13 enero 2009

De filisteos, pilistinos y palestinos; hebreos, israelitas e israelíes

De la tribal Canaán al multiétnico hogar  donde
deberían convivir todos: los israelíes y los árabes,
sean judíos, musulmanes, agnósticos o ateos

En el siglo I aC, una vez aplastada una de las revueltas hebreas contra el Imperio Romano, la potencia invasora decidió erradicar la palabra Canaán e imponer definitivamente el topónimo de origen egipcio Palestina con la intención expresa de diluir la identidad de la población autóctona de fe judaica y enterrar definitivamente las denominaciones y los significados de Judá e Israel.
El gentilicio palestino corresponde al topónimo Palestina: el país de los peleset, así fueron denominados en el Egipto de los faraones los pobladores de las ciudades de Ashdod, Ascalón o Gaza [ver mapa que acompaña estos primeros párrafos] y que posteriormente también fueron llamados pilistinos y filisteos; gentilicios de los que se derivan los actuales palestino y filastini (= al-filas tini, en árabe). 
En todo caso, la etnia o pueblo de los peleset, pilistinos o filisteos, que no era de origen árabe, desapareció hace veinticinco siglos, jamás fue mayoritario en Canaán y, por descontado, nada tiene que ver con los árabes conocidos actualmente como palestinos, que han hecho suyo el gentilicio del topónimo con el que Roma rebautizó los territorios de los reinos de Israel y Judá.

Hebreos en Canaán

Los hebreos o israelitas se asentaron en Canaán (que abarcaba gran parte de los actuales Israel, Cisjordania y un pellizco de la actual Siria) durante los siglos XIII-XII a.C, organizándose como una confederación de tribus hasta que unificaron sus estructuras bajo una monarquía, siendo Saúl el primero de sus reyes.
En torno al siglo X aC esa monarquía estableció su capital en Jerusalén y el rey Salomón construyó el primer templo de culto judaico.
Más tarde, esa natio se dividió en dos reinos, uno al norte, Israel, con sede en Samaria, y el otro al sur, Judá o Judea, en torno a Jerusalén.
El primero desapareció como poder político en el siglo VII aC a causa de la breve pero destructiva invasión asiria, en tanto que Judá sobrevivió un siglo más, hasta la llegada de los babilonios.
La desaparición de los dos reinos hebreos no significó que dejaran de existir los creyentes de fe judaica porque esa natio, unida con singular fortaleza por la religión de Abraham, no abandonó el territorio.
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Los pilistinos
filisteos fueron
uno de los llamados 
Pueblos del Mar

Los hebreos o israelitas siguieron conformando el grueso de la población, a la que a partir del X aC se  incorporaron, entre otros pueblos o tribus, los pelesetpilistinos o filisteos, uno de los denominados Pueblos del Mar; colectivos de los que hasta ahora se ha logrado identificar a nueve tribus diferentes. 
Los Pueblos del Mar eran de hábitos nómadas y procedían de distintas zonas al norte del mar Caspio y de los Balcanes; en principio, habitaron --siempre de paso-- en las islas del Egeo; por ejemplo, en Creta y otras helenas, y en Chipre. 
Durante los siglos XII. XI y X aC, varios Pueblos del Mar se mudaron y asentaron en las costas del Mediterráneo oriental, invadiendo una veintena de ciudades costeras, incluso localidades de los poderosos imperios hitita y egipcio. 
En el siglo X aC, los pelesetpilistinos o filisteos se asentaron en el litoral de los actuales Líbano,  Israel y, sobre todo, en lo que hoy se conoce como Franja de Gaza, territorio donde llegaron a organizarse en una suerte de federación de ciudades [ver el primer mapa del post].

