La jornada de reflexión es un rito con el que los legisladores adornaron y ensalzaron el acto de votar.
Puestos a reflexionar, urge puntualizar que mañana no serán elegidos los presidentes de los ejecutivos gallego y vasco, sino los hombres y mujeres teóricamente más doctos y sensatos de que dispone cada partido para legislar.
Pues esta es su función: confeccionar, derogar y modificar leyes (amén de decidir y/o pactar quién presidirá el poder ejecutivo).
Pues esta es su función: confeccionar, derogar y modificar leyes (amén de decidir y/o pactar quién presidirá el poder ejecutivo).
Convendría subrayarlo: los votantes eligen a los legisladores, tarea que es más sustancial que la de administrar el día a día.
Quizá ahí radique una de las hipotecas que arrastran las Españas: Ciudadanos y políticos están obsesionados con la gobernación y atienden con injustificable levedad la tarea de legislar.
No es que las Españas padezcan falta o escasez de leyes, sino que son demasiadas las redactadas con escaso tino y concreción. Lo que se suma a la probada tendencia social a sortear normas y responsabilidades.
Quizá ahí radique una de las hipotecas que arrastran las Españas: Ciudadanos y políticos están obsesionados con la gobernación y atienden con injustificable levedad la tarea de legislar.
No es que las Españas padezcan falta o escasez de leyes, sino que son demasiadas las redactadas con escaso tino y concreción. Lo que se suma a la probada tendencia social a sortear normas y responsabilidades.
Cuando de reflexionar se trata, cada cual tiene --o debería tener-- su método.
Votar tiene tres pasos básicos:
Votar tiene tres pasos básicos:
Primero; analizar si hay una candidatura con legisladores más o menos adecuados a lo que uno piensa, siente o anhela y, si no es así, estudiar cuál es la candidatura que presenta las propuestas más parecidas a las que uno considera adecuadas, o cuál es la candidatura menos rechazable;
Segundo, en el caso de que ninguna candidatura sea satisfactoria, ni siquiera en grado mínimo, cabe abstenerse (es decir: inhibirse, desentenderse; pero ojo, porque la abstención favorece a los partidos más votados), o bien dejar patente el rechazo (votar en blanco, o nulo; pero ojo porque esto también favorece a los más votados);
Segundo, en el caso de que ninguna candidatura sea satisfactoria, ni siquiera en grado mínimo, cabe abstenerse (es decir: inhibirse, desentenderse; pero ojo, porque la abstención favorece a los partidos más votados), o bien dejar patente el rechazo (votar en blanco, o nulo; pero ojo porque esto también favorece a los más votados);
Y tercero, hay que ir a depositar la papeleta en la urna (aunque el sol invite a ir a la playa...), acto mediante el que se ejerce el derecho más sustancial y poderoso de una democracia parlamentaria, a la vez que el más simple.
Yo mismo no habría sabido expresarlo mejor.
ResponderEliminarSiempre he creído que abstenerse es una irresponsabilidad, además de una falta absoluta de compromiso.
ResponderEliminarPara una oportunidad que nos dan cada cuatro años de expresar nuestra "opinión" sobre nuestros legisladores hay que aprovecharla.
Votar, además de un derecho, es una obligación moral.
Otra cosa es a quién votar. En mi caso tanto la campaña electoral como la jornada de reflexión sobran, puesto que los últimos 30 años están ahí para demostrar trayectorias, ideas, hechos y tendencias.
Veinte días de insultos, marrulladas y demás no van a modificar sensiblemente -y mucho menos a mejor- la opinión que la clase política gallega me merece.
Un saludo
Estupenda reflexión. No olvidemos que durante muchos años en este país no se pudo votar. Ahora algunos ven esto como un acto "normal" y a veces "banal". Y no lo es. Pensemos, pues.
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte.