23 febrero 2015

Hungría, o cómo enriquecer lo esencial por la vía del mestizaje

La colectividad húngara se forjó sin "suelo patrio",
invadiendo en lugar de recibiendo invasores y sin embargo,
es una sociedad más cohesionada que la española

Una de las naciones más singulares de Europa es la húngara. Despierta curiosidad por su exotismo, no en vano su procedencia —los Urales— y el mestizaje con los onogures, turcos, ávaros, vikingos, eslavos del este, etcétera han configurado una nación excepcional que, a mayores, en alianza con Austria y hasta que estalló la Gran Guerra de 1914, fue pieza fundamental en la configuración de la Europa central y oriental.
Los húngaros no son eslavos ni hunos, por mucho que algunos sigan empeñados en ello. Las tribus magiares llegadas durante el siglo X a la antigua Panonia romana procedían de la región del río Kama, afluente del Volga que baña los pies europeos de los Urales. Allí y al este de la cordillera radican las primeras noticias (rastros arqueológicos) de asentamientos humanos, los de la parte asiática datados el siglo III antes de Cristo y los de la cara oeste poco después. Todo apunta, pues, que los magiares constituían un pueblo con ancestros siberianos y hábitos recolectores (caza incluida) que se desplazaba de levante hacia poniente.

Referencias:
YUGRA - LEVEDIA - ETELKÖZ 
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Cuatro siglos 
de mudanzas
y mestizajes 

La actual nación húngara se moldeó a lo largo de cuatro siglos [V-IX d.C.], durante los que fue migrando desde los Urales hasta las tierras del lago Balatón.
Durante ese largo período, ora mudándose voluntariamente ora desplazados por otros pueblos, los magiares avanzaron rumbo sur, hacia climas más benignos en dirección al Cáucaso— y también en dirección suroeste, hacia la costa del mar Negro, de modo que aún conservando los rasgos étnicos y gran parte de sus ancestrales tradiciones, fueron inevitables el mestizaje y la influencia de otros grupos humanos; en su mayoría de origen asiático: ávaros, hunos, iranios, mongoles y turcos, entre otros.
Durante esos cuatro siglos de migración las ósmosis culturales fueron tan forzosas como naturales, lo que también introdujo cambios en la lengua magiar, cuya adscripción a una u otra familia lingüística ha suscitado encendidas polémicas entre los expertos.
Hoy, casi nadie discute que el húngaro es una más de las lenguas ugrofinesas (subgrupo de las urálicas), y también hay consenso en que durante el viaje hacia el sur y el oeste los magiares adquirieron fonemas y elementos morfológicos de las lenguas altaicas y túrquicas, lo que dificultó sobremanera precisar la cuna del idioma magiar. 
A finales del siglo VII y durante gran parte del IX hubo colectivos magiares que se establecieron en las llanuras de los cosacos del Don —territorios de la actual Ucrania— donde mantuvieron prolongado, estrecho y casi siempre amistoso contacto con los eslavos orientales e incluso con los clanes escandinavos (vikingos) afincados al oeste de Ucrania —el área de la actual Kiev NO era Ucrania—, clanes que poco a poco constituyeron una influyente colonia en la región por motivos comerciales, hasta el extremo de que los líderes varegos (vikingos) acabaron siendo la clave de bóveda en la fundación de la Rus de Kiev, que  alianza con el Principado de Moscova constituyeron la natio rusa y su monarquía, el zarato.
Los pueblos no migran en formación cerrada cual ejército. Cada tribu, clan y familia se mueve a su ritmo, en función de las necesidades, del clima, de las cosechas, de la caza y también de las agresiones; de modo que el desplazamiento de una natio se puede prolongar durante generaciones y por donde transita crea asentamientos que duran decenios, acaso centurias e incluso en ocasiones echan raíces, como por ejemplo las colonias griegas de las que todavía queda rastro en Crimea o las que formaron en época más reciente los magiares asentados en el centro de Rumanía [ver mapa], país que en sus dos terceras partes estuvo bajo dominio del Reino de Hungría durante casi un milenio.
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La migración se inició en los Urales, cruzó Ucrania, la vieja
Dacia, Rumanía y finalizó en las llanuras del lago Balatón

