Un etarra ha asesinado a un ciudadano por causas que sólo puede entender quienes viven fuera de la realidad. Desde un punto de vista humano poco importa que la víctima fuera un empresario, un trabajador autónomo o un asalariado, hombre o mujer, rentista o miserable. Para colmo, el asesinado tenía inclinaciones vasquistas --opción política que dice defender ETA.
En cualquier caso, el crimen sería igual de deleznable si la víctima hubiera sido un nacionalista español, un anarquista, una monja, un socialdemócrata… ¡qué más da!
El río fluye incontenible
Quienes en las décadas de 1940, 1950, 1960 o en la primera mitad de la de 1970 consideraban (considerábamos) que estaba justificado recurrir a la violencia para defender manifestaciones, paralizar la producción, repartir octavillas u otras acciones no entienden (no entendemos) a los ciegos que una vez aprobada la Constitución de 1978 siguieron y siguen convencidos-enajenados de que la violencia es inevitable, o políticamente útil.
La dinámica es perversa. Tanto es así que, aparte de las ocurrencias y latiguillos de los políticos, hay analistas, cronistas o columnistas que a propósito del último delito etarra han publicado especulaciones como esta:
"Por un lado, hay quien considera que el asesinato de Uría es la consagración de una estrategia que inició la banda terrorista orientada hacia el boicoteo y el ataque a empresas vinculadas con la construcción de la línea de alta velocidad que unirá las tres provincias vascas. Por otro, hay quien piensa que este atentado, lejos de formar parte de una estrategia planificada, responde al afán de cometer un asesinato de la forma más fácil, atacando a un colectivo vulnerable como el de los empresarios"... ¿?
Las hojas del rábano
Foto capturada en 20Minutos |
El apoliticismo que cultivó el franquismo fue integral y tiene alumnos aventajados, tanto entre quienes durante la dictadura optaron por callar y tragar, como entre los escasísimos españoles que a partir de 1940 osaron rebelarse... Y esas deformaciones y cobardías colectivas todavía siguen vigentes. ¡Tanto es así que hasta da miedo desenterrar a los desaparecidos...!
Como todo el mundo sabe, a partir de 1940 el régimen franquista instruyó a la población en el caudillaje y el mesianismo, y la ciudadanía --que en un elevadísimo porcentaje optó por sobrevivir, por ser cómoda, por aprovecharse... o estaba acojonada-- aprendió de memoria la lección como si se tratara de la tabla de multiplicar. Los etarras de hoy son los decendientes aventajados de aquel maniqueísmo.
¡La verdad es una!, ¡la patria es sagrada! A fecha de hoy, ambas consignas --con ligeras variantes-- pueden ponerse en boca de un tardofranquista o de un mesiánico delincuente de ETA, de un ayatolá iraní o de un tarugo del medio oeste de EE UU convencido de que Bush es el guardían del centeno...
¿A qué obedece tanta saliva?
Que un etarra asesine a un ciudadano puede ser noticia de portada, pero es más noticiable el hecho de que la mayoría de los líderes sociales, económicos y políticos analicen el suceso prescindiendo del escenario y lancen el mensaje --se supone que involuntario-- de que la estabilidad del país depende de un delito puntual.
La pregunta es inevitable: ¿Es posible semejante repercusión? ¡No, para nada! ¿Entonces, a quién conviene exacerbar lo ocurrido?
La pregunta es inevitable: ¿Es posible semejante repercusión? ¡No, para nada! ¿Entonces, a quién conviene exacerbar lo ocurrido?
Lo más inquietante para la estabilidad democrática no es el delito, sino que el crimen merezca tanta saliva, da la sensación de que los autores del atentado están en un tris de tomar el poder.
El Reino de España es el único Estado miembro de la Unión Europea cuya clase política es capaz de mantener firme el ademán ante la muerte de 160 personas a causa de una negligencia y, en cambio, temblar como un flan por el asesinato de una persona a manos de ETA.
El problema de fondo no es que los dogmas etarras sean creíbles ni que gocen de sólidos apoyos sociales --cosa que ya no es así--, el problema es que la mayoría de la clase política dirigente de las Españas se comporta como si fuera intelectualmente corta, acusa confusiones inexplicables y, en algunos casos, sigue empeñada en utilizar a ETA y, con este fin, exagera el alcance real de sus acciones.
INFORMACIÓN puntual del atentado, en El correo, El país, EL PLURAL, Gara, La voz de Galicia, NUEVA TRIBUNA, y VIEIROS; para consultar otros medios, pulse aquí.
Sr. Soria:
ResponderEliminarToca usted diversas teclas en esta entrada, que se podrían resumir en una visión pesimista sobre la alienación que, esta sociedad disfruta.
Y digo disfruta, por la aparente autocomplacencia que, la del que sigue al rebaño y ha olvidado el espíritu crítico, como si dicho espíritu fuera algo intrínsicamente malo.
Y digo malo, por la dificultad que algunos ven en el análisis de los hechos y conductas, cuando es mucho más cómodo no pensar, porque, hacerlo, significa cuestionarse cosas y, tal vez, no interesa salirse de los caminos trillados.
Es bueno reflexionar, de vez en cuando, incluso sobre aquello que nos incomoda y aturde. No conozco otra cosa mejor, para crecer como individuos.