y calificativos más exactos pero menos amables--. Lo incomprensible es que un Estado democrático de Derecho constitucionalmente aconfesional esgrima la misma falacia que la curia para desviar millones de euros (en el 2009 fueron más de 250 millones).    
Y para colmo, el arzobispo alardea de que el tijeretazo del Gobierno a los gastos sociales no afecta a la Iglesia Católica.   
¿Para cuándo la libertad de donar parte de mis impuestos a la Iglesia Evángélica, al club de baloncesto de mis amores, a un sindicato o al equipo de petanca de mi barrio?  

ANTEAYER, en ImP: "Campaña del IRPF: El Estado español sigue siendo nacional-católico".

3 comentarios:

  1. Soy Cristiano (y Católico muy a mi pesar), me considero una persona responsable con mis actos, comprometida con la sociedad y con la construcción de una Iglesia comunitaria y mundial. Pero sí estoy de acuerdo en que la Iglesia no debe formar parte de la contribución que los españoles hacen a hacienda. Yo también espero que llegue el día en que alguien, la Iglesia o el Estado, se den cuenta de que la Iglesia no puede ser dependiente de un país como bien dices, debe financiarse por su propio trabajo. En fin... El poder corrompe, y por desgracia ocurre tanto a gobernantes como a obispos o quien sea.

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  2. A KAESAR,
    Yo no soy creyente, pero hasta el Preu estudié en colegios de jesuitas, mi educación y mi base cultural es judeo-cristiana, como la del 90% de ciudadanos españoles y no me avergüenzo de ello, al contrario, creo que los valores propios del cristianismo --en gran medida recogidos de tradiciones anteriores-- son válidos desde un punto de vista humanístico.
    Lo que me parece deleznable es la secta vaticana, la perversión de los valores en la que ha incurrido durante siglos sin entender, llegada la Ilustración y el auge de la ciencia y el avanece de los conocimientos, de valores cristianos que son positivos pero que deben adecuarse a la realidad y a la mejor preperación intelectual de los humanos.
    No deberíamos avergonzarnos de "ser" judeo-cristianos, al contario, pero sí deberíamos avegonzarnos de la versión vaticana de esos valores y deberíamos contribuir a que la curia deje de hacer interpretaciones medievales y acientíficas de la vida y de la convivencia.
    Un abrazo.

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  3. Yo diría que las instituciones religiosas se oponen al progreso; ya sea predicando contra el uso del preservativo en África -infestada por el SIDA y castigada por la superpoblación-, o contra la libertad sexual de la mujer en el mundo musulmán, o lo que se tercie.
    Regirse a estas alturas por libros escritos por poetas orientales hace miles de años, e interpretados a su convenienca por las cúpulas clericales de nuestros días, es de una irracionalidad e inmadurez, sólo comprensibles en niños muy pequeños o en personas extremadamente acríticas, ignorantes o, simplemente, medievales.

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