Los primeros contingentes de húngaros que iniciaron la penetración en Centroeuropa llegaron a la vieja Ucrania a lo largo del siglo VII  [ver mapa adjunto].  No obstante, los magiares optaron por establecerse en las cuencas del Don y del Dniéper, y en la antigua Dacia (aprox.), que abarca la región rumana de Besaravia [la actual República de Moldavia, pais inventado por el Kremlin en 1946], el área suroccidental del actual Estado ucraniano y el noreste de Bulgaria.
Posteriormente, la mayoría de clanes emigró hacia las llanuras del centro de Rumanía, pero invitados a guerrear a favor de unos u otros señores feudales centroeuropeos, a la vez que eran empujados hacia el oeste por sucesivas invasiones procedentes de Asia, a lo que se sumó la imperiosa necesidad de buscar seguridad en materia agroalimentaria... a la postre, esas y otras circunstancias y avatares provocaron que durante el siglo IX varios miles de familias se afincaran en las fértiles llanuras que circundan el lago Balatón.
La derrota sufrida por tropas magiares en el sureste de Baviera en una de sus incursiones hacia poniente (año 955) marcó un hito, pues el revés reforzó el sentimiento de cansancio que los migrantes habían acumulado y la cada vez más anhelada búsqueda de una forma de vida estable: poseer una tierra propia, un hogar. 
Las planicies que rodean el lago Balatón y el regalo del agua del Danubio convirtieron las colonias magiares ya asentadas en la vieja Panonia romana en el modelo a seguir, por lo que la mayoría de los clanes magiares que partieron de los Urales en busca de un nuevo hogar acabaron afincandose en las tierras de la actual Hungría.

[El gentilicio húngaro fue anterior al topónimo Hungría, pues fue adjudicado a los magiares a causa de la estrecha y larga relación que mantuvieron antes de abandonar los Urales con el pueblo onogur (u on-ogur), tribus nómadas que vivían al este del río Don, entre el Cáucaso, la cuenca baja del Volga y la vertiente occidental de la cordillera que parte Eurasia desde la costa del oceáno Ártico hasta la del mar Caspio]..

Así durante el siglo VIIse forjaron los cimientos de una de las naciones más cohesionadas del Viejo Continente y así empezó la segunda parte de la historia de las tribus de la Magna Hungaria, pues a remolque de Austria irrumpieron en otros espacios de Centroeuropa.
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Del esplendor a ser
apéndice de Austria

* 894-895. Los magiares, unidos bajo el liderazgo de Árpád, inician la ocupación sistemática de los Cárpatos y sus altiplanicies aprovechando que Bulgaria, enfrentada con Baviera, requiere los servicios de los afamados guerreros urálicos.
Al mismo tiempo, Baviera invita a Árpád a invadir tierras del Danubio medio que por aquel entonces controlaba una de las más poderosas monarquías centroeuropeas, la Gran Moravia.
Así, poco a poco, las pugnas entre los señores y monarcas centroeuropeos favorecieron la progresión de los magiares hacia el oeste (siglo X).
* Año 1000. Las llanuras del lago Balatónm en la vieja Panonia romana, se convierten en la tierra prometida de los magiares, que dan por finalizada su migración, se declaran soberanos y estrenan monarca: Esteban I, tataranieto de Árpád.
Una de las primeras medidas que adopta el cuarto príncipe de las tribus magiares es recibir el bautismo y cristianizar la nueva monarquía, convencido de que pertenecer al mundo católico es fundamental para que su autoridad sea tenida en consideración y respetada por los poderes vecinos.
* 1077. Es coronado Ladislao I, magiar nacido en territorio polaco y canonizado en 1192 por la Iglesia Católica. Su reinado es especialmente positivo porque no sólo se consolida y estabiliza la vida económica, sino que además extiende sus dominios: Croacia y Dalmacia son anexionadas.
* 1241. El ejército mongol de Batú Kan irrumpe en Centroeuropa. La breve pero destructiva estancia de los mongoles en tierras magiares deja un erial y el rey Bela IV (magiar nacido en Croacia) ordena construir un perímetro defensivo; en total, cien fortalezas de distintos tamaños.
* 1301. La Casa de Árpád se queda sin descendencia a la muerte de Andrés III. Tras una breve regencia el príncipe napolitano Carlos Roberto de Anjou reivindica con éxito el trono como nieto de Esteban V por vía materna. Hungría experimenta un fuerte desarrollo cultural y económico gracias en gran parte a que se ha convertido en el principal proveedor europeo de oro y plata.
* 1387. Segismundo de Luxemburgo accede al trono húngaro por vía matrimonial; también ostenta la corona de Chequia y luego se ciñe la de emperador germánico (aunque brevemente: 1433-1437); sin embargo, el luxemburgués concentra su atención en Hungría, nación en auge, impulsando las artes y las incipientes infraestructuras urbanas y viarias.
* 1458. Es coronado Matías Corvino, que somete a vasallaje los territorios de Moravia, Bohemia y Silesia
Hungría ya es una gran potencia de Centroeuropa pero pese a su esplendor, Matías I traslada la corte a Viena.
* 1526. El ejército del Imperio Otomano, con Solimán el Magnífico al mando, pugna por extender sus dominios hacia el oeste, obtiene un sonada victoria sobre el ejército húngaro en la batalla de Mohács y los turcos ocupan Buda [ciudad vecina de Pest, poco después también ocupada por los invasores, que fusionan ambas administraciones locales].
El rey Luis II muere y los nobles húngaros eligen sucesor a Fernando de Habsburg (o de Austria), hermano del emperador flamenco Carlos V de Alemania y I de España.

