El nuevo director de El país, Antonio Caño, que asumió el cargo el pasado día 1, se ha estrenado con una entrevista digital durante la que ha contestado a una batería de preguntas formuladas por los internautas; por lo que, de entrada, hay que felicitarle por esa iniciativa.
Lógicamente, todo lo manifestado por el director refleja en mayor o menor medida los criterios editoriales de Prisa, la sociedad propietaria del diario; sin menoscabo de matices que, atendiendo a la trayectoria de Caño, habrán sido de orden menor. No en vano, como profesional, Caño siempre ha demostrado ser un "periodista de la casa", que se dice.
De las contestaciones de Caño hay tres detalles harto singulares o chocantes porque, a mi criterio, reflejan contradicciones y algo que desde hace varios años es cada vez más evidente: hay periodistas que viven fuera de la realidad, unos más que otros, y pretenden que los demás también lo hagamos.
De las contestaciones de Caño hay tres detalles harto singulares o chocantes porque, a mi criterio, reflejan contradicciones y algo que desde hace varios años es cada vez más evidente: hay periodistas que viven fuera de la realidad, unos más que otros, y pretenden que los demás también lo hagamos.
1. El fanatismo partidista no precisa ideología,
más bien todo lo contrario
[no hay otra forma de interpretarlo en boca del director de un periódico] que esa extrema ideologización afecta negativamente al oficio de informar y al negocio de editar.
La percepción de Caño resulta chocante porque la generalidad de los ciudadanos españoles no se distinguen precisamente por su sólida o elaborada ideología.
En todo caso, son El país y la mayoría de los medios los que acusan ideologismo, aunque en realidad se trata de declaracionitis; enfermedad esta que dejó hace tiempo de ser una simple inflamación para convertirse en cáncer.
En todo caso, son El país y la mayoría de los medios los que acusan ideologismo, aunque en realidad se trata de declaracionitis; enfermedad esta que dejó hace tiempo de ser una simple inflamación para convertirse en cáncer.
Dicho de otro modo: No es que la sociedad española esté ideologizada, que no lo está, sino que los medios sobredimensionan las falacias y las muchas simplezas que acostumbran a decir demasiados dirigentes políticos.
Más claro: Tras años de alimentar tanta verborrea, numerosos periodistas y no pocos directores de medios se han sumergido tanto y tanto en esa "actualidad política" que han acabado convencidos de que el español medio está realmente interesado en leer o escuchar ese interminable rosario de palabras que casi nunca tienen interés real alguno.
No, la sociedad española no está ideologizada; más bien todo lo contrario, pues abundan la simpleza y el forofismo partidista. Ni siquiera los periodistas, en general, están ideologizados, sino que los ha devorado la "declaracionitis"; sin menoscabo de que los haya que se dedican en cuerpo y alma a favorecer o a perjudicar alternativas partidarias.
2. Que un medio tenga criterios políticos es legítimo;
pero, ¿lo es que persiga objetivos muy concretos?
Que Caño critique la supuesta ideologización de la sociedad española resulta doblemente chocante, pues durante la entrevista ha comentado que El país ha sido «pieza fundamental para empujar la transición a la democracia en Argentina y Chile», e incluso ha dejado constancia expresa de la decisión política de la empresa editora de influir en los cambios que, según se desprende de las palabras de Caño, a criterio de Prisa deben o deberían producirse en Cuba y Venezuela, países ambos a los que el director ha citado expresamente.
Francamente, es difícil entender que una persona física (el director) o jurídica (la compañía editora) critique el «entorno exageradamente ideologizado» y a renglón seguido enfatice que ha utilizado, utiliza y utilizará el medio para hacer política y, además, que lo hará con esmero en casos muy concretos.
Conste que, al margen de las opiniones que merezca, esa actitud editorial es legítima. Lo contradictorio es lamentar la supuesta ideologización del corral y luego echarle guindas al pavo.
[Llegados a este punto conviene dejar constancia de que el director no ha resaltado con fuerza la posición editorial de El país ante el auge del nazismo, el grave deterioro del europeísmo, la falta de transparencia de las instituciones o a propósito de otros fenómenos y realidades de probado calado o acuciantes; sino que a la hora de tocar política ha otorgado máxima relevancia a complejos episodios ya vividos o que se viven en países muy concretos en los que, por ende, tienen intereses las empresas y/o los accionistas del grupo Prisa.
En fin, profetas y doctores tienen todas las iglesias, pero no parece que Caño haya sido un ejemplo de habilidad, al menos en esta ocasión y en ese aspecto]
Abundando en política, Caño ha negado toda verosimilitud a la opinión generalizada de que su nombramiento refleje la intención de Prisa de derechizar la línea editorial de El país. Y en este punto, personalmente, coincido con él porque entiendo que Caño no es el instrumento que derechizará, sino la consecuencia de la derechización que ya se puso en marcha hace meses, acaso algo más de un año.
3. Todos los medios reciben presiones y si el director
niega que influyan, sonría
Por último, cabe destacar la sonrisa que merece la rotunda negativa de Caño de que El país ceda, voluntaria o involuntariamente, a presiones políticas o económicas: «Los poderes fácticos golpean en la puerta de este periódico, como de todos los periódicos del mundo», ha comentado el director, «llevamos muchos años conviviendo con esa realidad y sabemos manejarla de sobra»...
La expresión "de sobra" es un adorno o a lo peor, un alarde. Pero sea una u otra cosa, esa prepotencia innecesaria denota la incomodidad del sujeto al tratar el asunto.
En efecto, no solo El país, todos los medios reciben presiones o sugerencias políticas y económicas, también judiciales y jurídicas, religiosas y deportivas, etcétera y etcétera... Y las más peligrosas no son esas, sino las que ejercen los "amigos" y los amigos del editor o de los accionistas, y precisamente porque es obligado "manejarlas", las presiones se tienen en cuenta o, cuando menos, influyen.
Seamos racionales y sinceros, aunque solo sea un poquito, que ya no somos niños.
Sin entrar en cuestiones políticas, basta con leer las páginas salmón de El país o hacer un listado de anunciantes, estudiar cómo se informa de según qué cosas y, diga lo diga Caño, es fácil señalar qué presiones "amicales", empresariales o publicitarias han tenido éxito.
Por lo demás, obviando gustos profesionales de índole personal, Caño siempre me ha parecido un periodista sensato, metódico, pulcro y, ante todo, "de la casa"; por lo que es previsible que como gestor cumpla los objetivos que le han marcado y tenga éxito [además, se lo deseo].
[Juan Luis Cebrián ha demostrado una vez más que no tiene un pelo de tonto]
Otra cosa es que a los compradores del diario, a los lectores y a los anunciantes les gusten o no el giro editorial que ha dado El país y que les parezca acertada la elección de Caño; conviene recordar que su elección fue posterior al giro, no para darlo. La conveniencia ya había triunfado.
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