[INCISO: Para tener una idea cabal de los efectos que tuvieron en la mayoría de ocasiones las invasiones de los Pueblos del Mar, es muy instructivo conocer el caso de la muy rica ciudad aramea de Ugarit, ubicada en la costa norte de la actual Siria, que acabó desapareciendo]

Los peleset o pilistinos establecidos en Canaán, más conocidos por los textos bíblicos como filisteos, acabaron integrándose en el mundo hebreo, hasta desaparecer como etnia o pueblo. La última referencia documentada es del siglo II aC, en la Biblia, que data erróneamente la existencia de esa tribu al ubicarla temporalmente cuando ya había desaparecido, fagocitada en la y por la natio hebrea.
Todos los Pueblos del Mar se integraron y disolvieron en el seno de las distintas natios del Mediterráneo oriental.
También dejaron huella humana en la antigua Canaán los hititas, asirios, babilonios, fenicios, griegos, macedonios, turcos e individuos de otros pueblos sometidos por el Imperio Romano, que convirtió el Mediterráneo en su Mare Nostrum.
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[La historia --hechos probados o documentados-- es notablemente distinta de la que cuentan la Torá, la Biblia, el Corán y demás textos de origen o con intención religiosa y de poderLa solidez de las creencias (fe) como aglutinante espiritual, cultural y también político del judaísmo, que es la más antigua de las tres grandes religiones monoteístas que perduran, no se alcanzó hasta varios siglos después de Salomón, influyendo sobremanera en su desarrollo las aportaciones teórico-morales del mazdeísmo, cuyos valores también pesaron en la construcción del cristianismo original --¡que es hijo del judaísmo!--, que a su vez engendró el catolicismo, padre putativo de las iglesias de la Reforma luterana.
El islam también hizo suyos criterios y valores del mazdogleseísmo]
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Destrucción y primer éxodo

La población de la antigua Canaán de religión judía empezó a menguar en el siglo I dC, cuando las autoridades romanas llegaron a la conclusión de que los seguidores de la fe judaica nunca serían súbditos cómodos, lo que motivó que los hebreos fueron expulsados de sus tierras y otros migraron voluntariamente; ese proceso se agravó y se extendió a todas las tierras de Canaán durante el siglo II dC; durante esos dos siglos se libraron decenas de trifulcas y enfrentamientos de ámbito local y tres guerras judeo-romanas.
Para Roma todo valía con tal de acabar con el crédito popular que habían alcanzado sucesivos líderes rebeldes de f judaica, entre los que cabría incluir al pacifista Jesús de Nazaret, que según los evangelistas nació en Belén [...¿?]

[En cananeo Bêt Lahamu, casa de Lahamu, dios babilónico; en hebreo Bêt Lahem, casa del pan]

Todo lo referido al fundador del cristianismo, a su labor y sus primeros discípulos se caracteriza por la abundancia de creencias, leyendas y personajes sin o con escasa base histórica, de los que apenas hay rastros documentales directos
 o indirectos.
La romana fue solo la primera de las persecuciones [ver mapa adjunto] sufridas por los "asesinos del hijo de Dios", así fueron descritos los judíos por la curia católica durante siglos; todavía hoy numerosos católicos --el clero incluido-- quje mantienen esa acusación contra el pueblo judío y los israelíes.
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La Palestina romana [el país de los pilistinos o filisteos y que jamás existió] sólo era el nombre otorgado por el poder político romano a la provincia sureña de Siria, topónimo creado con la premeditada intención de sustituir los de Canaán, Israel y Judá o Judea.
La vieja Canaán es un territorio conquistado y su pueblo, el judío, colonizado y su identidad, semidestruida.
Una vez derrotados los reinos de Israel y Judá ¡desde el siglo VI aC!en las tierras cananeas nunca hubo un poder político autóctono e independiente, hasta que en 1948 la asamblea general de Naciones Unidas decidió por holgada mayoría recrear el espacio del antiguo país del pueblo los judío: el Estado de Israel.
Pero volvamos atrás: poco después de las últimas rebeliones judías, una vez expulsada y menguada drásticamente la población hebrea, los árabes acabaron siendo holgada mayoría a partir del siglo VII dC con motivo de la Hégira, la expansión de los devotos del islam, los primeros yihadistas, que en apenas dos siglos propagaron su fe, conquistaron y se afincaron en casi todo el Oriente Próximo, en las costas africanas del Índico y del Mediterraneo, saltaron por primera vez a Europa y conquistaron el reino visigodo de Toledo, que incluía parte del mediodía galo, la región de Septimania, instalando la capital en Narbona, rebautizada Arbuna.

[En grandes zonas de Oriente Próximo --en los actuales territorios de Arabia, Argelia, Egipto, Irak, Irán, Libia, Sudán, Turquía y Tunicia y en ambas vertientes del macizo del Cáucaso-- siguieron presentes y conservaron el poder pueblos o etnias como las armenia, yemení, azerí, persa, bereber, chechena, irana, kurda, sudanesa, tuareg, turcomana y otras]
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Ni los pelesetpilistinos o filisteos, ni otros pueblos llegados del mar Egeo, de las costas del mar Negro, de Grecia o de Anatolia, ni tampoco los árabes islamizados establecidos posteriormente en la antigua Canaán: nadie constituyó una natio con poder autóctono en la antigua Canaán.
Tras el derrumbe del Imperio Romano, los habitantes de la vieja Canaán siempre fueron súbditos o vasallos de potencias extranjeras; por ejemplo, de los califatos de Bagdad y Damasco, del Imperio Otomano, y finalmente acabó siendo administrada por Gran Bretaña a modo de colonia, primero y luego como protectorado.
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La expansión árabe

Los autodenominados palestinos forman parte de la gran familia árabe, así de simple; nunca se consideraron miembros de una natio o pueblo diferenciado del resto de árabes hasta la década de 1961.
La nación palestina es tan moderna que avanzado el siglo XX los propios árabes del territorio seguían sin identificarse como palestinos, ni siquiera cuando las grandes potencias europeas empezaron a considerar abiertamente el proyecto de crear un Estado judío en su ancestral hogar de Canaán.
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[El sionismoesto tampoco está bien visto decirlo, fue bendecido y alentado, incluso económicamente. por las élites de los Estados europeos, con los ingleses, franceses, austro-húngaros, prusianos y turcos a la cabeza, pues era la forma más elegante de "poner fin" a las cohesionadas y por tanto molestas minorías judías: ¡que se vayan a su vieja Canaán!
Los nazis, no nos engañemos, se limitaron a exacerbar la tradición anti-judía que tan bien colaboró a fomentar la curia católica desde la Baja Edad Media: ¡la peste es culpa de los judíos!, clamaban los obispos, entre otras irracionalidades nacidas al amparo de la ideología y la moral oficiales: el catolicismo.
Antes o al mismo tiempo que miraban a Oriente Próximo, los buenos europeos también consideraron crear una moderna Judea en Madagascar, Abisinia o en la Patagonia, entre otros enclaves alejados del muy cristiano y tradicionalmente racista Viejo Continente]
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Hay pruebas incontestables de que la cultura árabe fue mayoritaria en Canaán durante doce siglos, aunque sus pobladores nunca llegaron a ser autónomos de poderes foráneos. Una de las evidencias más curiosas de cómo a partir del siglo VII penetró política y socialmente el islam en Canaán es la leyenda [el texto figura en la sura 17 del Corán] conforme la cual Abu l-Qāsim Muḥammad'ibn 'Abd Allāh al-Hāšimī al-Qurayšī (Mahoma) tuvo un sueño durante el que ascendió al trono de Alá desde Jerusalén [en árabe, Al-Quds], lo que unido a que Abraham también está considerado un profeta del islam propició que en Jerusalén fuera construida la emblemática mezquita de Al-Aqsa.
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Territorio abonado
con odios religiosos