[Los Habsburg lograron que Austria y Hungría quedarán unidas durante más se  cuatro siglos; no así en la Península Ibérica, donde tras la guerra de Sucesión (1701-1715) y a cambio de ceder a los Habsburg varios territorios europeos propiedad de la Corona de Castilla y de la Casa de Aragón, la francesa Casa de Bourbon asumió el poder de cinco de la siete monarquías ibéricas en la persona de Felipe de Anjou, coronado Felipe V, quien derogó la Casa de Aragón y sus cuatro monarquías fueron unidas jurídicamente a la de Castilla los decretos de Nueva Planta para  formar un solo reino, el de España]

* 1529. Fracasa la ofensiva turca para tomar Viena. En Hungría, dominada casi enteramente por el Imperio Otomano, hay familias de la nobleza que colaboran con los turcos. Las revueltas son constantes, tanto en el país magiar como en Transilvania, territorio vasallo de Hungría pero de población mayoritariamente rumana.
* 1686. Las tropas de los Habsburg reconquistan Budapest, que ha permanecido bajo dominio turco —aunque administrada por la nobleza local— durante 167 años: ocho generaciones.
* 1699. El Imperio Otomano se ve obligado a retirarse también de Transilvania debido a la ofensiva austro-húngara pero, paradójicamente y al mismo tiempo, Hungría es institucionalmente relegada y aunque no desaparece como reino se convierte en un "apéndice" del de Austria.
Curiosa y significativamente, la Casa de Habsburg es pragmática y comprensiva con las incipientes burguesías de Viena, Salzburgo, PragaLinz en tanto que en Budapest sólo atiende (y para colmo con mal disimulado desprecio) de forma tangencial las peticiones de la nobleza, lo que se  debe a que significados aristócratas húngaros colaboraron con la Administración otomana con la esperanza de reforzar su poder socio-económico para, una vez retirados los turcos, romper con Viena o alternativamente obtener un trato de igual a igual.
* 1846. Levantamiento campesino en Galitzia (sur de la actual Polonia), que es aplastado a sangre y fuego por el ejército austro-húngaro.
* 1848. Eclosiona en Budapest y varias ciudades magiares un fuerte movimiento que los historiadores "de orden" presentan como exclusivamente nacionalista. La capital es tomada por gentes llegadas en su mayoría del rural, secundadas por la burguesía y el artesanado urbanos y contando con la aquiescencia de la nobleza, que actúa bajo mano con la intención de que el reino magiar marque distancias con Viena.
No obstante, la revuelta es básicamente de orden económico y fiscal, no nacionalista, influyendo sólo tangencialmente el rechazo al centralismo vienés que anida entre los patriotas de la nobleza.
Los insurgentes constituyen un gobierno provisional pero el emperador Francisco José I obtiene el apoyo de las etnias que habían sido sometidas por los húngaros (sobre todo, croatas y rumanos; además, los Habsburg consiguen ayuda militar del zar.
Tras varios meses de enfrentamientos de baja intensidad, los soldados imperiales entran en Budapest (1849) y es restablecida la "normalidad". El emperador suaviza lo que opina de los nobles que colaboraron con los otomanos --o sea, esconde lo que piensa--, destila amabilidad, enuncia vagas promesas y logra que la nobleza húngara asuma su debilidad social y apoye al monarca.
* 1860-1861. Tras varios años de aparente tranquilidad, la aristocracia magiar, que se había contentado con la promesa de obtener atribuciones que a la postre ha sido incumplida, vuelve a instigar bajo mano periódicas protestas populares. El emperador, temeroso de un nuevo estallido refuerza las medidas gubernativas y recentraliza la fiscalidad y todos los procesos de decisión.

