Los activistas antisistema a los que los dirigentes del PP madrileño imputan la responsabilidad de los incidentes acaecidos en los últimos días --o madrugadas-- en el barrio de Malasaña sólo existen en la imaginación de individuas como Esperanza Aguirre, que últimamente ha ganado más fama si cabe y está en miles de bocas por sus negocios conyugales en torno a la estación del AVE de Guadalajara.
Obviando los simplismos satanizadores a los que ya nos tienen acostumbrados ésa y otros políticos descerebrados, el asunto merece análisis detallado y constructivo.
Imagen de los destrozos (foto capturada en El país) |
Abuchear o aplaudir a los protagonitas de un hecho dejándose llevar por la víscera (por los cojones) o por dogmas (la fe) es tranquilizador, pero hipoteca el futuro.
Lo más chocante, visto desde provincias, es que una de las ciudades más importantes de Europa esté gobernada por gente que fía todo o casi todo a los cojones o a la fe.
De entrada, es obligado reconocer --¡por parte de todos!-- que entre los insensatos y violentos alborotadores de Malasaña había militantes antisistema, ecologistas, izquierdistas, miembros de las JJ SS, cristianos de base, nuevas generaciones y un largo etcétera de individuos tan variopinto que en ningún caso, ¡en ninguno!, permiten identificar al colectivo como un todo uniforme.
¡Que fácil es generalizar y echar balones fuera! Sin embargo, las intelectualmente limitadas autoridades madrileñas parecen empeñadas en negar que sucesos como los de Malasaña están protagonizados por los rebotados de un sistema social y económico que pasa del futuro y, por tanto, de los jóvenes.
Lo más chocante, visto desde provincias, es que una de las ciudades más importantes de Europa esté gobernada por gente que fía todo o casi todo a los cojones o a la fe.
De entrada, es obligado reconocer --¡por parte de todos!-- que entre los insensatos y violentos alborotadores de Malasaña había militantes antisistema, ecologistas, izquierdistas, miembros de las JJ SS, cristianos de base, nuevas generaciones y un largo etcétera de individuos tan variopinto que en ningún caso, ¡en ninguno!, permiten identificar al colectivo como un todo uniforme.
¡Que fácil es generalizar y echar balones fuera! Sin embargo, las intelectualmente limitadas autoridades madrileñas parecen empeñadas en negar que sucesos como los de Malasaña están protagonizados por los rebotados de un sistema social y económico que pasa del futuro y, por tanto, de los jóvenes.
En paralelo, porque todo hay decirlo, también hay que preguntarse ¿dónde narices están esos jóvenes rebeldes y valientes cuando hay que protestar por los contratos basura, contra la precariedad laboral o contra las prácticas laborales de las que sólo sacan tajada los empresarios espabilados, los listos.
Los gobiernos local y autonómico de Madrid, así como los partidos de oposición de ambas instituciones, deberían contar hasta 10 antes de hacer declaraciones (blablablá). Y pensar sin arrebatos viscerales (por cojones) ni dogmas (la fe).
Los gobiernos local y autonómico de Madrid, así como los partidos de oposición de ambas instituciones, deberían contar hasta 10 antes de hacer declaraciones (blablablá). Y pensar sin arrebatos viscerales (por cojones) ni dogmas (la fe).
perfecta exposición, perfecta. abordas todos los puntos de vista y los razonas. ojalá toda la prensa fuese así. aunque mi corazón está con los botelloneros, lo cierto es que en este país las cosas que suceden escapan a la lógica. bicos.
ResponderEliminarMalos tiempos cuando "el poder" (medios de comunicación, gobiernos) se inventan "revoluciones" para justificar políticas. Cuando se generaliza y se etiqueta un descontento heterogéneo para simplificar el problema y, como bien dices, "echar balones fuera".
ResponderEliminarUna forma más de desviar la atención, no reconocer fracasos ni adoptar medidas constructivas.
Y una vez más: la mirada moral, grave, desconfiada, sobre "los jóvenes".