Durante más de doce siglos (VII-XIX), el interior de la antigua Canaán permaneció en gran medida despoblado, hay múltiples testimonios de la gran soledad que caracterizaba las actuales Israel y Cisjordania, con las excepciones d Jerusalén y la costa [la franja de Gaza y el área de la actual Haifa o Jaifa], donde existían poblaciones estables.
Lo único históricamente remarcable de ese largo período fueron las periódicas guerras que enfrentaron a cruzados católicos y yihadistas musulmanes, durante los que la conquista o la reconquista de la para todos sagrada Jerusalén costó decenas de miles de vidas y nada resolvieron.
Al contrario, la violencia religiosa sentó las bases de un odio visceral, casi instintivo, que todavía hoy emponzoña a todos los habitantes de la región.
El territorio fue controlado por distintas potencias sin pena ni gloria y sin que los pobladores de la antigua Canaán jugaran jamás un papel relevante --tampoco cuando ya habían sido islamizados, a a partir del siglo VIII.
Los árabes allí asentados nunca crearon un poder político unitario, ni siquiera se alimentó el sentimiento de formar parte de un pueblo diferente del resto de la familia árabe, que se había extendido por toda la región. La autoridad siempre tuvo la sede en el exterior y los únicos poderes autóctonos eran los ejercidos por clanes y líderes religiosos, incluidos varios de fe cristiana, pero en todos los casos se trataba de entidades de ámbito local.
Desde el siglo VIII hasta bien entrado el XX la mayoría de habitantes eran árabes, con la fe islámica y el idioma como únicos denominadores comunes.
Existían también asentamientos cristianos, fieles al culto católico o a otras versiones del cristianismo, cuyos miembros eran en su mayoría originarios de diferentes países europeos, de las actuales Siria, Turquía y del sur del Cáucaso, cunas de las primeras comunidades cristianas; y aunque esos colectivos cristianos formaban parte de la población estable del territorio de la antigua Canaán siempre fueron de menor cuantía, pues en su conjunto no superaron los 60.000 individuos hasta mediado el siglo XIX, cuando empezaron a protagonizar un lento pero constante crecimiento.
Durante ese largo período (siglos VII-XIX) los colectivos de fe judaica también eran de tamaño menor, el número de miembros de sus comunidades locales o comarcales rara vez superaba los 200, salvo en Jerusalén, y conformaban una minoría que hasta la década de 1890 no superó las 75.000 personas.
A partir de la década de 1891, a iniciativa del movimiento sionista, empezaron a llegar de forma constante grupos de familias judías, casi todas procedentes de Europa central y oriemtal, en menor medida de las ciudades del norte de África, Italia y Grecia en las que residian miles de hispano-judíos (sefardíes), descendientes de los expulsados de los Reinos Hispánicos a finales del  siglo XV.
En 1948, cuando fue creado el nuevo Estado, las comunidades judías superaban ligeramente los 600.000 habitantes, frente a 1.800.000 árabes, amén de existir otras minorías cuantitativamente escasas pero con notable peso socio-económico, sobre todo los colectivos cristianos.
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La recuperación
del topónimo
romano: Palestina

Recién finalizada la segunda guerra mundial, en 1946Ahmed el-Shuqeiri, que mucho después llegó a presidir la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), compareció ante el Consejo de Seguridad de las balbuceantes Naciones Unidas y durante su intervención comentó que «todos sabemos que Palestina no es nada más que parte de la provincia romana de Siria»... 
El recuerdo oral, documental y también sentimental de la extinta provincia siria de los romanos seguían vigentes y Palestina era un topónimo para los árabes, exceptuada la mítica Jerusalén.
La actual nación palestina es un invento legítimo, como tantos otros nacionalismos modernos. 
Dicho esto, es obligado remarcar que desde una óptica política es natural y legítimo construir una natio, sin ninguna duda; proceso que en el caso de los autodenominados (pilisteos-filisteos-pilistinos) palestinos ha servido para cohesionar la sociedad civil y retroalimentar un movimiento religioso-político cuyos miembros han puesto en valor y utilizan un aglutinante étnico (el arabismo), un idioma (el árabe) y una religión (el islam), pero ninguno de esos tres pilares es singular porque son comunes a decenas de millones de residentes en Asia y África.
En sus primeros años, esa novísima identidad nacional tenía dos motores: la demanda de constituir un Estado-nación (también por motivos económicos, entre otros) y algunas tradiciones locales (usos y costumbres), raíces que se han ido reforzando al mismo ritmo que el nacionalismo palestino sumaba seguidores y mártires, lo que se logró en parte gracias al apoyo interesado de varios Estados árabes casi recién constituidos.
No obstante, el respaldo de los vecinos era táctico y frágil, pues obedecía exclusivamente al deseo de Egipto, Jordania y Siria de torpedear la consolidación del Estado israelí creado en 1948 por Naciones Unidas; más claro: los árabe-palestinos fueron y en gran medida siguen siendo utilizados.