Austria pierde la guerra
con Prusia y Hungría
gana autonomía

* 1866. Estalla la llamada Guerra de las Seis Semanas entre Austria y Prusia, que se salda con la victoria de los vecinos del norte, convertidos en potencia de ámbito continental y Berlín, referente del germanismo.
* 1867. La nobleza húngara aprovecha el revés sufrido por los Habsburg y logra que el reino magiar vea mejorado su rango institucional y reconocido como entidad autónoma "dentro del orden imperial", naturalmente.
* 1902. El declive del poder imperial es parejo al aumento de los desórdenes y revueltas, azuzadas por una economía que renquea.

Oportunista como siempre, la nobleza húngara organiza una comisión que viaja a Viena con Ferenc Deak al frente y fuerza un hito histórico: el Kiegyezés (el compromiso), que reconoce la preeminencia de las instituciones húngaras en territorio magiar, incluidas nuevas competencias legislativas para las cortes de Budapest (cámara de nobles y representantes gremiales no elegidos por sufragio universal).
* 1903. Hungría y Austria pactan una nueva relación, en la que Viena sólo se reserva en exclusiva las competencias en asuntos militares, exteriores, aduaneros y la emisión de moneda.
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1918-1920: Derrota militar, revolución y dictadura

La derrota de los llamados imperios centrales (alemán, austro-húngaro y otomano) en la Gran Guerra de 1914 estaba cantada y antes de consumarse, en enero de 1918, estalla en Budapest una revuelta protagonizada por artesanos, obreros, campesinos, desheredados y cientos de soldados que han desertado.
Tras meses de protestas y disturbios y ya derrotado el ejército imperial, a finales de octubre de 1918 los trabajadores y los soldados acantonados en la capital toman las armas y en apenas doce horas se hacen con el control de todas las infraestructuras e instalaciones estratégicas de la urbe y sus alrededores.
Todos los presos políticos son excarcelados.
Béla Kun, dirigente social-revolucionario magiar que se había unido a los bolcheviques cuando estos se alzaron en San Petersburgo y recién regresado a Budapest, pilota la fundación del Partido Comunista (PC) húngaro (4 de noviembre de 1918) y doce días después (16 de noviembre) cuadros del PC, dirigentes sindicales y gremiales marchan al frente de una gigantesca manifestación que rodea el Parlamento para reclamar la proclamación de la república.
Con la esperanza de apaciguar a los alzados, el nuevo Gobierno monárquico presidido por el conde Mihály Károlyi decreta la reforma agraria.
El gobierno carece de poder real, ni siquiera cuenta con el apoyo del Ejército porque la mayoría de los suboficiales y casi toda la tropa --así como las armas-- se han sumado a las protestas ciudadanas. El escenario es doblemente explosivo porque la vida económica ha colapsado hace ya varias semanas.
En paralelo, el Gobierno es presionado por las potencias aliadas para que firme el acuerdo de paz aceptando las nuevas fronteras del país magiar. Abrumado, Károlyi dimite.
El nuevo Gobierno formado sólo por socialdemócratas y que cuenta con el apoyo de la aristocracia --temerosa del PC-- ruega (literalmente) a los comunistas que acepten formar parte de una coalición gubernamental y como muestra de buena voluntad liberan a Béla Kun, que había sido detenido durante los disturbios.

Proclamación
de la República
Soviética Húngara

En la mañana del 21 de marzo de 1919 el Gobierno de coalición proclama la República Soviética Húngara, contentando así a la fuerza más poderosa y mejor asentada socialmente, el PC. Pero los comunistas de Kun no se conforman con haberse unido a los socialdemócratas para formar gobierno, sino que además acaban imponiendo la unificación de ambas formaciones para crear el partido unificado de los obreros y campesinos, bautizado Partido Socialista (PS).
Las primeras elecciones húngaras con sufragio universal para mayores de 18 años, celebradas de forma precipitada a finales de abril de 1919, confirman el amplio respaldo popular del PS.
Los acontecimientos se aceleran y en apenas dos semanas el nuevo Gobierno instaura la jornada laboral de ocho horas; la educación gratuita y entrega a organizaciones civiles, obreras o campesinas los palacios, los hoteles de lujo más los hospitales y sanatorios privados.
El Ejecutivo revolucionario se "embala", nacionaliza la banca, las grandes industrias y los latifundios, pero se niega a repartir entre los campesinos la superficie expropiada a la nobleza y apuesta por la colectivización de las fincas bajo dirección estatal, emulando a los sóviets de campesinos de Rusia.
La mayoría de los ministros se avienen a seguir la táctica-torrente de Kun, que aplica el proceso bolchevique ruso en la muy distinta sociedad húngara, donde los artesanos, campesinos y obreros no acusan el empobrecimiento extremo que mata de hambre a miles de campesinos en la Rusia zarista.
La negativa del PS a repartir las tierras expropiadas a la aristocracia provoca desilusión política, luego rechazo y lo que es peor: un distanciamiento que acabará desembocando en desconfianza y a la postre, en desobediencia generalizada.
La situación se pudre y las protestas vuelven a arreciar hasta exacerbarse a causa de un premeditado y planificado desabastecimiento de alimentos en Budapest organizado por las entidades gremiales del campesinado, inicialmente con la finalidad de vengarse de que los latifundios hayan sido "estatalizados" en lugar de repartidos, pero al paso de unos días el boicoteo se endurece tras calar el rumor --quién lo hizo correr era un secreto a voces: la nobleza-- de que el Gobierno proyecta colectivizar todas las explotaciones agropecuarias. No era cierto pero sí creíble.
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La desconfianza abrió 
paso
a la animadversión
y esta, al odio

Ya no hay vuelta atrás.
El enfrentamiento entre fuerzas que hace apenas un mes eran aliadas es más radical que entre los enemigos de siempre.
A causa de las urgencias provocada por la creciente escasez de alimentos y otros productos de primera necesidad, la gestión económica se deteriora con rapidez. El Ministerio de Comercio todavía cree en los golpes de autoridad y adopta medidas intervencionistas. El rigor sólo sirve para exasperar los ánimos y endurecer posiciones.
Para redondear errores, Kun cambió de opinión y hace suya la idea de aplicar las temidas colectivizaciones que habían difundido los propagandistas de la nobleza. Para colmo, el gabinete de "iluminados" que pilota el PS decide derogar la propiedad privada, pero los términos son tan confusos que la ley es inaplicable, entre otras cosas porque incluso contempla el cierre de los comercios y negocios para acometer la reordenación general de todas las actividades bajo el control de representantes gubernamentales (una suerte de comisarios políticos).
En resumen, la huida hacia delante ha conducido al despropósito.
Esos y otros absurdos decretos son finalmente anulados de facto, como si nunca hubieran existido, pero el mal ya está hecho. Nadie se fía de nadie.
La producción industrial ha caído un 25 % en apenas dos meses y para colmo la Entente Aliada impone un bloqueo total en el tráfico de mercancías como respuesta al injustificado retraso de Budapest a firmar oficialmente la rendición y la revisión de las fronteras del imperio y de las dos monarquías derrotadas.
La falta de crédito alimenta la propensión del Gobierno húngaro a improvisar y decide imprimir más papel moneda: la inflación se dispara, hay precios que se duplican en cuestión de horas y la mayoría de los alimentos se comercializan por la vía del trueque, lo que poco a poco desvaloriza los bienes en general, desde los útiles domésticos hasta las herramientas de trabajo, la maquinaria e incluso se deprecian los inmuebles de la empobrecida burguesía urbana y las tierras de los pequeños propietarios del rural.
La situación de decenas de miles de familias es cada vez más precaria, se generaliza el estraperlo y los campesinos y ganaderos rehúsan cobrar sus productos con  papel moneda.
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Budapest, hoy (pulsar para ampliar)
El hambre hace
acto de presencia
en la capital

