Los atacados estaban celebrando una reunión relacionada con el conflicto laboral que en aquellas jornadas se vivía en el sector del transporte; durante el encuentro debían, entre otras cosas, valorar la conveniencia o no de seguir adelante con las movilizaciones.
Corría el año 1977, hacía un año y dos meses que había muerto el dictador y pese a la libertad de movimientos e impunidad de las que todavía gozaban los grupos involucionistas, los partidos democráticos y los franquistas que estaban dispuestos a finiquitar la dictadura (liderados por Adolfo Suárez, que ya era presidente del Gobierno) eran optimistas y, acaso ingenuamente, consideraban que ya era prácticamente imposible la vuelta atrás.
El presidente de Gobierno, con el respaldo del rey, ya había manifestado su clara voluntad de dar el salto a la democracia y mantenía contactos con todas las formaciones políticas de la oposición. Cientos de miles de personas --pero no millones como ahora se dice-- se habían manifestado a favor de una profunda reforma institucional.
En ese escenario, los autores del crimen de Atocha no sólo perseguían escarmentar a CC OO y al PCE, sino que también querían reventar el diálogo para que el jefe del Estado frenara la democratización.
Hoy, 30 años después, casi nadie --ni siquiera algunos partidos democráticos-- parece dispuesto a recordar quién era quién en 1977.
Demasiados demócratas de los que hoy tienen 50 o más años de edad --es decir, los que en 1977 ya habían cumplido los 20 de edad-- jamás movieron un dedo para enterrar el franquismo y recuperar las libertades.
En ese escenario, los autores del crimen de Atocha no sólo perseguían escarmentar a CC OO y al PCE, sino que también querían reventar el diálogo para que el jefe del Estado frenara la democratización.
Hoy, 30 años después, casi nadie --ni siquiera algunos partidos democráticos-- parece dispuesto a recordar quién era quién en 1977.
Demasiados demócratas de los que hoy tienen 50 o más años de edad --es decir, los que en 1977 ya habían cumplido los 20 de edad-- jamás movieron un dedo para enterrar el franquismo y recuperar las libertades.
Hoy, 30 años después, el mejor homenaje a los muertos en el bufete de Atocha y a todos cuantos contribuyeron a democratizar el país, consiste en hacer memoria y recordar quién era quien en 1977. En paralelo, convendría que nadie olvidara que los autores de aquella masacre han pagado su crimen con apenas media docena de años de cárcel... Y los inductores de aquel crimen jamás fueron identificados.
¿Cuántos asesinatos perpetrados por franquistas han quedado impunes? Prácticamente todos.
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