[Ver "La primera guerra árabe-israelí", vía Descifrando la guerra]
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Utilizados
perjudicados 

Los arabes relegados o desplazados a causa del nacimiento del Estado israelí apenas gozaban ni gozan de aliados ciertos, así lo demostró el Reino de Jordania, que a finales de la década de 1961 organizó los primeros pogromos sufridos por la incipiente natio palestina.
La mayor operación de castigo se inició en junio de 1970 y se prolongó durante cuatro meses, hasta septiembrecuando las Reales Fuerzas Jordanas culminaron su ofensiva contra los guerrilleros palestinos, los fedayín.
El recuerdo de la sangrienta represión de 1970 todavía hoy alimenta resquemores en decenas de miles de árabe-palestinos que han obtenido la ciudadanía jordana [el nombre de la organización Septiembre Negro rememora aquel episodio].
El número de muertos, incluidos los habidos en las escaramuzas que se habían producido desde el otoño de 1966, superó los 6.000, aunque todas las fuentes no oficiales dan cifras superiores. Nunca se ha realizado un recuento.
Las acciones policiales, primero, y a partir de 1968 las sucesivas intervenciones del ejército jordano fueron propiciadas por las tensiones sociales y por los enfrentamientos armados, cada más graves, entre las fuerzas de orden jordanas y los fedayín.
Durante el trienio 1968-1970, en esa guerra no declarada llegaron a participar tropas sirias para apoyar a la corona hachemita en su lucha contra los invasores: los migrantes y refugiados palestinos.
Para mayor enredo, el ejército israelí penetraba periódicamente en territorio jordano para atacar las bases desde las que los fedayín organizaban incursiones y atentados en territorio israelí.
En la decisión jordana de acabar de una vez por todas con el poderío militar de los fedayín también pesaron los crecientes conflictos civiles, las disfunciones y los onerosos gastos que provocaba la cada vez más numerosa población árabe-palestina refugiada en Jordania, que en 1970 ya superaba el millón de personas, de las que en torno a 600.000 se habían instalado en la capital, Ammán, y sus alrededores.
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[La emigración de árabe-palestinos a Jordania no ha cesado.
Actualmente (abril de 2014), la población de Jordania suma 6,5 millones de habitantes, de los que más de la mitad son de origen palestino, incluidos naturalmente sus hijos y nietos y los habidos de matrimonios mixtos jordano-palestinos, todos ya nacionalizados e integrados.
A mayores, actualmente hay casi otro millón de palestinos llegados desde la década de 1990 que poseen el estatuto de refugiados; es decir, a la postre en la población actual del Reino de Jordania son más numerosos los árabes procedentes de Palestina (e hijos de estos) que los nacidos de madre y padre jordanos..
La inmensa mayoría de los más recientes migrantes procedentes de Israel, Cisjordania, Gaza, Irak, Líbano y Siria --los llegados durante la década de 1990 y la primera del siglo XXI--, más sus hijos ya nacidos en Jordania, que en un elevado porcentaje todavía tienen la condición de refugiados, residen en las ciudades de Ammán, Irbid, Al Karak y sus alrededores]
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La Historia informa, no decide

Las sucesivas guerras e invasiones habidas en la región aportaron poblaciones procedentes de distintas geografías, pero los únicos pueblos o natios que han permanecido como tales hasta hoy en las tierras de la ancestral Canaán han sido los hebreos, que casi llegaron a desaparecer, y los árabes hoy rebautizados palestinos y que hasta después del nacimiento del Estado israelí jamás albergaron la intención de ser soberanos, ni tuvieron la conciencia ni la voluntad de ser una natio.
Tras treinta siglos de historia, hoy en la antigua Canaán existen dos naciones: la novísima Palestina y la reconstituida por los "herederos" de los hebreos, israelitas o judíos, si bien entre los ciudadanos israelíes actuales es absurdo aplicar estas denominaciones.
Si pudieran ser identificados genéticamente --lo cual es imposible-- los descendientes directos de las antiguas tribus de los reinos de Israel y Judá constituirían una exigua minoría.