El Gobierno, con Béla Kun otra vez decidido a emplear mano dura, ordena expropiaciones forzosas de alimentos en las granjas, lo que provoca un aumento de las respuestas violentas. Ya no hay días sin muertos ni sin detenidos.
El Gobierno, desesperado, llega a diseñar una batería de estatalizaciones para poner la producción de carnes y vegetales bajo control directo de la Administración; es decir, una especie de colectivización de los alimentos escalonada y forzosa.
Horas después de anunciarla, Kun sufre una venturosa epifanía política y renuncia a dar el paso hacia la colectivización forzosa, evitando así una guerra civil abierta. Ese paso atrás evita que la sangre llegue al río pero la situación sigue siendo caótica y cada vez más compleja.
En paralelo, el ejército húngaro --pilar fundamental del Estado-- también se tambalea, pues no sólo debe intervenir en la metrópoli para evitar desmanes mayores, sino que además tiene que hacer frente a las revueltas antigubernamentales que se registran en los países que siguen bajo dominio húngaro.
En Chequia y Eslovaquia la situación está fuera de control, ya actúan grupos insurgentes armados. El Gobierno logra finalmente apaciguar los ánimos proclamando sendas repúblicas teóricamente soberanas (federadas a Hungría), una checa y otra eslovaca; mas los disturbios sólo amainan y para más inri se desata una oleada de deserciones.
Cada día "desaparecen" decenas de soldados, hay jornadas en que las fugas superan el centenar. Los desertores casi siempre toman el camino del exilio llevando consigo sus equipos y armas, rumbo a los países vecinos para evitar el encarcelamiento y los fusilamientos que la autoridad militar ha multiplicado en un intento de cauterizar la sangría de hombres y material.
El 24 de junio de 1919 un grupo de oficiales intenta dar un golpe de Estado, los embozados fracasan y el Gobierno reacciona con inusitado rigor, crea tribunales especiales y son ejecutadas varios cientos de personas —en torno al millar, según la mayoría de las fuentes—, las represalias se prolongan varias semanas que los húngaros recordarán durante décadas como el «terror rojo».
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El ejército rumano 
invade el país 
para poner fin al gobierno del PS 

A instancias de la Entente Aliada y con numerosas complicidades en la propia Hungría, el ejército rumano —sorprendentemente bien armado y pertrechado— invade el país magiar y se hace con el poder de facto en cuestión de días, exceptuada Budapest, donde paradójicamente la cúpula del PS cuenta con el apoyo de la aristocracia local, que hace piña con el Ejecutivo porque rechaza la propuesta aliada de privar a la patria de los dominios que la patria [es decir, la aristocracia húngara] posee en los países vecinos.
Finalmente, mediado el mes de agosto el Gobierno —carente de país que gobernar— cede el control de la Administración a un gabinete provisional compuesto básicamente por "expertos en economía" y "sindicalistas", según la prensa; en rigor, todos son ex miembros del desaparecido partido socialdemócrata, presididos por el culto impresor Gyula Peidl.
Casi todos los ministros y altos cargos salientes, varias decenas de cuadros del PS y Béla Kun --líder político del "infantil" experimento revolucionario-- logran viajar en tren hasta Viena donde obtienen asilo político nada más apearse del convoy porque los gobiernos aliados, que no son tontos, quieren evitar a toda costa fabricar héroes y, en paralelo, superar lo antes posible la inestabilidad en Centroeuropa para proceder al reparto de los territorios (y mercados) que en teoría todavía controlan las ahora arruinadas y desaparecidas monarquías austriaca y húngara.
En casi todas las ciudades magiares se decreta el toque de queda. Una vez apaciguados los ánimos, en casi todos los casos a los tres o cuatro días se restablece la "normalidad".
El ejército rumano y lo que resta del húngaro auspician con el apoyo de la Entente Aliada un cambio de gobierno. El socialdemócrata Peidl es sustituido por István Friedrich, un prágmático industrial cuyo gabinete es presentado como un proyecto realista y moderado que cuenta con el apoyo de aristócratas "prudentes", burgueses "sensatos" e intelectuales "de orden" pero que aplicará una represión que superará con creces al muy publicitado «terror rojo» del PS de Kun.
Todas las fuentes históricas fiables coinciden en que las fuerzas del moderado gobierno provisional ajusticiaron a un mínimo de 5.000 militantes y simpatizantes del PS, aparte de cientos de encarcelados, que en su práctica totalidad eran obreros y artesanos.
* 1920. Tras meses de represión y una vez purgada a fondo la Administración, el 1 de marzo las fuerzas vivas eligen regente --a la espera de seleccionar al futuro monarca-- en la persona de Miklós Horthy de Nagybánya, aristócrata y militar que desempeñará ese cargo provisional durante 24 años...
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Horthy y Hitler, en la primavera de 1941
[Horthy, que había sido edecán de Francisco José I de Austria, había decidido retirarse definitivamente a sus fincas al finalizar la Gran Guerra (1918), pero regresó a primera línea para unirse al movimiento contrarrevolucionario que derribó al Gobierno del PS]

