Una pareja de amantes disfrutan de sus cuerpos, se excitan y ella se lo come. Una vez provocado el orgasmo y la eyaculación, con habilidad que excluye la improvisación, la mujer evita tragar todo el semen y logra guardar gran parte del mismo en un recipiente para luego, ya a solas o con discreción, introducirlo en su vagina.
Los espermatozoides, ignorantes del ardid, cumplen su biológica misión y logran fecundar un óvulo.
Un año después, ya convertida en madre de una criatura, la mujer denuncia al propietario de los espermatozoides y la Justicia impone al involuntario padre la obligación de abonar a la autoinseminada en concepto de manutención del retoño una pensión mensual de 800 euros.
Pero lo más singular del caso está por llegar:
La sentencia ¡razona! --es un decir-- que la entrega del esperma convierte los espermatozoides en «un regalo, una transferencia absoluta e irrevocable de propiedad del donante al receptor».
Y amable lector/a, agárrese que vienen curvas: el fallo judicial añade que «no existía un acuerdo [previo] para reclamar la devolución del depósito original».
No es una película, el episodio es real y ha ocurrido en Estados Unidos.
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No es una película, el episodio es real y ha ocurrido en Estados Unidos.
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INFORMACIÓN básica obtenida en Sexual Health/MSNBC.
CON ANTERIORIDAD: "Las mujeras agravan el machismo y la sexitis".
CON ANTERIORIDAD: "Las mujeras agravan el machismo y la sexitis".
Me quedo atónito. De que alguien ejecute semejante ardid y de que un juez lo apruebe. A partir de ahora, consciente del don que tengo entre las piernas, compraré los condones en la sección de regalos.
ResponderEliminarTu te has quedado atónito y yo, "acongojado"...
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