Cumbre del G-20: Un oportuno baño de optimismo

Es obligado reconocer que el comunicado final de la reunión londinense del G-20 tiene dos aspectos esperanzadores:

Uno, reconoce los errores cometidos, y

Dos, establece objetivos que, en principio, son positivos, aunque dentro de un orden; mejor dicho, dentro del sistema. ¿Compromisos? Ninguno cierto.
Frente a esos dos aspectos positivos, hay dos vacíos que contrarrestan en gran medida sus hipotéticos efectos prácticos:

Primero, la cumbre no cuestiona la continuidad ni auspicia reformas concretas en las instituciones y procedimientos con los que se podrían corregir los desmanes financieros (el Fondo Monetario Internacional y el conjunto de normas de rango trasnacional que regulan la circulación de capitales), y

Segundo, la única medida concreta adoptada es inyectar más dinero público, solución que algunos Estados mejoran al dar el paso adelante de nacionalizar las entidades podridas o en quiebra.

Singular manifestante. Imagen capturada en Esquizopedia

Frases bonitas, nada más
La cruzada contra los paraísos fiscales y contra el secreto bancario es exclusivamente verbal: No se ha adoptado ninguna medida concreta, ni se ha suscrito ningún compromiso que establezca procedimientos y plazos, ni siquiera orientativos. En la práctica, el pronunciamiento es una simple amenaza verbal dirigida a la treintena larga de Estados y los cientos de entidades privadas (la mayoría de Occidente) que se benefician del blanqueo de dinero, de la especulación, del apalancamiento, del secreto bancario y de la evasión fiscal, entre los que figuran varios países socios de la Unión Europea, aparte de EE UU.

Sin duda, la cumbre de Londres ha sido positiva, pero considerarla un punto de inflexión es un ejercicio de optimismo (actitud esta, no obstante, que tiene efectos tranquilizadores en los mercados… En este sentido y sólo en este sentido, la cumbre ha constituido un notable éxito).
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Los bancos centrales se inhiben... y todos tan contentos

Del penoso papel que han jugado los bancos centrales, empezando por la Reserva Federal de EE UU y acabando por el BCE, apenas se ha dicho nada y nada se prevé hacer al respecto.

En definitiva, una inyección de optimismo en un momento delicado. Si poner más y más dinero público encima de la mesa no da resultados en un plazo de meses, la de Londres pasará a la historia como otra cumbre contemporizadora, similar a la celebrada hace unos meses en Washington.

¿Usted cree realmente que Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, EE UU, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Rusia, etc. etc. etc. serán capaces, primero, de ponerse de acuerdo para, a continuación, poner coto a las aberrantes prácticas financieras que se realizan en o vía Aruba, Bahrein, Gibraltar, Islas Caimán, Islas Vírgenes (las de EE UU y las de Gran Bretaña), Liechtenstein, Mauricio (Francia), Nauru, Panamá o las Seychelles, entre otros territorios?
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ENLACES DE INTERÉS:  
Listado de paraísos fiscales de la OCDE (en inglés);  
Guía de las inversiones offshore (en la web paraisos-fiscales.info);  
"Suiza debate contar su secreto: Se busca nuevo paraíso fiscal", por Paula Carrión, en Soitu; y
Informe del Centro de Análsis y Prospectiva de la Guardia Civil, elaborado en el 2004.
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SOBRE LA CRISIS FINANCIERA, vale la pena leer:   
"El G-20 y el Fondo Monetario Internacional", por Vicenç Navarro;  
"La cumbre del G-20: ¿parole, parole,parole?", por Juan Torres López;  
"Agujeros negros en la globalización", por Rodolfo Benito Valenciano, y  
"¿Que crisis?, ¿qué regulación?", por Antonio Antón.