[Los creyentes de fe judía no constituyen una etnia, salvo para los nazis, los ignorantes, los mal informados o para quienes necesitan falsear los hechos y la Historia. Los israelíes constituyen constituyen una nación, pero no porque sean descendientes de la natio israelita o hebrea que fue expulsada de sus tierras hace ya veinte siglos, sino que son los ciudadanos de un moderno Estado-nación multiétnico cuya población es mayoritariamente de fe judaica]

Población multiétnica


A fecha de hoy, la población de Israel no es mayoritariamente hebrea o israelita, nadie en su sano juicio puede considerarse de etnia isrelita o hebrea; ni tampoco todos los israelíes profesan la fe judaica.
En todo caso, los descendientes de los hebreos --si los hubiera-- constituirían una exigua minoría en el colectivo multiétnico que habita el territorio del Estado israelí, cuya población está formada fundamentalmente por asquenazíes (individuos de etnias eslavas y germánicas), los descendientes de los sefardíes (originarios de la Península Ibérica) y gentes de origen anglosajón, franco, holandés o flamenco, egipcio, etiópico, etcétera, y también árabes de fe musulmana; porque aunque rara vez se hable de ellos, resulta que los árabes y personas de fe musulmana con ciudadanía israelí también existen.
La llegada de personas de fe judaica procedentes de un amplio abanico de países fue financiada por quienes aportaron fondos al movimiento sionista a partir de 1882 [casi todos los Estados europeos apoyaron económicamente ese proyecto de emigración masiva de las gentes de fe judaica], lo que permitió crear asentamientos en las históricas tierras cananeas, casi siempre en zonas despobladas [destacando los kibutz, comunas agrícolas], comprando cientos de fincas a los árabes allí residentes, así como solares e inmuebles en determinadas áreas urbanas, sobre todo en localidades de la costa central y en Jerusalén.
El único gentilicio correcto para el conjunto de esos ciudadanos es israelí, a estas alturas carece de rigor aplicarles los gentilicios hebreo, israelita o judío.
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[Llegados a este punto conviene recordar que tampoco existe un pueblo ni etnia semita. Semita es la denominación de una familia de idiomas, sin que tenga ninguna connotación étnica, sino únicamente cultural. Ese conjunto lingüístico agrupa las formas antiguas y modernas del acadio, el árabe, el arameo, el asirio, el hebreo, el siríaco y el tigriña, amén de otros que suman escasos usuarios.
El uso de la palabra semita como designación étnica se extendió a finales del siglo XIX y durante decenios ha sido utilizado para identificar a las poblaciones de fe judaica pese a que no existe ninguna base científica que avale ese uso]
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Dos naciones, 2: la israelí y la palestina

Los palestinos --bautizados así avanzado el siglo XX por decisión de su vanguardia político-religiosa-- ganarían credibilidad si abandonaran el cultivo del odio y de la violencia, que se han revelado inútiles, y si Hamás (y otros partidos religiosos) dejan de perpetrar acciones terroristas para provocar reacciones que engordan el victimismo- En paralelo, deberían organizar el tejido productivo, erradicando la corrupción como método y abandonando el ya indisimulable recurso de las mixtificaciones.
Y el Estado de Israel recuperará la consideración internacional que está perdiendo si deja de zaherir identidades ajenas (nuevas o viejas), pone coto a la islamofobia de gran parte de sus élites, abandona los territorios ocupados en Cisjordania, levanta el bloqueo que convierte Gaza en una fábrica productora de odio, y asume compromisos concretos en el camino de una solución estable, objetivo que nunca llegará por la vía militar.
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NOTA
Esta entrada sólo es un esbozo del agitado pasado del territorio cananeo. Maestros hay que con toda seguridad pueden aportar más datos y matices y que corregirán posibles errores.
Con este post sólo trato de arrumbar verdades de cartón piedra, que las hay en ambos bandos enfrentados y, a la postre, apuntar que nada del pasado, absolutamente nada, impide que ambas naciones tengan futuro y sean vecinas, marcando y respetando sus fronteras.

DE INTERÉS:

"Palestina: Tierra de paz, escenario de guerra", en Igadi.
"El mito de Palestina", por Francis Nadizi, en Judíos al norte de Sefarad.

VÍDEO: "The land is mine" (esta tierra es mía).
VÍDEO:
"El nacimiento de una nación".
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NOTA:
Este post fue revisado y se incorporaron varios datos e ilustraciones con fechas 30.04.2013 y 20.11.2018.

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