Finalizada la Gran Guerra, trazadas las nuevas fronteras, superada la frustrada revolución socialista, purgada la Administración, desmantelados los sindicatos, encarcelados o exiliados casi todos los cuadros del PS y una vez normalizada la restauración formal de la monarquía el regente da el "golpe sorpresa": Miklós Horthy se niega a reconocer al nuevo rey [actitud similar adoptaría en 1939 el general Franco con respecto a Juan de Borbón una vez finalizada la guerra civil española]; sin prácticamente oposición de ningún tipo, Horthy se autoproclama jefe de Estado sine die, cargo que ejercerá hasta el 15 de octubre de 1944, cuando ya con el Ejército Rojo a las puertas de Budapest las SS le obligaron a viajar a Alemania para poner al frente del agónico gobierno títere a Ferenc Szálasi, menos escrupuloso que Horthy y dispuesto a ejecutar sin miramientos el plan de retirada hitleriano de "tierra quemada".
Durante los dos decenios y medio de su reinado, Horthy sólo tomó dos decisiones políticas históricamente sustanciales: firmó la rendición, el Tratado de Trianon, y en mayo de 1941 pactó con el III Reich la instauración en Budapest de un régimen 100 % nazi que --junto a los de Croacia y Rumanía-- jugó un papel relevante para invadir Rusia, controlar los Balcanes y ejecutar cuantos pogromos fueran necesarios para "limpiar" el sureste de Europa de judíos, de otras minorías "prescindibles" y de los opositores políticos en general.
En el haber de Horthy cabe citar un mérito: a fuer de autoritarismo y represiuón la sociedad magiar acabaría funcionando como una máquina tan insensible como productiva; trabajar y hacer dinero fueron las únicas aspiraciones personales legales, de modo que la economía logró salir del marasmo y desde mediada la década de los años veinte hasta que la barbarie nazi avanzó Rin abajo los húngaros estuvieron mejor alimentados que la mayoría de sus coetáneos centroeuropeos, pues la pacífica dictadura de Horthy logró que la producción del sector agropecuario —que siempre ha sido la gran riqueza del país magiar— creciera de forma constante.
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El fin de la Gran Guerra y del exitoso viaje
iniciado en los Urales quince siglos antes 

