La posibilidad --aunque remota-- de que Juan Costa se convierta en líder del PP y sea presidenciable es, cuando menos, chocante. De un tiempo acá, Costa mantiene una extraña relación política de amor-odio con Mariano Rajoy, extraña y también incomprensible porque fue Rajoy quien hace un año rescató a Costa de las catacumbas políticas para que coordinara el programa electoral del PP en los últimos comicios legislativos.
Costa fue pieza clave en esa campaña y ha compartido en primera línea la responsabilidad de la derrota, pero ahora se postula como alternativa a Rajoy criticando a este frontalmente por el revés electoral y achacándole la culpa de la pérdida de credibilidad del PP.
Costa fue pieza clave en esa campaña y ha compartido en primera línea la responsabilidad de la derrota, pero ahora se postula como alternativa a Rajoy criticando a este frontalmente por el revés electoral y achacándole la culpa de la pérdida de credibilidad del PP.
Al igual que su padre --ex delegado de Hacienda en Castellón con los gobiernos de Aznar López-- y que su hermano --actual secretario general del PP valenciano--, Juan Costa concibe la política como una profesión, a la que se dedica desde que fue cooptado por Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, que colocó a Costa como cabeza de lista en la candidatura del PP al Congreso de los Diputados por la provincia de La Plana en 1993.
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Castellón: Costa-Fabra
La relación de Costa con Fabra siempre ha sido estrecha, incluso en lo personal --el primero fue novio de la hija del segundo.
Tan intensa ha sido la amistad político-personal que Costa ya ha tenido que declarar como testigo en una de las causas judiciales abiertas para investigar posibles delitos de Fabra.
La relación de Costa con Fabra siempre ha sido estrecha, incluso en lo personal --el primero fue novio de la hija del segundo.
Tan intensa ha sido la amistad político-personal que Costa ya ha tenido que declarar como testigo en una de las causas judiciales abiertas para investigar posibles delitos de Fabra.
La credibilidad ética de Costa como político quedó averiada en 1999, cuando se supo que participaba en la asesoría empresarial Madoyfam sin haberlo comunicado al Congreso de los Diputados, del que era miembro y en el que estaba obligado a dejar constancia de sus intereses económicos.
Las anécdotas protagonizadas por Costa --algunas propias de un adinerado caprichoso e impropias de un alto cargo del Estado-- han dejado huella en distintos escenarios; también en las sedes de las instituciones comunitarias, donde entre los periodistas allí destinados era conocido por el extremado y constante cuidado que ponía a la hora de posar ante los fotógrafos y por su altanera actitud.
En 2000, Costa protagonizó el que quizá ha sido su patinazo más sonado --aunque cabe la posibilidad de que no fuera un desliz--, al utilizar una publicación oficial del Ministerio de Economía para aconsejar a los ahorradores que invirtieran en Fórum Filatélico y Afinsa, alegando para ello que ambas empresas eran fiables y reportaban beneficios seguros.
Para redondear su peculiar currículo, siendo secretario de Estado de Comercio, Costa fue el representante de Aznar López para negociar con la Administración estadounidense la posible participación española en la reconstrucción de Irak; es decir, el reparto de los negocios a desarrollar tras los bombardeos, la invasión y la ocupación del país árabe.
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Premio ministerial y retiro dorado
Finalmente, en 2003 --acaso como premio a los servicios prestados-- Aznar nombró ministro a Costa en sustitución de Josep Piqué. Y al año siguiente, cuando el PP perdió las elecciones, el pupilo del castellonense Fabra fue fichado por al Fondo Monetario Internacional (FMI) gracias a Rodrigo Rato, que ahora ha evitado pronunciarse a favor del que fue uno de sus colaboradores político-administrativos.
Sería absurdo e infantil entrometerse en los debates internos que se viven en el PP con vistas al inminente congreso; sin embargo, del mismo modo que la trayectoria de Rajoy es de general conocimiento, también conviene que la ciudadanía sepa --siquiera de forma mínima-- el pasado, el bagaje y los significados políticos de Juan Costa.
¿Fabra o Fraga?
ResponderEliminarhttp://www.deminorias.com/noticia.php?ID=13863
Lo más gracioso de esta crisis del PP es que nadie es lo que dice, o pretende, ser. Ni los renovadores renuevan nada, porque llevan ahí toda la vida, ni los liberales son tales liberales, sino los clásicos conservadores intervencionistas de toda la vida...
ResponderEliminarA Juan Costa, el ecologista: el que en su día, hace ya más de un decenio, avaló el ascenso del Costa "popular" en el partido y en las instituciones fue el castellonense Fabra, no Fraga.
ResponderEliminarAunque a feha de hoy, dudo que el imputado Fabra esté para avalar a nadie, al margen de que mantenga relaciones estrechas con Costa u otros dirigentes del PP.
Ir de la mano de Carlos Fabra puede no ser un buen curriculum el día que la audiencia nacional decida decicarse a las cosas serias en vez de perseguir a las farc o a cambiar calles a golpe de autos. Lo mismo un día miran para Castellón y debajo del asfalto descubren varias operaciones malayas.
ResponderEliminarUn saludo