08 diciembre 2008

El pueril "¡mori el borbó!" de Tardà provoca una absurda estampida

En las últimas horas ha sido noticia, entre otros asuntos: el grave aumento del mercado de mano de obra barata, que  la mitad de los ríos y lagos de la Península están contaminados, que decenas de menores tinerfeños se hayan citado vía SMS para molerse a golpes unos a otros, y que las mujeres tienen prohibido participar en determinados actos.
Sin embargo, a caballo del aniversario de la Constitución y de la Purísima, esos y otros hechos han merecido limitada atención mediática y apenas han interesado a los dirigentes de ¡Viva Paña!
Lo más importante según la mayoría de eminentes políticos/as es que un diputado (Joan Tardà) se ha emocionado como un crío y gritado: ¡viva la república, mori el borbó!
La demostración de republicanismo de Tardà (ERC) es poco más que una anécdota, un desahogo pueril, pero convertir esa exclamación puntual del diputado en un asunto de Estado es grave porque revela el bajo perfil político de quienes disfrutan agitando vísceras --léase, PP--; peor aún, pues pretenden que el episodio tenga consecuencias institucionales en la Generalitat y en el Congreso de los Diputados.
Allí donde hay porquería, por pequeña que sea, van en tropel las moscas.
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ACTUALIZACIÓN:
Horas después de exigir la dimisión de Joan Tardà, el Grupo Popular del Senado ha votado a favor de la enmienda a la totalidad de los presupuestos ¡presentada por ERC! Curiosamente, el texto de ERC incluye una feroz crítica a los gobiernos de Aznar López (PP), a los que responsabiliza de gran parte de la actual coyuntura económica.
Así las cosas, a la vista de que el PP arremete con extremada dureza contra el diablo anti-monárquico catalanista pero apoya sus enmiendas legislativas, ¿cómo calificar la actitud de los conservadores: confusa, variable, apolítica, interesada?, ¿o será que todo vale con tal de armar bronca?

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