La segunda etapa --la sedentaria-- de la Historia de los magiares y la barbarie de la Gran Guerra se cerraron con la firma del leonino Tratado de Trianon.
El restablecido pero débil Reino de Hungría reconoció oficialmente la victoria de la Entente, firmó la paz con Francia, Italia, Reino Unido y demás países aliados (con Rusia no hacía falta pues ya había caído el régimen zarista), lo que puso fin al Imperio Austro-húngaro y repartidos todos sus dominios.
Hungría vio reconocida plenamente su soberanía, fue liberada del "elegante" egoísmo de la Viena cortesana pero perdió más de la mitad del territorio que la monarquía magiar había llegado a controlar.
El desmembramiento de la Gran Hungría fue ejecutado con tres operaciones:
a) La Entente Aliada creó la República de Checoslovaquia, que abarcaba Bohemia, Eslovaquia, Moravia y Rutenia;
b) Transilvania fue reunificada e incorporada a Rumanía en su totalidad; además, Bucarest recibió otro regalo: la porción del Bánato que poseía (y posee) mayoría de población de cultura y lengua rumanas; y
c) Croacia y la Vojvodina (norte de Serbia) fueron integradas en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, Estado monárquico que como resultado de la Segunda Guerra Mundial sumó Bosnia al tiempo que desaparecía para engendrar la República Federativa Yugoslava.
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* Sobre los avatares económicos de Hungría tras el derrumbe de la URSS y el fin del Comecon, ver «En Hungría la crisis financiera coincide con la institucional» (post de enero de 2012).

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4 comentarios:

  1. Completísimo cuadro histórico de la compleja área centro-oriental europea. MUY interesante. Es tarea ardua la de desentrañar los grupos humanos, idiomas, costumbres, religiones, alfabetos que aquí han convivido y siguen conviviendo, casi siempre sometidos a fuertes tensiones.

    Preciosa panorámica la del Danubio, el Duna, como lo llaman los húngaros, con el Puente Lanchid, cadenas, y el enorme Parlamento. Supongo que el puente de detrás es el Margit, con la cercana isla-parque. ¡Hermosos recuerdos! El puente "anterior", el largo Erzsebet, con su catenaria de acero, también es muy interesante.

    Durante un tiempo se atribuyó un origen altaico a las lenguas ugrofinesas, no indoeuropeas. Después se acercó el punto de partida hacia los Urales. Y ahora los lingüistas (yo no lo soy en absoluto) debaten, y no parecen estar tan seguros, de que el húngaro y el finés procedan de un tronco común. Por circunstancias de la vida, recientemente he tenido que pasar temporadas largas en Helsinki, y desde luego no se observa el menor parecido léxico entre ambas lenguas. Pero la sufijación si que delata un parentesco.

    Gracias por el magnífico post. Un abrazo.

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    1. Me satisface haber despertado hermosos recuerdos... ¡buena falta nos hace!
      Un abrazo (si necesitas un secretario en tu próximo viaje a Finlandia, avisa).

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    2. ¡Secretario de lujo, por cierto! No doy por hecho que Helsinki te encandilase. Es ciudad modesta, de corta historia, sin monumentos deslumbrantes. Pero muy despejada, con el mar siempre a mano. Y sorprende la arquitectura, vistosa y esmerada, con cientos de viviendas decoradas en Jugendstil. La gente, en el trato superficial y cotidiano (único que he tenido), educadísima.

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    3. Ya que lo mencionas: Un aspecto que siempre me ha llamado la atención en Alemania, Austria, Bélgica, Holanda o Francia (el extranjero que mejor conozco; en los casos de Francia y Bélgica, he vivido allí) es el educadísimo (por emplear el mismo calificativo que tú) trato cotidiano en comparación con el que por lo general se da en España.
      La diferencia es sobre todo notoria en las relaciones vecinales. Evito extraer conclusiones... quizá porque temo lo peor y ya tengo bastante con las "verdades" que me causan desazón.
      De Finlandia lo que más me atrae (por lo poco que sé) es el paisaje: los bosques y lagos; además, tras vivir años en Galicia viendo como se infravalora y desaprovecha la riqueza forestal, indagué en las explotaciones madereras finlandesas y todo indica que ese mundo, sus profesionales y su economía, es digno de conocer,. No me dedico a eso, pero me sorprende que los técnicos y empresarios españoles del sector inventen cada dos, tres o cuatro años nuevas fórmulas y elaboren ma´s y más teorías que nunca acaban de funcionar o de aplicar en lugar de ir varias semanas a Finlandia para ver cómo funciona lo que ya funciona bien (valga la redundancia).
      En todo caso y aunque las posibilidades de que Helsinki me entusiasme sena bajas, mantengo mi oferta-demanda VIRTUAL: si necesitas un secretario...
      Un abrazo.

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