En Argentina, país rico donde los haya, aunque la mayoría de sus dirigentes económicos y políticos sigan acaparando sin miramientos, se viven situaciones excepcionales y se hacen declaraciones interesantísimas desde un punto de vista político e incluso filosófico.
Ahí va un ejemplo:
Estos días, con motivo del 55º aniversario de la muerte de Eva María Ibarguren, más conocida como Eva Duarte o Evita Perón, se organizan homenajes al mito.
Ahí va un ejemplo:
Imagen capturada en EL ARGONAUTA ESPAÑOL |
Todavía hoy, la instrumentalizada útil caridad sirve de excusa para promocionar soluciones que carecen de futuro. Hay cientos de episodios históricos y actuales demostrativos de que la caridad es inútil a la hora de poner coto a la iniquidad y la miseria.
Evita y el régimen peronista fueron paradigmas de caridad, que casi siempre sirve de biombo para que no se vea la ropa interior...
Pulse aquí, lea y sonría... mejor que llorar.
Quizá aprovechando ese aniversario, quizá porque el Pisuerga pasa por Valladolid o quizá porque Cristina Fernández Wilhem [aquella era más conocida añadiendo "de Perón" y esta, "de Kirchner"] necesita crear imagen para ser una presidenciable creíble, la esposa del actual presidente argentino realiza viajes de promoción y le ha tocado recalar en España.
Además, casualmente, concedió una entrevista a El país que se publica hoy.
En ese vis a vis, Fernández Wilhem ha comentado que «con la Eva con la que me siento identificada es la Eva Perón del rodete y el puño crispado frente al micrófono, no con la Eva milagrosa con la que sí se identificaba mi madre, la Eva del Teatro Colón, el hada buena que había llegado con Perón a repartir el trabajo, el derecho al voto... la Eva de mi mamá es la que apareció con los fantásticos trajes con los que la conocieron todos los españoles cuando vino»... a charlar con el Caudillo y su esposa, doña Carmen Polo ¡de Franco!, que a esta también había que añadirle el apellido del dueño.
En ese vis a vis, Fernández Wilhem ha comentado que «con la Eva con la que me siento identificada es la Eva Perón del rodete y el puño crispado frente al micrófono, no con la Eva milagrosa con la que sí se identificaba mi madre, la Eva del Teatro Colón, el hada buena que había llegado con Perón a repartir el trabajo, el derecho al voto... la Eva de mi mamá es la que apareció con los fantásticos trajes con los que la conocieron todos los españoles cuando vino»... a charlar con el Caudillo y su esposa, doña Carmen Polo ¡de Franco!, que a esta también había que añadirle el apellido del dueño.
El gallego y la asturiana recibieron a la señora de Perón con gozo, ¡faltaría más!, agradecidos por la carne y cereales que el general argentino enviaba a la hambrienta España.
Bienvenida señora de Perón... ¡perdón!, digo de Kirchner.
ANÁLISIS: "Corrupción y género en la Administración Kirchner", por Rosendo Fraga, vía NUEVA MAYORÍA.
Es una vergüenza ver como se fomenta el mito y se siguen usando los mismos argumentos para justificar una figura intocable que se asocia en misticismo a los iconos religiosos. Precisamente llevaba yo varios días dandole vueltas a este tema, debido a que ya van dos noticias (que parecen campaña electoral) que leo en El País sobre Cristina Fernández, la mujer de Kirchner. ¿Está el Pais haciendole la campaña a las presidenciales en España?
ResponderEliminarY qué verguenza da que la comparen con una Evita "pero moderna".
Vaya, y ahora leo que Aznar va usando su cargo de asesor de noseque latinoamericano para presentar a sus amigos inversores inmobiliarios a Kirsner. Nada, si la verdad es mejor hacerlo todo así que esconderse.
ResponderEliminarEsta madrugada, la señora Kirchner, que descansaba en el lecho junto a su marido, se volvió inquieta, sentía con los ojos aún cerrados una presencia que la llamaba, los entreabrió, y contempló cómo la imagen de la Virgen del Carmen que tenía sobre la peinadora se iluminaba y le sonreía. Comprendió que era la elegida. Sin hacer ruido se levantó, se dirigió hacia su despacho, y a la luz de una vela observó las portadas de los libros que de joven le habían inspirado. Debía elegir un modelo a seguir para salvar a su país de esta lamentable situación. Tenía claro que la biografía de Freddie Mercury no era un buen ejemplo a seguir; debía elegir entre la visionaria Santa Teresa de Jesús o Santa Juana de Arco, que a los diecisiete años llegó a ser la heroína de su país, ya que el personaje de Evita resultaba algo trasnochado a estas alturas. Con las ideas claras, dejó sobre la mesa la semblanza de Santa Juana de Arco, y volvió a la cama junto a su marido, el señor Kirchner, que en esos momentos roncaba con gran estrépito.
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