14 diciembre 2006

El neolítico del litoral gallego llega al siglo XXI

La propiedad pública es de todos, pero si puedo beneficiarme sin asumir responsabilidades mejor.
Tal es el silenciado criterio que impera en el colectivo de mariscadores/as y en algunas empresas (incluidos inversores ajenos al sector), que son quienes controlan directa o indirectamente los bancos de marisco con la aquiescencia de la Administración.
Reales y supuestos mariscadores/as, cuyos censos jamás han sido realmente controlados con rigor por la Administración, detentan el derecho a recolectar bivalvos en determinadas zonas de costa y, además, han conseguido que el erario público siga costeando sine die la vigilancia, la repoblación de especies y cuando es preciso, la caja común abona compensaciones económicas personales en caso de inundaciones, riadas u otros desastres naturales.
En ese marco, el furtivismo organizado tiene todas las bazas para prosperar.
¿Por qué las cofradías no contratan pólizas de seguros y orquestan sistemas autogestionarios? La respuesta es sencilla, pero conviene silenciarla. ¿A quién conviene?
En paralelo, las concesiones a las piscifactorías han sido de tal magnitud y se han otorgado con tan escasas obligaciones, que hay quienes consideran justificable que el patrimonio natural de propiedad pública conservado con dinero público rente beneficios privados.
¿Por qué el cultivo de bivalvos en las playas de Zelanda (Holanda) da trabajo e ingresos estables a decenas y decenas de familias y, en cambio, el litoral gallego que es biológicamente más rico es fuente de mil y un conflictos absurdos que son propios del neolítico?
Las cofradías, que son los sindicatos verticales heredados del régimen nacional-sindicalista, crearon un sistema de explotación de los bancos marisqueros carente de racionalidad, tiene escasos beneficiarios y carece de futuro. Los años pasan y hay quienes siguen sin entenderlo, prefieren no entenderlo, o sencillamente es más rentable no entenderlo... ¿Por qué? Porque es rentable para unos pocos.

2 comentarios:

  1. En buena parte de las explotaciones la realidad es así, pero existen otros modelos que ya funcionan en Galicia en los que los propios mariscadores adquieren mayor responsabilidad y, al tiempo, disponen de mayor autonomía para la gestión de los recursos. En estos casos, la situación económica y la sostenibilidad de los recursos han mejorado.

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  2. Tiene usted razón, pero el número de organizaciones de productores que funcionan es tan reducido (en comparación con el censo de mariscadores y la potencialidad del litoral gallego) que apenas tiene incidencia socioeconómica. Es algo similar a lo que ocurre con los montes en mano común. Pero no se trata de privatizar, sino de organizar cooperativas, concesiones a colectivos autogestionarios, con normas de explotación claras en las que haya responsabilidades. En fin, es una asignatura pendiente, como tantas en Galicia (o en otros países, tampoco es que los gallegos sean objetivamente incapaces de orquestar iniciativas racionales de explotación del medio, es un mal demasiado extendido).

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